Irene García con José Luis Rodríguez Zapatero, en el congreso del PSOE.
Irene García con José Luis Rodríguez Zapatero, en el congreso del PSOE.

Que no se me enfaden las y los juradistas por apropiarme del calificativo con el que se conoce a la incomparable artista chipionera, sólo será unos segundos y perdonen la comparación. Esa era la conclusión que se podía extraer de la “generosidad” mostrada por Irene García con su renuncia a la reelección como secretaria general del Partido socialista a tenor de lo manifestado por sus adeptos en redes sociales tras conocerse la noticia, que no era sino la crónica de una muerte anunciada y que García Márquez también me perdone.

La verdad verdadera, que dicen en mi pueblo, es que García debía encontrarse como aquellos prisioneros aliados del campo de concentración nazi en la película Evasión o Victoria, y lo que ha hecho es optar por la evasión porque la victoria resultaba imposible. Y lo ha hecho como en aquella historia de John Osborne llevada al cine con el título de Mirando hacia atrás con ira porque si no,  no se entiende que pactara el viernes con Ruiz Boix una integración en base a los resultados obtenidos en el último proceso interno, que perdió clamorosamente, y ahora, tras la presentación de la candidatura alternativa de Ruiz Arana, lo desmienta sin ruborizarse.

Pero era previsible que su ascenso a las alturas de la ejecutiva regional, en el área de cementerio de elefantes, será el colofón a su carrera orgánica a una edad muy temprana. Y con ello García consigue el sueldazo de la ONCE, lo que le resta de legislatura provincial, algo más de año y medio, y formar parte de la candidatura al Parlamento andaluz u otros foros parlamentarios en un futuro no muy lejano, cuestión por cierto en la que algo tendrá que decir la nueva Ejecutiva provincial que resulte del cónclave del 21 de diciembre.

Pero olvidemos por ahora esta tocata y fuga de la secretaria general y centrémonos en lo que está pasando y lo que pasará en las próximas semanas. A día de hoy son dos las candidaturas anunciadas, la de Ruiz Boix y Ruiz Arana, por los que siento gran respeto por su impecable trayectoria municipalista y también por la personal. Ambos gobiernan municipios importantes en nuestra provincia, gozan de mayoría absoluta y lo hacen bien. Pero quizás las diferencias empiezan a manifestarse si analizamos la otra cara de la moneda de un político, la experiencia orgánica, algo que supuso un hándicap para gobernantes importantes como Griñán e incluso el propio Rubalcaba. Dirigir un partido como el PSOE en una provincia como la nuestra requiere algo más que voluntarismo, sobre todo se precisa estar curtido en las mil batallas de la vida orgánica y eso no se consigue con un curso acelerado de escucha activa.

Quizás ese sea para mí el principal déficit de la candidatura de Ruiz Arana, no siempre un buen gobernante resulta ser un buen secretario general. Junto a ello no resulta enriquecedor para su conocimiento público refugiarse tras el clásico de “en el nombre del padre”, en este caso en el nombre de Espadas, porque el Partido Socialista, desde hace algún tiempo, es bastante reacio a considerar esos presuntos argumentos de autoridad. Por otro lado, y abundando en los errores, tengo que reconocer que la lectura de un titular mediático, en el que se definía como el único capaz de mediar, trajo a mi memoria recuerdos de mi adolescencia en el Seminario gaditano, en concreto Juan 14:6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre sino por mí”, en línea con Timoteo 2:5: “porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo”.

Y nada de esto sería excesivamente preocupante si no fuese por algunos de los compañeros de viaje que intuimos le han puesto en este brete. Es de sobra conocido que, ante las dificultades de la renuncia de García, la candidatura de José María Román no era viable por varias razones siendo la más importante la de su no aceptación por una parte del irenismo sin olvidar tampoco el propio miedo a perder el proceso interno. Ante esto el mayor de los Román decidió tomar el mando de las operaciones, para lo que le sobran galones. El guión estaba perfectamente organizado y sincronizado también con García, primero se lanzaba el rumor de la salida de García a través de la acorazada mediática del romanismo, después se filtraba a esa misma acorazada lo que iba a ocurrir en el fin de semana que no era sino el anuncio de la espantada de García, a partir de ahí reaparecía en el escenario mediático, “tras largos años, tras un largo camino” como el peregrino de Cernuda, la senadora Castro para pedir a Ruiz Boix que se vaya a su casa, los adeptos, con Chefi Román a la cabeza,  lo retuitean con  la ferocidad de una granja de bots mercenarios, a continuación el Alcalde de Rota anuncia su candidatura y ya ha tomado carta de naturaleza la enésima piedra en el camino para la candidatura de Ruiz Boix, al que por cierto someten por tierra, mar y aire al fuego del gobierno de las togas que tan admirablemente describiera en un artículo reciente el genial Bomarzo por el que siento sincera predilección aunque difiera de algunos de sus análisis.

Ahora toca esperar la gota fría que va a descargar este fin de semana sobre el Palacio de Congresos de Torremolinos con la esperanza de que tras la tempestad llegue la calma y socialistas capaces como Pezzi y Férriz ayuden a Espadas a soltar lastre, aunque para ello tengan overbooking en el cementerio de elefantes. Salud y suerte.

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