Feijóo en su laberinto

A cada decisión importante para el bienestar de la ciudadanía Génova sólo contesta con pataletas, unas más embriagadoras como las del caduco senador Rafael Hernando y otras más de espíritu navideño

Feijóo, en su rueda de prensa de balance del año.
Feijóo, en su rueda de prensa de balance del año.

Vive el presidente del Partido Popular días de tormento interior como aquel Simón Bolívar que García Márquez describiera de manera tan magistral en su obra El General en el laberinto. Parece que el líder popular está pagando los platos ratos del cambio estratégico que supuso el despido de Iván Redondo y la consiguiente llegada a Moncloa de algunas de las mentes mejor amuebladas y más sensatas del actual Partido Socialista, me refiero a Óscar López y algo más tarde Antonio Hernando.

Tan sencillo que poco tiempo después del despido del susodicho Redondo comenzó Moncloa un viraje hacia la normalidad de las políticas socialdemócratas para hacer frente a los estragos, que la pandemia primero y la guerra en Ucrania más tarde, estaban provocando en la ciudadanía europea y a las que España no era ajena. Las excentricidades dieron paso al mudo de lo razonable y de lo posible por muy difícil que esto pudiera ser, lo que desde la derecha se ha querido proclamar como el viaje de Sánchez a la radicalidad, cuando tan sólo ha sido la vuelta a los principios más puros de la socialdemocracia en las sociedades desarrolladas y en crisis, la protección de los sectores sociales más proclives a caer en la exclusión y quedar en la cuneta de las desigualdades.

Moncloa, de la mano del aparato en la sombra al que me he referido y el ministro Bolaños a plena luz, ha sabido dar la vuelta a aquella teoría de los dos tercios que proclamaba el neoliberalismo más radical por obra y arte de la premier británica Margaret Thatcher. Simplificando mucho la cuestión, y aún a riesgo de caer en algún malentendido, se trataba de gobernar para los dos tercios más poderosos de la sociedad sin importar el riesgo de exclusión del tercero de ellos, las clases más populares, asegurando con ello la pervivencia política de su partido con sucesivas victorias electorales.

Pues bien, la coalición gobernante en España lleva ya algún tiempo gobernando para uno de esos tercios, el de las clases medias, y para el tercio víctima de las políticas liberales, el de las clases populares al que antes me refería. Y eso indigna cada día a una derecha que aún no ha sabido digerir la perdida del poder institucional con la moción de censura a Mariano Rajoy. La derecha ha perdido la iniciativa política y ha situado a su líder Feijóo en su laberinto, atormentado como Bolívar al ver que su estrategia se desmorona día a día con las medidas adoptadas por el Gobierno.

A cada decisión importante para el bienestar de la ciudadanía Génova sólo contesta con pataletas, unas más embriagadoras como las del caduco senador Rafael Hernando y otras más de espíritu navideño como las del propio Feijóo, que llevado de un ataque de celos por la pérdida del liderazgo en las encuestas amenaza ahora con no apoyar las nuevas medidas anticrisis o impedir el desempeño de sus funciones a los miembros del Constitucional nombrados legítimamente por el Gobierno, y todo ello con argumentos que parecen salidos de la planta de preescolar de Génova.

Tiene que ser duro abandonar el calor confortable del terruño para verte encerrado en el inhóspito laberinto de la política nacional y sobre todo ser consciente tiempo después que el diseño es de Miguel Ángel, no el artista del Renacimiento, sino el edecán madrileño, y que las llaves las tiene Isabel, no la Católica, sino la creada por Miguel Ángel. Feliz año a quienes esto se atrevan a leer.

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