La convulsión generalizada del mundo continúa y aumenta. Desde la Junta de Andalucía, en el día del cáncer, Juanma Moreno asegura que “la prevención salva vidas”, pero parece que precisamente la comunicación abandonó a dos mil mujeres de la prevención. ¿La comunicación o un modelo de salud pública incompatible con la economía social? La responsable, al final, sí dimitió. En Valencia, DANA-Valencia, podría empezar a llamarse esa comunidad, fueron 90 mil las mujeres que no fueron llamadas para la mamografía en 2024. La madrileña Ayuso se decidió por lo más barato y compró para Madrid los test más limitados y pedestres. Aquí sigue el laberinto de “la prevención salva vidas”. Y ustedes me dirán, bueno, puede pasar. Yo no creo que esta sea la respuesta a la catástrofe de la que hablamos.
El sistema de salud español se resquebraja y cada vez hay más personas que buscan su seguridad en la privada, lo que pone en mayores dificultades a la pública. Las derechas y los conservadores apuestan ideológicamente por desfinanciar la pública, al mismo tiempo que aprovechan el miedo de las personas a perder la salud para patrocinar la privada. Que la salud y su prevención cuesta mucho dinero está clarísimo, ¿y qué? ¿Para qué es el dinero? ¿Para gastarlo en lo que merezca la pena? Digo yo que en la salud de todos.
El no hay dinero dejó de ser un argumento si alguna vez lo fue. Los presupuestos de un país se deciden ideológicamente, sobre todo. Se decide ideológicamente en qué y cómo se gasta el dinero: qué impuestos, cuántos impuestos y a quiénes los impuestos es una decisión fundamental para el funcionamiento de una sociedad y es una decisión ideológica.
Vivimos una transformación salvaje de los sistemas de salud cuya última parada es el modelo estadounidense, en el que cada quien se paga lo suyo; cualquiera que lo conozca mínimamente sabe que ese sistema conduce a la enfermedad y a la pobreza. Las reformas timoratas que vienen introduciendo o proponiendo los demócratas resultan desacreditadas o desmontadas por los republicanos, ahora liderados por Trump, pero antes por Reagan. En Europa por Thatcher y Merkel. El austericidio de Merkel, y lo dijimos varias veces, sitúa en este momento a la República Alemana ante los doce trabajos de Hércules, con puentes que amenazan, escuelas que se caen a pedazos y un sistema de salud en ruinas. Merkel y su gente pretendían que sus decisiones eran técnicas y mucha gente indocumentada lo aplaudía: ahora lo vemos negro sobre blanco. Fueron decisiones ideológicas de las derechas.
Detrás de todos estos recortes del gasto público está la desaparición de la economía social. Los ministros de economía son ahora traders, corredores de bolsa con las peores intenciones especulativas, voraces e insaciables, con instrumentos de ingeniería económica e inteligencia artificial. Las gentes naturalizan que esto deba ser así en nombre de una supuesta ley natural que haría a los seres humanos individualistas y justificaría su egolatría y su egoísmo. Existen otras opciones. Existe la ideología social que trata de abarcar a todos, lo mismo que existe esa ideología antisocial que se apoya en una ley natural que no existe y es insistentemente excluyente contra los pobres y todos los diferentes. Para que haya ricos tiene que haber pobres, ¿lo conocía?
Para intensificar esa inexistente ley natural, las derechas y los conservadores se han unido en el ataque a toda idea de colectividad y desacreditan e insultan de malas personas a quienes no estén de acuerdo con ellos. Empezaron nombrando, en esta última moda, como personas de bien solo a quienes apoyan sus deseos elitistas y excluyentes, con la pretendida sutileza de que el resto serían personas de mal.
Justamente es al contrario, es de mala persona dejar enfermarse y morir a quien no tiene para pagarse el médico, el remedio, el test o la operación que lo salvaría. Es de persona de mal acusar a las feministas de ser las culpables de la ira de los machirulos, cuando esa ira se la fabricaron ellos solos. Es de mala persona impedir o tratar de impedir la igualdad de hombres y mujeres en todo. Es de mala persona pretender que solo acceda a una educación de calidad quien se la pueda pagar. Es de muy mala persona ver como aumentan los precios de las viviendas a niveles astronómicos y seguir insistiendo en el modelo que lleva cada vez a más personas a vivir en las aceras de las calles. Es de malísima persona hacer responsable de la mala suerte a quien la sufre. Porque existe la suerte, la buena y la mala. Y hay fortunas que no se construyeron con buena suerte o también. ¿Cómo era aquello del mérito? El mérito existe y hay que cultivarlo, pero la diferencia de las condiciones de partida de las personas es determinante la mayoría de las veces. Por ello el Estado social y la Economía social.
Estamos viviendo una selección social que nada tiene que ver con Darwin y cada día tiene más que ver con una eugenesia adaptada a tiempos en que ser fascista está mal visto todavía, aunque cada vez haya más propaganda para poner más de moda la maldad y la crueldad; para que la angustia y la pobreza se vean como algo inevitable.



