Inexplicablemente, le han dicho nones a Amancio Ortega. No a montar una megatienda en Zara con vistas al mar o a la montaña, sino a buena parte de una donación de 320 millones de euros para la renovación de equipos de diagnóstico y tratamiento para enfermos de cáncer. Tristemente, el tema se ha politizado en la vieja historia de ricos y pobres, pudientes y desheredados, la casta y los sans culottes. La Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública en Aragón y otras de algunas comunidades piensan, poco más o menos, que son limosnas que les da vergüenza recoger y les indigna tener que recurrir a la caridad privada.

Se han erigido pues en escudos para "desfacer entuertos" de quienes no quieren ser ayudados por ellos, sino por el empresario gallego. Y si no, vean el vídeo viral de la enferma de cáncer de El Puerto que ha dado la vuelta a España. Tina Fuertes de la Torre aduce un simple y desgarrador "quiero vivir" como motivo para aceptar una ayuda que, al parecer, a otros no les hace falta, quizá entre otras cosas porque no tienen ni idea de lo que es que un cangrejo mortífero y letal haga metástasis en su piel y sus órganos vitales. Entonces, probablemente, no les resultaría tan indignante recurrir al mecenazgo del rey del textil o de Donald Trump, si hiciera falta. Yo, por mi parte, si tuviera un familiar enfermo de cáncer —he pasado por ahí— o yo mismo lo estuviera, aceptaría la ayuda hasta del mismísimo Kim Jong Il o de Maduro o Chávez, dinero, por cierto, que muchos no han tenido reparos en aceptar para asuntos tan espurios —comparado con el que estamos tratando— como estudios sobre la economía o el gobierno venezolanos.

Y yo, como Tina Fuertes, siento vergüenza y una inmensa tristeza, sobre todo, de que la politización y el odio inveterado entre ricos y pobres siga presente cuando hablamos de una lacra que fulmina a más personas en España que los accidentes de tráfico. Por supuesto que la "limosna" del rey del textil no va a ser la panacea contra el cáncer, pero toda ayuda es buena, más cuando no hablamos de los personajes de antes, sino de alguien que con sus sombras y luces paga impuestos y tiene sus cuentas en situación legal que se sepa, lo que no es fácil cuando eres una de las principales fortunas del mundo. "No me interesa la política. Hay gente que no tenemos tiempo. Quiero vivir. Amancio Ortega, por favor, no desistas. Gracias, gracias, gracias, porque nos traes la esperanza". Son palabras de la portuense que han dado la vuelta a España. Yo añadiría: "No nos ayudéis; dejadnos en paz, por favor. No queremos vuestro hipócrita paternalismo que esconde otros intereses, así que preferimos decidir lo que es mejor para nosotros. PD: somos mayorcitos".

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