De hombre a hombre.
De hombre a hombre.

Apreciado compañero de sexo y género, en estos tiempos convulsos de muchas incertidumbres y pocas certezas, donde todo lo seguro se vuelve volátil, y hasta los conceptos de hombre y mujer se tambalean, las desigualdades siguen manteniéndose, y la violencia de género continúa salpicando nuestra existencia, para recordarnos que el silencio nos hace cómplices, me permito compartir contigo esta reflexión en la ilusión de que cambies.

El egoísmo moral o ético es una doctrina que afirma que las personas deben tener la norma social ética de obrar para su propio interés, y que tal es la única forma moral de obrar.

La igualdad social es la característica de aquellos estados en los que sus individuos o ciudadanos y ciudadanas sin exclusión, alcanzan en la práctica la realización de todos los derechos humanos, fundamentalmente los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, necesarios para alcanzar una verdadera justicia social.

Los hombres tenemos muchas razones de peso para ser feministas, o al menos, si es que el calificativo aún te provoca miedo y rechazo, hombres convencidos de que la igualdad entre hombres y mujeres es el único referente válido para una sociedad justa.

Una de las razones está en la justicia social, si entiendes que ella ha de ser la norma que rija nuestras vidas, y que las discriminaciones por razón de cualquier circunstancia, sexo, religión u otra condición, han de ser eliminadas.

Pero, si este fundamento aún no te compromete, porque crees que vives en una sociedad justa, donde los derechos reales de las mujeres son iguales que los de los hombres, entonces la razón que te queda es tú egoísmo.

Me explico, porque si es cierto que te preocupa la vida y el futuro de las personas a quienes quieres, tú madre, hermana, mujer, hija, nieta, tu objetivo no puede ser otro que procurar su bienestar, y ello solo se conseguirá garantizando sus derechos y su dignidad.

Porque no creo que te guste, salvo que el machismo te haya cegado tanto que seas incapaz de discernir con libertad, qué ellas por ser mujeres, sean maltratadas y discriminadas. Que a tus hijas se las identifique siempre con el color rosa, sus parejas no asuman su responsabilidad en las tareas de casa, sean ignoradas en los restaurantes, talleres o concesionarios de coches, reciban una retribución menor en el trabajo, su carrera profesional limitada, borradas en el lenguaje, consideradas objetos, sometidas a abusos sexuales, o no dispongan de la libertad necesaria para poder salir a la calle, solas de noche, ante el temor de ser violadas o asesinadas.

Si estas causas alteran tú tranquilidad, no te queda otra, amigo, lo quieras o no, que ser feminista, aunque solo sea por egoísmo, ese por el que tantas veces nos hemos comprometido y actuado. Porque, si miras la vida con unos cristales igualitarios la realidad que te devuelve no puede ser más desoladora, ante el tratamiento que la sociedad otorga a las mujeres.

Comprobarás al fin, lo importante que es que los hombres nos sumemos sin excusas ni alegaciones, a la igualdad. 

Porque te recuerdo que el 35 por ciento de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un hombre como tú y como yo, en algún momento de sus vidas, o que de las 87.000 mujeres que fueron asesinadas en 2017, más de la mitad lo fueron por hombres como nosotros.

Por eso te pido que seas honesto, que dejes de ser ese hombre machista, ególatra, posesivo, violento y dominante en el que te has convertido, y cambies. Te lo agradecerás, y la vida será más hermosa.

Juan Miguel Garrido Peña es miembro de la Asociación de Hombres Por la Igualdad (AHIGE)

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