Se murió el Papa Francisco un lunes, tuvimos un apagón un lunes, tuvimos un pescaíto de Feria en Sevilla un lunes, se detuvieron los trenes un lunes esta vez porque se les cruzaron los cables. ¿Qué pasará mañana lunes? Los lunes ya no son esos días esaboríos de antes en los que teníamos que volver al trabajo, no son los lunes tristes de los protagonistas de la película Los lunes al sol, ahora vamos a sorpresa por lunes, la charla habitual sobre el fútbol -corregida y aumentada por las victorias del Betis y las derrotas del Sevilla- se completa con el sobresalto que estemos viviendo.
Si el Sevilla FC bajara a Segunda -Dios no lo quiera- tendremos a media Sevilla llorando, una parte de ella defecándose en los dirigentes. En la otra media unos miles de ingenuos apasionados béticos hasta se reirían porque la ignorancia es muy atrevida. Sí, señores y señoras que se alegran si el Sevilla baja, soy bético pero lo que me importa sobre todo es Sevilla y Sevilla es mejor con dos equipos en Primera y de primera, si es posible jugando en Europa año a año, eso es dinerito para la ciudad. Y prestigio. A falta de desarrollo tecnológico tendremos que estimular la industria de la patada al balón.
Recuerdo que al poco tiempo de morir Antonio Puerta -prácticamente sobre el césped de Nervión- me encontraba en el aeropuerto de Chihuahua, al norte de México, y apareció una noticia en uno de los paneles eléctricos con el Sevilla como protagonista. Entonces un acompañante mexicano empezó a hablarme de lo impactante que había sido aquella muerte de tan excelente jugador. En otra ocasión, estando en Bogotá o en Cartagena de Indias, no recuerdo bien, cuando salíamos los extranjeros del hotel -en mi caso camino del trabajo en la universidad-, había en la puerta un nutrido grupo de jóvenes a cierta distancia, detrás de un cordón de seguridad, pidiéndonos limosnas. Algunos llevaban camisetas del Madrid y del Barça seguramente por dos motivos: para que viéramos su “amor” por España y con el deseo de ganar tanto dinero como los futbolistas de ambos clubes.
El fútbol -ese desencanto y esa droga que ha convertido a los clubes en sociedades anónimas- mueve mucha pasta a base de convertir en nuevos gladiadores del siglo XXI a unos muchachos endiosados por las masas que ahora son currantes explotados de lujo. Así que menos peleas en Sevilla y Jerez por rivalidades y más mirar por el bolsillo y los puestos de trabajo, nada de tirar piedras sobre el propio tejado, hay que utilizarlo para hablar cada lunes de lo bien que se está en Primera, en Europa, al tiempo que se lamenta la desgracia correspondiente de los nuevos lunes sorpresivos.
Lo del lunes del pescaíto de la Feria de Sevilla lo he citado porque será muy divertido, pero en lo que a mí respecta hace años que prescindí de la Feria -salvo gran compromiso-, lo que por supuesto no quiere decir que no vaya todo el mundo que eso también aporta pecunio a una ciudad como la mía que se empeña en vivir de la servidumbre y no de poner toda la carne en el asador de las infraestructuras, una zona financiera y parques tecnológicos adicionales y muy reforzados los que hay. Sí, hace cosas en este sentido, pero, cuando llegan, las ranas ya tienen melena. En lo que somos potencia es en cofradías, bares y palmoteos y en hacerse el gasioso.
A los lunes del pescaíto y a toda la Feria hay que traer a los milmillonarios del mundo -de China, de Arabia, de Rusia, de América Latina y por supuesto de USA-. Y embelesarlos con la ciudad y pedirles inversiones, a falta de un gran empresariado andaluz y ante la lastimosa presencia de un alcalde desilusionante. Lo mismo habría que hacer con la Feria de Jerez, feria en la que, como en la de Sevilla, miles de personas fingen que lo están pasando bien (como para parecer lo que sienten con lo que cuestan unas ferias como las citadas).
Ferias y ciudades deben dejar de mirarse el ombligo y acordarse de cuando venían a Sevilla desde Isabel II hasta Grace Kelly y Jaqueline Kennedy, pasando por Ava Gardner, Rita Hayworth, Brigitte Bardot, Audrey Hepburn, el director de cine Mel Ferrer y la reina Victoria Eugenia. No olvidemos a la exmujer del sah de Persia, Soraya de Persia, la familia real de Holanda, Rainiero de Mónaco, el también director de cine y actor Orson Welles, autor de una de las tres o cuatro mejores películas de la historia del cine: Ciudadano Kane…
Creo que Richard Gere vive por Madrid, si tiene ganas de ruido y calor podría venir. Y, por supuesto, Elon Musk, Warren Buffet no querrá porque está muy mayor y se retira aunque tiene más energía que algunos jóvenes pero su amigo Bill Gates podría sustituirlo en un pescaíto, etc. Me parece que Buffet y Gates andan ahora distanciados porque a don Warren no le ha gustado que Bill y Melinda se divorcien, pero en la Feria de Sevilla se les puede pasar el disgusto a los dos, ese arte que nos brota por los poros a los sevillanos sería un bálsamo milagroso para las melancolías y desganas.
¿Han leído, oído o visto los famosos que este año han pisado el llamado Real de la feria hispalense? No hay color con los de antes, en este sentido Sevilla no ha tenido un color especial ni por asomo, está desteñida como algunas películas de esas antiguas que ponen en algunos canales de televisión. ¿Qué proyección internacional y qué dinerito se puede lograr con tales famosos si las celebridades anteriores tampoco resultaron un gran gancho? Poco para el que Sevilla merece (“señorito, dame algo”). Pero era más importante el voto y por eso se ha colocado una policía especial al servicio de la mujer y del colectivo LGTBIQ+, la derecha le quiere robar votos a la izquierda haciéndole competencia a su discurso, ¿o es que se creen mujeres, homosexuales, lesbianas, etc., que esos privilegios se otorgan por amor y compaña…?
Sea como fuere -que se dice en periodismo- los lunes ya no serán como los de antes. Ni la semana entera. Somos otro pueblo, si lo quieren ustedes, otros pueblos, otros países, diecisiete, exactamente, por el momento, encabezados por España y Cataluña, perdón, quiero decir por Catalunya y España, y a la espera que el número aumente cuando León se separe de Castilla que para eso en León se crearon las primeras Cortes democráticas de aquella “Europa”, en el siglo XII, cuando en Sevilla estábamos construyendo la Giralda bajo el poder autoritario de los sarracenos almohades.
Sí, somos extraordinariamente sabihondos porque gracias a los sobresaltos corruptivos que soportamos hemos aprendido un huevo sobre leyes: que si el testigo está obligado a decir la verdad, que si el presunto culpable puede mentir si le sale de la entrepierna, que si todo es presunto hasta que el juez diga lo contrario y aún así se recurre arriba y luego más arriba y luego más arriba y luego Dios dirá. Que si, dado el caso, se puede entrar por el garaje para declarar en lugar de por la puerta; que si no es serio denunciar por una información de prensa porque como el periodismo es una profesión sin importancia compuesto por mentirosos, ergo lo que aparece en sus páginas carece de relevancia.
Somos unos Espasa Calpe (y unas, hay que aprender a usar lenguaje inclusivo, incluso), en el terreno de la economía y las finanzas gracias a los déficits públicos, privados, bonos del tesoro, Ibex 35 y sus socios y a los aranceles de uno de los que animan el cotarro en el mundo: Trump. Incluso ahora estamos llamados a las urnas para votar si el BBVA se come o no al Sabadell.
Somos especialistas en insultos gracias a los que larga y le largamos al señor Trump, a Milei y, en España, gracias a Pedro Sánchez -a quien tienen que estar pitándole los oídos día y noche- y al insultador oficial del gobierno, el ministro Oscar Puente, y a comunicadores como Carlos Herrera -acusado de evadir impuestos- Eurico Campano, Federico Jiménez Losantos -uno de los decanos del insulto-, Alicia Bódalo -emperatriz del insulto, si la oyera su padre…- y por supuesto por las lecciones aprendidas de la boca de Pablo Iglesias.
Tenemos grandes popes del insulto que nos enseñan además cómo estar bipolarizados y en guerra civil ahora que se cumplen cincuenta años del óbito de Franco. No necesitamos a Franco, somos asamblearios y cada ejército en liza ha votado por mayoría absoluta ir a una nueva guerra civil. La chusma se ha sumado a la guerra: un caballista en la Feria de Sevilla le ha mandado un “piropo” a Yolanda Díaz: “¡Asquerosa comunista!”. ¡Qué habrá pensado el caballo!
Igualmente, hemos cursado máster en energías diversas: puras y menos puras, contaminantes y alimentadoras del espíritu. Todo gracias a los apagones y los trenes que se escacharran. La verdad es que pertenezco a un país ilustrado, progresista, que nos mantiene con una cultura cuasi enciclopédica, los medios de comunicación contribuyen de manera decisiva: los informativos son profundos como un charco en el desierto, son calmados, equilibrados, con unas dicciones perfectas en lo que se refiere a los audiovisuales y con una legión de youtubers e influencers que hacen innecesaria ya la presencia en clase de los profesores, en especial de quienes empezamos a ser viejos desfasados.
Desde que empieza la semana estamos llenos de fuerza y energía como los jóvenes leones del Nesquik o los hombres fuertes de Nocilla: fuertes, alegres y deportistas. Nuestra mente sana se completa con un cuerpo sano, de aquella recomendación de la televisión franquista que decía: “Quien mueve las piernas mueve el corazón”, hemos pasado a atiborrar los gimnasios y del macho ibérico estilo Alfredo Landa a clientes y clientas en masa de las tiendas de tatuajes, de los sitios nutricionistas en los supermercados y de los maestros esos de yoga, sean falsos o no, que te enseñan a ser felices como el pijo ese llamado Buda.
Sólo hay un problema y termino: de tanto que sabemos no sabemos nada. Tenemos tanta cultura en la cabeza que el cerebro es una masa de pisto con garbanzos y chícharos en una olla exprés. Aquí no vale la recomendación del antropólogo norteamericano Marvin Harris cuando afirmaba que nuestra obligación es ordenar lo que se presenta como desordenado ni lo que decía Descartes de su obra: le gustaría que se entendiera toda en su conjunto.
Todo en exceso es malo, repito: de tanto que sabemos no sabemos nada y, entre otros motivos, se debe a que nunca nos dicen la realidad de lo que ha ocurrido, nunca nos enteraremos de las causas verdaderas de las desgracias de los lunes ni siquiera de toda la dinámica secretísima que hemos tenido esta semana para elegir papa. Y es natural, el pueblo lo que debe hacer es sentir, rezar, no saber sino creer que sabe, ya lo dijo Walter Lippmann y antes lo afirmó John Locke. De manera que cuando se levante usted un lunes cualquiera sepa que va a afrontar una semana y una vida siendo un sabio ignorante (en expresión de Ortega y de su amigo Gasset). Vamos, lo que se llama un analfabeto funcional. Yo el primero, que pierdo el tiempo escribiendo inutilidades como la presente.


