¿Cuándo se jodió Podemos?

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

Dirección de Podemos salida de Vistalegre 1.
Dirección de Podemos salida de Vistalegre 1.

Podemos ahora mismo es una máquina de expandir desánimo y orfandad política. La maquinaria electoral que nació en 2014, para derribar las murallas de los aparatos de los partidos de izquierdas, funciona hoy como otro de los aparatos que querían derribar. La formación morada se ha convertido en una trituradora de talento, como históricamente lo ha sido Izquierda Unida, donde el PCE se fue haciendo con el control a costa de ir esquinando la pluralidad dentro de la coalición.

La pregunta que todo el mundo se hace es cuándo se jodió Podemos. Nadie tiene la respuesta, pero quizás Podemos se jodió en Vistalegre 1 y no en Vistalegre 2, como muchos podemólogos sostienen. En Vistalegre 1, que quedó representado con el abrazo de Luis Alegre, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero, Tania González, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, el barco podemista ya anticipaba que no había aprendido nada de IU.

En aquella mítica fotografía, que viene a ser para Podemos lo que la foto de la tortilla para el PSOE de la Transición, se veía a un grupo de jóvenes con España a sus pies y una potencia transformadora que nadie podía imaginar que unos pocos años más tarde, sólo cinco, sería un reguero de decepciones, renuncias, dimisiones y frustraciones.

Primeros apestados

Se dice poco, pero ya en Vistalegre 1 el proyecto anticipaba que nada bueno podría salir de quienes entienden el poder como totalizador. O todo o nada. O se asaltan los cielos o nada. O votáis los documentos de Pablo Iglesias o se va. O estáis conmigo o contra mí. O eres de los míos o eres mi enemigo. O votas mis documentos en su totalidad o nada.

Ni siquiera el bipartidismo tiene ese modo tan totalitario de entender el poder. En el PSOE o en el PP, los documentos que se presentan a un congreso se pueden enmendar y cambiar puntos sin que eso signifique que los documentos dejen de ser de todo el partido. En Podemos, sin embargo, nada se ha construido así. Las listas plancha, los documentos plancha, los consejos ciudadanos plancha, los liderazgos plancha, el guantazo plancha… Todo o nada. Los grandes perjudicados de Vistalegre fueron los miembros de la corriente Anticapitalistas, encabezada por la líder andaluza Teresa Rodríguez y el eurodiputado Miguel Urban. En 2014 fueron los primeros apestados del núcleo irradiador capitaneado entonces por Iñigo Errejón, hoy también caído en combate.

Anticapitalistas presentó unos documentos alternativos con intentos de democratizar la estructura que se anticipaba y la respuesta fue dejarlos fuera de todo, excluidos. Los inscritos no podían elegir algunas partes que les gustara del documento de la corriente Anticapitalistas e integrarlas con otras de la corriente mayoritaria que entonces lideraba Pablo Iglesias. O todo o nada. El asalto a los cielos de Vistalegre 1 fue la versión 2.0. del centralismo democrático que tanto daño ha hecho a los partidos de izquierdas y que en realidad quiere decir que la democracia es un impedimiento para la construcción del sujeto político.

Luego en 2017 vino Vistalegre 2. A Iñigo Errejón le parece poco ser número dos y aspira a arrebatarle el liderazgo a Pablo Iglesias. Detrás de este relato se esconden dos formas de entender cómo llegar a gobernar, que es para lo que nació Podemos. Errejón cree que hay que ir gobernando por fases y Pablo Iglesias quiere seguir asaltando los cielos. Entremedias, las traiciones del núcleo de Errejón que Pablo Iglesias no perdona. Así, de Vistalegre 2 sale un claro ganador y un claro derrotado. Pablo Iglesias sale fortalecido y se hace con el control del partido. Los errejonistas son esquinados como en su día lo fueron los Anticapitalistas, que ahora se unen a los pablistas contra los errejonistas.

El partido morado se cree muy democrático porque sus inscritos pueden votar haciendo un click, aunque muchos de ellos jamás hayan tenido un debate sosegado en una sede del partido con la calma y afectividad que requieren los debates entre compañeros de una misma organización. Los inscritos de Podemos no votan, eliminan; porque así lo ha establecido una deriva que no para de expulsar talento.

David Moscoso y Carmen Lizárraga

En Andalucía, sin ir más lejos, el grupo parlamentario salido de las últimas elecciones no deja lugar a dudas. Menos dos diputados, David Moscoso y Carmen Lizárraga, el resto de diputados de la formación morada, integrados en Adelante Andalucía, son uniformes ideológica y políticamente y forman parte de la misma corriente. Carmen Lizárraga, profesora de Economía de la Universidad de Granada y que en la legislatura anterior fue una de los diputados morados que sobresalió por su capacidad de trabajo, talla intelectual y capacidad de llegar a acuerdos con el resto de formaciones, ocupa hoy el gallinero de la bancada de Adelante Andalucía, lugar donde también ha sido enviado el cordobés Moscoso.

Diputados podemistas que estuvieron en la anterior legislatura del Parlamento andaluz, y que hicieron un gran trabajo, ya no están porque no eran del grupo mayoritario. Y en primarias, listas planchas; por lo que es imposible colar pluralidad en procesos internos donde quien gana se queda con todo el botín. Contigo o contra mí. Todo o nada. O de los míos o de los enemigos.

Podemos todavía podría tener arreglo, aunque está ahora mismo en cuidados paliativos. Por ejemplo, para la cura, Pablo Iglesias podría anular la performance de primarias al Congreso que ha hecho recientemente donde sólo se han presentado los miembros de su corriente, proceso abierto justo cuando Andalucía estaba de campaña electoral, y ha eliminado de un plumazo el talento de gente que el único pecado cometido es no ser del sector pablista.

En las plazas del 15M, la gente lo votaba todo pero también debatía mucho para no ejercer el rodillo de la mayoría contra las ideas del resto. La dictadura de las mayorías acaba convirtiendo a las organizaciones en minoritarias, inútiles y onanistas. La manera de entender el poder dentro de Podemos ha sido absolutista desde Vistalegre 1 y ahí quizás radique la situación límite en la que se encuentra el proyecto morado, que, de tanto eliminar talento por el camino, cada día es un proyecto menos plural, más esquinado y alejado de los vientos de cambio que lo auparon en 2014.

Con la cultura interna de Podemos, Mónica Oltra no sería hoy vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, porque pertenece a un partido, Iniciativa del Pueblo Valenciano, que sólo es el 35% del conjunto de la Coalición Compromís. Lo es porque Compromís se curó contra el absolutismo con un reglamento de pluralidad para evitar que la coalición se convierta en otra Izquierda Unida. Igual el modelo para resucitar a Podemos está inventado, no está tan lejos y se llama Compromís.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído