Faemino y Cansado, y su chiste de los esquimales.
Faemino y Cansado, y su chiste de los esquimales.

Abuela, jamás se me olvidará los ‘apartaitos’ que solías hacer a primero de mes cuando cobrabas la pensión: «Esto para la comida, esto para la Unión Médica, esto para el colegio de la niña…» (En los años 60, la sanidad y la educación públicas dejaban mucho que desear, así que en casa se hacían juegos de malabares para dedicar algún dinero a esas dos partidas). Porque tú siempre lo tuviste muy claro: yo tenía que estudiar costase lo que costase. Tú, que firmabas con el dedo, sabías que esa era la única manera que teníamos los pobres salir de la miseria. ¡Cuánta razón tenías!

Tanto esfuerzo, tanta lucha, tantos sacrificios que hizo vuestra generación para superar una brecha social tan grande y viene un puñetero virus a darle la puntilla a la educación pública y con ello, a agrandar las desigualdades. El capitalismo feroz debe estar encantado de que la Covid19 le haya hecho el trabajo sucio: en cuestión de meses millones de niños y niñas de todo el mundo han sido expulsados de los colegios; y a ver cuándo pueden volver y cuando vuelvan, cuántos se habrán quedado atrás irremediablemente.

Estamos ante una catástrofe educativa a nivel mundial. Y no lo digo yo, lo dice el mismísimo Papa que, consciente de la magnitud del desastre, hace un llamamiento a los gobiernos del mundo para alcanzar un pacto global por la educación que permita realizar un cambio en el modelo de desarrollo.

La educación es el pilar fundamental sobre el que se cimenta una sociedad sana, madura y con valores. Y la docencia, una labor imprescindible aunque, lamentablemente, poco reconocida. Quisiera creer que los gobernantes lo tienen claro, pero hace mucho que sé que los Reyes Magos son los padres, así que no albergo demasiadas esperanzas en que estos arreglen el desaguisado educativo. Pongo un ejemplo que sustenta mi incredulidad: en Granada, ciudad universitaria muy afectada por la Covid19, el ejecutivo andaluz ha cortado por lo sano las clases presenciales en la universidad, pero los bares siguen abiertos…

Y con pasar de curso sin límite de suspensos no se soluciona un problema que ya venía siendo secular en nuestro país y que no ha arreglado ningún gobierno ni de derechas ni de izquierdas, precisamente porque no terminan de creerse que la educación merece un pacto de estado que solo intentó Ángel Gabilondo hace unos años y que no fue posible por la mezquindad política que nos caracteriza. Un problema que, de nuevo, afecta a las clases más humildes, las que no pueden pagar un profesor particular o no pueden ayudar a sus hijos con las asignaturas, las que no tienen ordenador en casa o viven al límite en un espacio reducido donde los jóvenes no disponen de un lugar para seguir las clases virtualmente. Las de siempre…

Dice la ONU que ahora es el momento de pensar más allá de la COVID-19, reinventar la educación y lograr el objetivo de brindar acceso a un aprendizaje de calidad a todos los estudiantes. Bonitas palabras. Bonitas y huecas. Como huecas quedarán las cabezas de los jóvenes si este país no es capaz de aprovechar los recursos que el Fondo Social Europeo va a proporcionar para adaptar nuestra economía a la nueva realidad que emergerá tras la pandemia. Y en esa adaptación, la educación es un capítulo fundamental. O nos subimos al carro y nos reinventamos de verdad o como el chiste de Faemino y Cansado nos quedaremos siendo esquimales toda la vida. ¿No conocen el chiste? Pues búsquenlo en Youtube. Ahora sería tachado de políticamente incorrecto, pero, de todos modos, se reirán un ratito.

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