Colutorios: más allá de las gárgaras

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Colutorios, en un supermercado.
Colutorios, en un supermercado.

Un periódico más bien serio, como La Vanguardia, publica que los colutorios tienen efectos benéficos para frenar la transmisión del coronavirus. En concreto, el rotativo barcelonés titula “Científicos señalan el potencial de los colutorios para reducir la transmisión del coronavirus”, como se ve, un titular moderado, moderación que, tras un vistazo rápido por internet, se va perdiendo en otros medios hasta llegar a OK Diario, que ya dice abiertamente que “Los colutorios podrían acabar con los contagios del coronavirus”… cosas de las líneas editoriales de cada cual.

El tema de los colutorios es uno más, uno de tantos que a lo largo de la crisis del coronavirus, su prevención y tratamiento, está siendo de ida y vuelta, ahora no, luego sí, lo mismo tal vez y, por supuesto, a la inversa. Ahí tenemos el caso de las mascarillas (ante no, ahora sí); los guantes (ante sí, luego no, ahora a veces); achicharrar la ropa en el lavado (antes sí, ahora para qué), los zapatos, siempre aparte al entrar en casa (antes sí, ahora para qué)… e incluso no pagar con dinero físico (que antes no y ahora por qué no), solo poner unos pequeños ejemplos que todos hemos ido viendo y vivido estos meses.

No nos vamos a meter en Confesiones en un berenjenal científico, claro, pero estos medios se hacen eco de un estudio que ha sido publicado en la revista de fisiología Function –cuyo prestigio o desprestigio desconocemos en términos absolutos- tras las experiencias llevadas a cabo por un grupo de científicos de distintas disciplinas acerca del lavado bucal como medio para reducir la transmisión. Su conclusión es que el contenido en alcoholes y determinadas sustancias como el CPC (cloruro de cetilpiridinio) de los colutorios tienen efectos antivíricos y que debería –dicen a las autoridades- seguir investigándose esta vía de manera urgente…

Ya ven que en nombre del rigor del que no hace gala habitualmente esta sección -ya que dicho rigor se da por supuesto- ha habido que hacer tres párrafos que son de difícil digestión solo para establecer que hay una serie de científicos, entendemos que reputados, que, en términos de boxeo y con la boca como cuadrilátero, plantean abiertamente un combate Colutorio (Alcohol & Friends) versus COVID-19. Este combate no es por ningún campeonato, siempre se habla de freno, no de cura, pero despierta gran interés, sin duda.

¿El bueno es el colutorio rojo o es el azul (verdoso)? Miren los prospectos. Lo cierto es que en España siempre estamos con lo mismo.

Antes de que cualquiera de la muchas policías de la moral que hoy por hoy existen en nuestra sociedad ponga en su sitio este informe o a este cronista, vamos a recordar que el alcohol lleva ahí desde tiempo inmemorial echando una mano al ser humano sanando sus múltiples heridas e infecciones (y, de paso, machacando su hígado, que aquí igual que decimos una cosa, decimos la otra). Amigas y amigos… sea verdad o un simple placebo, vamos a recordar dos casos indiscutibles. ¿Cuántas veces hemos visto a viejos ya muy entrados en los ochenta tacos, generalmente de campo, tomarse su copita de aguardiente o similar al grito (es un decir) de “esto desinfecta”? ¿Realidad, habladurías o mera casualidad en situaciones que realmente son imputables a un entorno de vida sana? Ni idea, aquí no somos científicos, aquí solo podemos decir que hemos visto como una pera a octogenarios e incluso nonagenarios –por supuesto, auténticos pandemitas sin saberlo, huelga decirlo- que han mantenido esta costumbre hasta que han podido (o les han dejado).

¿Y qué me dicen del rodaje de la mítica película La Reina de África, en Uganda o en algún paraíso de por ahí? Los únicos del equipo de rodaje –según la leyenda- que no se pusieron malos fueron John Houston y Humphrey Bogart por la poca estima que le tenían al agua, para beber, se entiende (de la ducha ya…).

Que lo mismo el ataque que sufrió el equipo (el resto del equipo) fue por una bacteria, eh, no por un virus, que aquí estamos hablando sobre cuestiones sobre las que hace cuatro meses no teníamos ni idea –bueno, a mí en realidad sí me sonaba que la gripe era por virus y el catarro… bueno, el catarro, pues no- y además, queda claro, sometidos al arbitrio, en su acepción que no tiene nada que ver con lo de andar señalando faltas con un pito, de una serie de expertos. Ya saben, vivimos en un mundo de expertos. Otra cosa no, pero expertos…

Como de los que habla El País. Así nos adentramos ya en La Pandemia, al día, ese magazine que podría ser perfectamente presentado por Jorge Javier. En el rotativo madrileño: “España, abocada a subir los impuestos según los expertos”. De verdad que en España te meas con los expertos… o con El País, un medio que siempre hay que leer cuando gobierna el PSOE: primer globo sonda para ir preparando la cartera. En ctxt podemos leer un interesante artículo titulado La primaria, el enfermo crónico de la salud, acerca del estado en que se encuentra esta fase de atención sanitaria que a partir de ahora pasa a jugar un papel clave en la detección del coronavirus y, por último, muy interesante y leído en varios medios, la muerte del mayordomo de la Casa Blanca por COVID tras trabajar para once presidentes…

La verdad siempre puede ser tomada a broma. Este cronista solo ha estudiado Periodismo, pero con eso basta para afirmar que cuando la ciencia se mezcla con la política, malo; cuando la política se mezcla con la ciencia, peor...

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