A toda leche por la Avenida

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Imagen nocturna de la avenida Álvaro Domecq durante la pasada Feria del Caballo. FOTO: MANU GARCÍA
Imagen nocturna de la avenida Álvaro Domecq durante la pasada Feria del Caballo. FOTO: MANU GARCÍA

Nota aclaratoria.- La resaca existía en la vida de (muchas) personas normales los domingos por la mañana. La resaca existía (de vez en cuando) en la vida de los confinados los domingos por la mañana. Este cronista está en disposición de afirmar que la resaca también existe en la vida de los pandemitas los domingos por la mañana. Como el Covid-19, según la OMS, la resaca también vino en su día para quedarse y vaya si lo hizo…

Basta de quejarse, eso no va con los pandemitas, eso es cosa de vulgares confinados. Lo pandemitas, ya saben, no vivimos una pandemia, queremos vivir en la pandemia. Esa es la actitud.

Me permitirán que les haga una pequeña recomendación en las Confesiones de hoy: la próxima madrugada de sábado a domingo cojan un taxi, aunque sea para que les devuelva a su casa en un rato –no sé, diez euros de taxi… se suben al taxi y, como en la cola del pescaíto frito, van y le dicen al taxista que quieren diez euros… diez euros de carrera ida y vuelta- y dense un garbeo por Jerez. Ayer, después de una reunión de amigos absolutamente etílica (más por falta de entrenamiento que otra cosa) y a la vez legal, A. y yo cogimos un taxi para volver a casa –hay que extraer conclusiones propias a partir de experiencias ajenas en Jerez, ¿verdad, amigos?- y en el trayecto, que seguro que tiene más de tres kilómetros, apenas nos cruzamos con cuatro o cinco coches y con ningún peatón. Y cuando digo ninguno es ninguno. Eran las dos o así, no eran las mil, un sábado que, además, en un mundo normal, hubiera sido el de cierre de la feria. Qué situación estamos viviendo.

Pese a la mascarilla, el taxista le pisó bien por la Avenida, no nos fuera a salir un león, como en la peli esa de un Nueva York apocalíptico. Qué adjetivo apocalíptico… aquí seguimos usándolo para fruslerías, sin tomar plena conciencia de que todo lo que estamos viviendo cumple buena parte de los parámetros que se suelen atribuir a esa palabra, como el hecho de qué hacen tres personas con mascarillas sanitarias en un taxi a toda leche por una ciudad vacía porque la ha atacado un virus. Ah, que es la vida real… Vale, el mío solo con hielo. Volviendo a aquella peli, es cierto que por ahora no hay leones por las calles –en el caso de Jerez cabría esperar más bien tigres blancos- ni estamos sufriendo el ataque de un grupo de zombis especializados en comer carne humana, pero no es descartable que a medida que distintos colectivos se adapten a la pandemia vayan surgiendo iniciativas de este tipo…

…Que en realidad, como el virus, ya están entre nosotros. Lo de los zombis se puede interpretar como una simple metáfora en un mundo en el que todos los privilegiados están comenzando a colocarse para mantener su posición, una posición que requiere de su colaboración –de la de ustedes-, léase su dinero. Todos y todas, queridas lectoras y lectores. Desde guays, que habrán visto complacidos (o con risas) este pequeño giro de lenguaje inclusivo, a los malos oficiales (generalizando: empresarios, bancos, políticos, etc). Bienvenidos al mundo de la pandemia…

Y bien, después de contarles un distópico –por ahora, en un mes será cosa de lo más normal- sábado por la noche de manera conscientemente parcial (les ahorro las opiniones tanto políticas como sanitarias de mis amigos cuando beben), damos paso a su magazine favorito, La Pandemia, al día, que perfectamente podría ser conducido por Gemma. Hoy permítanme que les recomiende un artículo de Guillem Martínez, un grande, en ctxt. Su jornada XXXVIII de su particular Decamerón, dedicado a los COVID-sentimientos es un artículo muy bueno, pero en su caso es lo normal. Ana Botín (¿de qué hemos hablado en el párrafo anterior?) dice en El País que “Europa debe entender que la solidaridad no es caridad”. Este rotativo abre así los domingos una serie de entrevistas con grandes empresarios (no confundir con empresarios grandes) y cabe suponer que mantendrá las entrevistas a los ministros los sábados (ayer, dos… bueno, también son muchos, ciertamente). Acabamos con una noticia desopilante del satírico El Mundo Today: “Los madrileños celebran el escándalo del apartamento de Ayuso como signo de la progresiva vuelta a la normalidad”…. Bueno y esta otra también, es tan buena que no me puedo resistir: “Las personas que lleguen del extranjero a España tendrán que estar en cuarentena hasta que voten al PSOE”.

Recuerden que una ficción puede estar compuesta de muchas verdades, incluso en tiempos de pandemia…

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