Ciudadanos es verdugo, no víctima

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

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Ciudadanos está triste. Se lame las heridas por unas pintadas en su carroza del Orgullo LGTB. Los naranjas se estremecen de dolor porque les han llamado fascistas y homófobos en su megacarroza anaranjada con la que, después de pactar con la extrema derecha en todo el país, tienen el arrojo moreno de ir a las manifestaciones por la libertad sexual que sus aliados de Vox persiguen, denigran y condenan, día sí y día también.

¡Pobrecitos! A los de Albert Rivera los increpan las víctimas de la homofobia que fomenta el partido de extrema derecha al que han introducido en las instituciones democráticas que se pusieron en pie gracias también a que hubo gais, lesbianas, bisexuales y transexuales que dedicaron los mejores años de sus vidas a traer la libertad y la democracia a España, que no vino sola ni la trajo Manuel Fraga o Adolfo Suárez.

Qué dolor más grande da ver a Ciudadanos increpado por un colectivo que proviene del dolor inmundo de las cárceles, la represión, las humillaciones, el exilio, las palizas y los insultos, por parte de los padres y abuelos ideológicos del partido de extrema derecha con quien Ciudadanos no tiene empacho en firmar acuerdos de gobierno que legitiman toda esta violencia.

Qué lástima que Ciudadanos sea señalado y expulsado por las personas LGTB, a las que los de Albert Rivera dicen defender, cuando lo único que quieren de este colectivo es su poder adquisitivo, su capacidad de consumo y usar su bandera para blanquear las políticas antipersonas, clasistas, racistas, machistas y contrarias a los derechos humanos por las que abogan los naranjas y sus primos de Vox.

La noticia no es que la igualdad haya vuelto a abarrotar las calles en defensa de los derechos LGTB, sino que a Ciudadanos le han pintado su autobús y que les han increpado por pactar con la extrema derecha. En el fondo, Ciudadanos ha conseguido su objetivo, que es convertir a las víctimas en verdugos y al verdugo en la víctima de los desalmados gais, lesbianas, bisexuales y transexuales que no los quieren en su manifestación.

La noticia no es que Ciudadanos haya recibido abucheos e insultos -¡qué menos!-, sino que un partido que se llama europeísta, liberal, que nació para regenerar la democracia, pero ha terminado pactando con los herederos ideológicos de quienes hacen tan solo cuarenta años metían en las prisiones a las personas LGTB, les daban palizas de muerte y los desterraban de sus pueblos y ciudades, ha tenido que llevar escolta policial en manifestaciones que se caracterizan por su ambiente festivo, lúdico, abierto y pacífico.

La pregunta no es por qué las personas LGTB han abucheado e increpado a Ciudadanos, sino por qué han tardado tanto en hacerlo y qué ha hecho Ciudadanos para que un colectivo pacífico y cívico no los quiera en su manifestación. La investigación que hay que abrir no es quién o quiénes han pintado la carroza de Ciudadanos, sino por qué la población LGTB piensa que Ciudadanos es el enemigo de sus derechos.

Ciudadano es verdugo, no víctima. Ni más ni menos que al mismo nivel que sus aliados de Vox, quienes, si pudiesen, de no vivir en un Estado de Derecho, volverían a situar a las personas LGTB en el mismo punto de mira de Federico García Lorca y todas aquellas criaturas que pagaron con su vida, el exilio, su propia salud y felicidad vital, la maldad ideológica de la que se nutre Vox y con quien Ciudadanos tiene firmados pactos a lo largo y ancho de la geografía española, mientras se cree que llenar un autobús con purpurina es suficiente para ser un partido amable para las personas LGTB.

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