Un acto del Día del Orgullo en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Un acto del Día del Orgullo en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA

Tengo angustia. El cura me ha llamado a su despacho y no sé por qué. Estoy en plazo para no confesarme. Son quince días entre una confesión y otra. Y hará tres o cuatro que la hice. Mentí como siempre. Sé que estoy en pecado mortal pero no quiero contarle al cura las cosas que me pregunta. Que si hago actos impuros. Pues claro que sí, los pienso y los hago. Pero no le voy a dar detalles.

Sus preguntas me incomodan. La masturbación es la masturbación, no sé por qué esa obsesión por afinar tanto. Por lo visto, me explicó, se masturba uno por delante. Pero también se puede uno masturbar por detrás. Lo que aprende uno durante una confesión. Un chico de 18 años en los años 80 tampoco es que tuviera muchas formas para aprender. A ese nivel de detalle. No creo que sea por no haber cumplido la penitencia. Porque ha sido pública y notoria. Sellar enterita cada 50 páginas la gran enciclopedia Rialp. Todo por unas cuantas pajas. Menos mal que he estado entretenido –y solo– viendo la tragedia del estadio Heysel.

Entro en el despacho. La mirada del Padre me vigila desde lo alto. No, ese Padre al que me refiero no es Dios porque tiene gafas. Siéntate me dice el cura. Todo de negro. Siempre con su cara amable. Y esa colonia que no soporto. Y esa cercanía que me hace oler hasta el revés del aliento.

Me lo suelta de golpe y no tengo tiempo reaccionar. Me quedo mudo. Tienes que evitar tus amaneramientos. No está bien cómo te comportas. Mueves muchos las manos al hablar. Pareces una mujer.

Me quedo sin respiración. Me está diciendo que tengo pluma. Que es lo peor que me podía pasar. Porque la pluma delata. La pluma es como un cartel que le va diciendo a todo el mundo que eres maricón. Esa pluma que yo creía que sólo tenían los otros. Pues no. Iba a ser que no. La pluma tiene eso, que como la paja en el ojo ajeno, no te ves nunca la tuya.

El cura sigue. Para pontificar y justificar lo que me ha dicho, me recita una cita que no pongo aquí por eso de los derechos de autor. Pero más o menos decía que me dejara de amaneramientos de mujerzuela y que fuera macho, que fuera viril.

Adiós muy buenas. Portazo. Y con mi secreto al descubierto. ¿Qué pensarán de mí mis padres? ¿Qué será de mí si mis amigos se han dado cuenta?, ¿seguirán siéndolo a pesar de parecer yo un pavo real? ¿Qué será de mí con mis compañeros del instituto?. ¿Qué será de mi trabajo? ¿Lo conseguiré? ¿Qué será de mi futuro? ¿Qué será de mi vida?

Miro la tele y veo la fiesta del Orgullo Gay. Han pasado 34 años. Pero escucho la conversación como ayer. Huelo su colonia como ayer. Me apesta su aliento como ayer. Pero hay algo que ya no es como ayer. Soy yo. Con mis mismas maneras de mujerzuela. Con mi virilidad. Puedo tener hijos, puedo engendrar. Tengo barba. Pelos en el pecho. ¿En eso consiste ser viril, no?

Soy yo. Y hoy soy libre. Aquello lo recuerdo como una cicatriz. Como una herida que me veo de vez en cuando. Me la miro en ese espejo que son los demás. Cuando veo al jovencillo que tiene pluma y que quizás ni lo sepa. O la chiquilla que tiene el pelo corto, que también tiene pluma lesbiana y que quizás tampoco lo sepa. Pienso en lo que tendrán que pasar si se encuentran a homófobos en su vida como me los encontré yo.

Pienso en todo lo avanzado. Pienso en que hoy es más fácil que antes. Pienso que si es más fácil que antes es por las carreras delante de la polícia de muchas plumas durante el postfranquismo. Antes no, porque estaban en la cárcel. Pienso en todas las personas que nos allanaron el camino. Pienso en quienes han contribuído a que yo sea más feliz. Yo hoy lo agradezco y digo que estoy muy orgulloso de todas esas personas que han luchado de una manera u otra por el movimiento LGTBI. Porque el orgullo no es solo personal, el orgullo de ser como uno quiere ser. Puede ser también orgullo ajeno, como la vergüenza. Es también el orgullo de tener a gente que quiere que seas como tu seas. Vienen tiempos oscuros de colores azules, naranjas y verde clarito, pero somos muchos, somos muchas y no vamos a perder ningún derecho. Será por fuerza y por ganas. Nos sobran. Hemos aprendido a resistir. Feliz Orgullo y disfruten de su pluma.

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