'Cristo abrazado a la cruz', de El Greco.
'Cristo abrazado a la cruz', de El Greco.

Tenemos que partir de la base que ningún partido político español o extranjero tiene un programa que sea autënticamente el seguimiento de la doctrina que Jesús de Nazaret nos dejó a la humanidad, pero sí podemos analizar y tener un criterio sobre las distintas propuestas que los partidos políticos hacen para ver que está acorde o no con la doctrina cristiana.

El derecho a la vida

Es el derecho por esencia del hombre y la mujer, de los animales y del reino vegetal. Uno de los temas más polémicos con el que se intenta manipular el voto cristiano es el del aborto. Evidentemente, un cristiano no puede estar de acuerdo con el aborto porque la ciencia no es capaz de decir en qué momento un feto es un ser humano o no. Por lo tanto, los cristianos no queremos aborto. Pero sabemos que la prohibición del aborto no consigue que deje de haber abortos. De hecho, lo que se consigue es que las mujeres con capacidad económica aborten en clínicas privadas en otros países como Reino Unido y las mujeres sin recursos, aborten clandestinamente con el consiguiente riesgo de salud para feto (lógico) y madre.

Lo mejor es votar a partidos que mantengan una ley como la actual, que no evitando totalmente el aborto, ha reducido su número, facilitando a la mujer asesoramiento antes de la decisión.

Unida a esta política, hay que valorar los programas que lleven una educación sexual en métodos anticonceptivos  para las personas jóvenes para evitar embarazos no deseados.

El derecho a la vida se enfrenta a la pena de muerte. Un cristiano no puede votar a ningún partido que defienda esta condena fatal y sin remedio.

Jesús no quería el sufrimiento humano, especialmente el de los enfermos. Hay que valorar los programas donde se haga un compromiso con el derecho de las personas enfermas a una muerte digna. El programa electoral debe darle el derecho a la persona (y no a un representante) de hacer un testamento vital que le permita ser desconectado de máquinas o dejar de ser tratado con medicamentos que lo mantengan artificialmente con vida. Con respecto al suicidio asistido, es una decisión de la persona en la que el cristiano puede dar su opinión, pero queda a la voluntad de quién decide lo que hace con su vida.

El derecho a la vida está íntimamente ligado al no uso de las armas. Jesús era pacifista. No se puede votar a quienes favorezcan el uso de pistolas para matar humanos como defensa personal.

El maltrato animal también debe ser considerado dentro de la defensa de la vida. No se puede votar a partidos que fomenten la tortura animal o la caza por diversión. Incluido está aquí las fiestas taurinas. No son cristianas.

El maltrato a lo vegetal debe ser tenido también en cuenta. En los programas electorales debe haber una defensa a ultranza de los bosques, espacios naturales y en general, del medio ambiente. Un cristiano no puede votar partidos que defiendan, por ejemplo, almacenar gas en Doñana o recortar en los presupuestos contra incendios.

El derecho a la libertad 

Un cristiano no puede votar a partidos que coarten la libertad de las personas. Todo el mundo tiene derecho a la libre expresión salvo que vaya en contra de la declaración universal de los derechos humanos.

Un cristiano no puede votar a partidos que promuevan la discriminación contra cualquier persona por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Especialmente no se puede votar a partidos que estén en contra de la inmigración o de los refugiados, porque el mismo Jesús fue inmigrante y refugiado.

Los partidos que no apoyen el feminismo también está fuera del cristianismo. Jesús siempre se saltó la norma de condena a la mujer en aquél contexto histórico.

Lo mismo ocurre con la homofobia. Jesús no dedica ninguna palabra para condenar a las personas homosexuales. Por tanto, tampoco se pueden votar a partidos que consideren a las personas homosexuales con derechos distintos o menos derechos al resto de la población.

Todo el mundo tiene libertad para elegir la educación de sus hijos. Pero la educación religiosa debe quedar estrictamente reservado a los lugares privados de las religiones: templos, mezquitas, etc. Jesús no hizo colegios. Jesús sólo pide extender su mensaje a través de los hechos. El cristiano se ha de notar por su conducta y no por lo que dice o cuenta. Las religiones que necesitan de lo público para extender su fe son unas fracasadas que no saben llegar a la gente por su testimonio. El cristiano no puede votar a partidos que impongan o hagan uso de las religiones en los lugares públicos o que quieran concertar servicios públicos con entidades religiosas privadas.

La política económica

Jesús era partidario de la distribución de la riqueza, especialmente ayudando a la gente pobre. El capitalismo y el liberalismo económico son enemigos acérrimos de la doctrina de Jesús. Un cristiano no debe votar a un partido que se defina como capitalista o liberal.

La sanidad pública es muy importante para el cristiano y su defensa tiene que quedar muy clara en los partidos a votar. Los pobres, los ancianos y los enfermos son particularmente a los que Jesús prestaba más atención. Un partido que no les de el lugar que se merece, que no honre a sus mayores (cuarto mandamiento) ya sea con una sanidad para todos o una pensión digna no pueden ser votados por los cristianos porque van contra la esencia de Jesucristo.

Nacionalismos

Jesús no era nacionalista. Su mensaje es para todo el mundo. No hace distinción de las personas por el sitio donde vivan o nazcan. Un cristiano no puede votar a un partido que se declare nacionalista, ya sea defendiendo la independencia de alguna región de España o considerando a España como algo superior a las personas. Partidos nacionalistas de regiones o nacionalistas españoles no tiene cabida en la mente del cristiano. La patria del cristiano es el mundo y sus habitantes, la humanidad.

En resumen, el cristiano o la cristiana al leer o escuchar las propuestas electorales debe preguntarse: ¿Hay amor al prójimo en esa propuesta? Si no existe, no se puede votar si se quiere ser consecuente con el evangelio de Jesús.

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