Dos diputados, en un pleno reciente en el Congreso. Autor: PP
Dos diputados, en un pleno reciente en el Congreso. Autor: PP

Numerosos tertulianos, politólogos, sabetodólogos y etcétera, cada día nos ilustran con sus opiniones sobre el porqué de la situación a la que ha llegado España en esta segunda ola de pandemia. 

Hay muchas razones, claro. Y cada cuál le da más volumen a la que más le interesa políticamente, porque no olvidemos, que tertulianos, politólogos y sabetodólogos, son también políticos. Distintos de los oficiales, pero politicos al fin y al cabo, porque trabajan para los intereses de los partidos políticos. 

Nadie puede negar que la principal causa del éxito de este virus, además de su novedad, es la sanidad precaria que teníamos (¡qué ilusos éramos que creíamos tener la joya de la corona!) con pocos recursos, una población sanitaria propia emigrada a otros países y la poca formación cívica que tenemos los españoles a la hora de hacer algo juntos. 

Eso es lo que nos pasa. Ya lo recordaba Mecano: solo nos ponemos de acuerdo para comernos las uvas el 31 de diciembre. Bueno, eso será hasta que a alguien se le ocurra crear una nueva especie de uva que en vez de ser blancas o tintas, sean rojas y gualdas. Entonces, convertiremos la ceremonia del fin de año en un acto facha de buenos españoles contra malos españoles, porque es que no hay cosa que nos guste más a los españoles que pelearnos entre nosotros. 

No es entonces extraño que tengamos un Congreso de los Diputados que parece un corral de gallinas locas, maleducadas y violentas, donde la Presidenta del Congreso lo mejor que podía hacer es irse a su casa por no saber controlar aquello. Hasta un maestro o maestra puede poner firmes a esos parlamentarios sin modales. Un maestro o maestra de la EGB, se sobreentiende. No los de ahora, a quienes le hemos quitado la autoridad. 

El parlamento es el reflejo de la sociedad que vota. Y de la que no vota también, que le da fuerza a otras minorías. ¡Qué tiempos aquellos en que nos quejábamos de los rodillos populares o los rodillos socialistas! ¡Cómo soñábamos con un parlamento más variado, en el que nadie tuviera la mayoría, para que hablaran, para que negociaran, para que todo el mundo se viera representado! Pues nada, nuestro gozo en un pozo. Casi mejor Virgencita habernos dejado cómo estábamos, por la incompetencia de nuestros políticos de hoy, especialistas en montar pollos, pero que no saben sentarse y hablar. ¡Ay! ¿Y criticamos ahora a los políticos de la transición? ¡Pero si eran unos benditos negociando!

El problema principal de España, además del virus, es la gestión de la crisis. No es cosa de descentralizacion, de mando único, ni nada de eso. Es cosa del diputado uno al diputado trescientos cincuenta. Unos más que otros, es verdad. Son responsables de actuar anteponiendo los intereses de sus partidos políticos a los del interés común. Ya saben cuanto peor mejor para el suyo beneficio político aunque eso le cueste la vida a millones de españoles. 

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