El cambio climático y la acción humana en Doñana ponen en peligro la supervivencia de aves y plantas.
El cambio climático y la acción humana en Doñana ponen en peligro la supervivencia de aves y plantas.

Mientras el Gobierno andaluz de los amigos de VOX sigue ocupado haciéndonos retroceder décadas en la lucha contra las violencias machistas y los derechos de las personas LGTB+, empeorando nuestra ya malherida sanidad pública, hostigando y señalando a jóvenes vulnerables por su condición de inmigrantes, o apostando por la privatización de servicios públicos fundamentales para nuestra convivencia, en Andalucía los efectos de la emergencia climática son ya muy tangibles.

Las plagas de algas en toda la Costa de la Luz, la intensa DANA que hizo estragos en Almería, o las enfermedades generadas por la contaminación, como el cáncer, que siguen creciendo concentradas entre Huelva, Sevilla y Cádiz, son realidades funestas de esta tierra que avisan de la pronta tormenta que está por venir. Si no hacemos nada, en 30 años el escenario será mucho peor. Ya lo dicen las personas que están investigando el mapa que quedará si el nivel del mar continúa creciendo al mismo ritmo: el agua podría avanzar por Doñana y la desembocadura del Guadalquivir hasta casi Coria del Río (Sevilla), además, asolaría media provincia de Cádiz y Huelva. Todos los estudios, como el publicado en el año 2015 por la revista científica Nature Communications, señalan que Andalucía será uno de los territorios más afectados por los efectos devastadores de la emergencia climática.

La situación es grave, pero aún estamos a tiempo de frenarla y construir un modelo de país alternativo. Es posible hacerlo si atendemos a los síntomas de la emergencia climática, una emergencia que irresponsablemente continúa siendo cuestionada por parte de algunas fuerzas políticas. Estos partidos, dando la espalda a toda la evidencia científica, prefieren poner por delante sus cálculos partidistas y jugar a la ruleta rusa con algo tan serio como el futuro de nuestro planeta, evitando así que podamos ponerle remedio. Viendo el escenario político en el que nos toca actuar, pueden suceder dos cosas radicalmente diferentes en nuestro futuro próximo. Por un lado, siguiendo la estela de las posturas negacionistas de Vox, podríamos precipitar este horizonte de inviabilidad y destrucción de la vida mirando hacia otro lado como si no pasara nada. Por otro, si colocamos en el centro de nuestras prioridades un nuevo plan de transición ecológica habría posibilidades de convertir este reto en una oportunidad para transformar la economía andaluza, a la vez que ponemos freno a los estragos ocasionados en nuestros ecosistemas.

Además de la emergencia climática, en Andalucía tenemos otros problemas como el desempleo o la desigualdad, ante los que nadie ofrece soluciones viables. Cuando la ofensiva de Trump toca el olivar andaluz, por ejemplo, la única respuesta que ofrecen los que están al mando son tiritas que mañana harán aún más grave la herida en el campo. Por eso, el Acuerdo Verde que propone Más País es una necesidad de primer orden para nuestra tierra, porque la transición ecológica es la única alternativa real que puede revertir esta situación.

Andalucía se la juega más que ninguna otra región de España ante la crisis climática, a la vez que es el territorio que mejores condiciones reúne para desarrollar una economía verde basada en la energía limpia y en los sectores productivos sostenibles. Si trasladáramos los esfuerzos de la industria petroquímica del Campo de Gibraltar y los reorientáramos para aprovechar el potencial eólico que tiene toda la comarca, con los vientos que la cruzan por su posición geográfica en torno al Estrecho, estaríamos ante el primer centro europeo de energía limpia. Los efectos de la industria actual son muy contaminantes, no solo llegan a los ecosistemas del entorno, sino a la población, cuya calidad de vida se reduce mientras arrastra un desempleo estructural del 30% en municipios como La Línea de la Concepción. Es posible, además, acabar con la temporalidad que nos tiene esclavos en el campo y en la hostelería, sustituirlo por trabajos de calidad, de alta y baja cualificación, desarrollando proyectos de reconversión industrial en toda nuestra geografía, atendiendo principalmente a las provincias más dependientes de los ritmos propios del cultivo o del turismo masivo de sol y playa.

Si abordamos la Andalucía del futuro, también tenemos que revisar mirando a través de las gafas verdes nuestro modelo turístico actual. La masividad turística en nuestras costas y ciudades es insostenible para la vida en la ciudad, para nuestro mercado laboral y para nuestro entorno natural. Además, la dependencia de una sola fuente de riqueza nos hace una sociedad más débil y menos libre. Un turismo sostenible puede ser beneficioso entendido dentro de una economía diversificada, y ser útil para revertir el vaciamiento forzado de nuestros pueblos y aldeas, para poner en valor la cultura y la riqueza natural de nuestra tierra. Pero sería una irresponsabilidad que se convierta en la única manera de ganarse la vida en una región privilegiada con tanto talento y recursos naturales.

Tenemos que actuar con urgencia porque hay quienes están aprovechando esta crisis para enfrentar los intereses de la gente trabajadora con el respeto al medioambiente, evitando así tomar cartas en el asunto. Es más fácil decirle a los agricultores que trabajan cerca de la marisma que la culpa de su miseria es lo de los ecologistas que quieren proteger los acuíferos de Doñana, que asumir la responsabilidad de conciliar prosperidad y sostenibilidad en Huelva y Cádiz. Es más fácil, sí, pero también muy irresponsable. Es la gente que hoy malvive del campo la que más se beneficiaría de un Pacto Verde, de ese empleo de calidad que podemos generar si ponemos los recursos públicos a trabajar por el mañana -solo en un año la corrupción supone 60.000 millones anuales a España.

Nuestro entorno natural no es un rival, es lo único que verdaderamente hace posible la vida. La transición de nuestro modelo productivo a una economía verde no debería ser entendido como un remiendo con el que sanar temporalmente las dolores de nuestra sociedad, sino como una forma de avanzar hacia un modelo de país verdaderamente popular y democrático. Andalucía no puede seguir esperando, si hay un pueblo que ya no aguanta a base de parches es este. El Acuerdo Verde que puede hacer posible un futuro que merezca la pena ser vivido, es, en el fondo, un acuerdo verde y blanco.

Nuria Mesa y Manuel Romero, Coordinadores de Discurso y Argumentario de Más País en Andalucía.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído