Teresa Rodríguez, teletrabajando en casa durante la pandemia.
Teresa Rodríguez, teletrabajando en casa durante la pandemia.

No se equivoquen, ni esperen que en la presente reflexión me refiera a Santa Teresa de Jesús ni al relicario de la mano incorrupta de la Santa Teresa que se encuentra en la Iglesia de la Merced en Ronda, conocida también como el brazo incorrupto de la citada santa. No es mi intención provocar ni herir susceptibilidades y es por ello que hago esta aclaración, aunque si desde mi agnosticismo reconozco en la santa coherencia entre lo que decía y practicaba, lealtad con su confesión cristiana y credibilidad entre los creyentes católicos. Aunque el tema que voy a tratar es mucho más prosaico, sí tienen que ver con los mencionados valores.

Allá por Julio de 2018, a través de los medios de comunicación, Teresa Rodríguez decía que “antes me corto las manos que hacer desaparecer a Podemos Andalucía”. 

En 2020, en plena pandemia por Covid-19, abandonó Podemos Andalucía, después de inscribir a Anticapitalista Andalucía como partido político, para a continuación integrarse por la puerta de atrás y rompiendo el consenso de las decisiones en la plataforma electoral Adelante Andalucía, coartada perfecta para no renunciar ni ella ni los suyos a las actas de parlamentarios ni de concejales, dejando a Podemos Andalucía casi al borde de la desaparición, siendo esta para muchos muy probablemente su última intención.

No sé si Rodríguez, responsable de Anticapitalistas Andalucía y aún presidenta del grupo parlamentario de Adelante Andalucía, se ha llegado a cortar las manos, cosa que sinceramente no deseo. Lo cierto es que a ella y a los que la jalonan cerrilmente, hasta el límite de imitar su incoherente actitud y su deslealtad, poco les han importado dejar a Podemos Andalucía bajo mínimo en todos los sentidos, ya que su nuevo partido se ha apoderado, además de su espacio político, de todos los recursos organizativos, económicos y materiales de la formación morada en Andalucía, además de controlar la plataforma electoral revistiéndola de un andalucismo para ganarse la voluntad de los nacionalistas andaluces que la aplauden desaforadamente.

En cualquier caso, con manos o sin ellas, de la misma manera que su coherencia, lo que ha quedado muy cuestionada es su credibilidad personal y política, por mucho que quiera vestir el santo con eso de pretender hacer de Adelante un sujeto político propio de estricta obediencia andaluza. Lo que algunos, a juzgar de los hechos, han querido interpretar, como de estricta obediencia a Anticapitalistas o a su persona, ya que en las actuaciones y decisiones de Teresa Rodríguez no se ha contado ni con Podemos, ni con Izquierda Unida, verdaderos fundadores de la plataforma electoral Adelante Andalucía.

En febrero de este año, la líder de Anticapitalistas Andalucía manifestaba su voluntad de no encabezar la candidatura de Adelante a la presidencia de la Junta de Andalucía, aduciendo que para que un proyecto político se consolide es deseable que no se personalice o identifique en una sola persona. Era una alusión inequívoca a Pablo Iglesias.

Ahora dice que no descarta repetir como candidata a presidir la Junta cuando vuelvan a convocarse unas elecciones en Andalucía, justificándolo con que su “contrato” es de 8 años y hasta que se cumpla ese plazo, está a disposición del proyecto colectivo que es la confluencia. Al parecer ya no importa que el proyecto político de Adelante Andalucía, que ha pervertido en el fondo y en las formas respecto al de su origen, se identifique con una persona, con el riesgo que ello conlleva.

No podemos ni debemos acostumbrarnos tan pronto a que la presidenta del grupo parlamentario de Adelante Andalucía y líder de Anticapitalistas en la comunidad autónoma andaluza, diga o anuncie una cosa, para poco después desmentirse ella misma, anunciando lo contrario, situando su credibilidad política y personal a la misma altura que ha dejado a Podemos Andalucía, sin haberse cortado las manos, hecho que insisto en modo alguno deseo. Igualmente, ni podemos ni debemos olvidar que para Teresa y los suyos la regeneración política era una de sus señas de identidad y criticaban, no exentos de razón, el transfuguismo y la profesionalización en la política, entre otros males de la clase política actual. Sus comportamientos nada tienen que ver con aquello que decían y se asemejan bastante a aquellos que denostaban.

Un proyecto político de izquierda se tiene que basar en unos postulados netamente reconocibles como tales, así como, en la coherencia entre lo que se propone y se hace, la lealtad organizativa y la credibilidad de sus dirigentes. Teresa al salir de su casa, lamento decirlo, hace tiempo que ha decidido dejar la coherencia, la lealtad y, por ende, su credibilidad abandonadas a modo de relicario en un oscuro y profundo rincón de su trastero.

Puño en Alto

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído