Una pasada marcha del Orgullo en Jerez.
Una pasada marcha del Orgullo en Jerez. MANU GARCÍA

Para romper la presunción heteronormativa hacen falta muchos frentes: ser visibles en cada lugar y en cada momento, cultivar la educación hacia la diversidad desde la escuela, crear referentes propios…

LGTBI+ no son unas siglas que deambulan por el espacio, unas letras imaginarias que flotan y nos remiten a lugares remotos. LGBTI+ somos personas, como tú y como yo, que compartimos el mismo espacio en la ciudad. Nos gusta pasear por la calle Larga, participamos en Zambombas durante la Navidad, asistimos a espectáculos en el Villamarta o partidos de fútbol en Chapín, y nos gusta pasear por la Feria. LGTBI+ pueden ser tu hermana, tu hijo, tu vecino, aquella amiga del instituto, el camarero que te sirve los desayunos, la compañera de trabajo, el chico que repone en el supermercado, la mujer que te ha atendido en la sucursal bancaria... Somos personas que vivimos el día a día junto al tuyo. 

Recordar esto todavía es necesario ya que la sociedad ha tejido alrededor de cada persona una burbuja invisible, la que llamamos “presunción de heterosexualidad”. Esta presunción dicta que todo el mundo es heterosexual mientras no se demuestre lo contrario. Y es una presunción diaria que actúa como una terrible camisa de fuerza. Piensa, ¿cuántas veces has supuesto que, por ejemplo, alguna chica debe tener novio o marido?, ¿o le has preguntando a un chico que si tiene novia? 

La presunción se deriva del concepto de “normalidad”, o más ampliamente, de heteronormatividad. Esto se refiere a la forma en que las relaciones heterosexuales se institucionalizan, y pasan a ser lo único visible y válido en una sociedad. Una falsa “normalidad” basada en lo heterosexual que actúa como una soga al cuello para personas que, desde que ponen un pie en la calle, sienten que no encajan, personas que crecen desde el conflicto a ese patrón impuesto y que deben replantearse cómo deben ser sus relaciones afectivas, con quién deben vivir su vida, como deben manifestar sus sentimientos.

Porque la heteronormatividad implica también otra falacia, tal vez más grave, que también se repite. Ese engañoso “lo normal” se asocia habitualmente con “lo natural”. Bajo los axiomas de “lo normal”, “lo de siempre”, se bendice “lo normal” como si se hubiera creado en base a una natural bondad implícita. Pero es una trampa: “lo normal” es estadística, una mera repetición matemática. Y “lo natural” es solo biología. Un ejemplo que ilustra lo anterior es que en Andalucía “lo normal” es que la mayoría de las personas seamos morenas, con ojos castaños, pero no por eso se discrimina a las personas que tienen ojos verdes o azules, colores que, sin duda, todos consideraríamos “naturales” aunque no sean “lo normal”. Y es que esa perversa asociación “lo natural es lo normal” o viceversa originan una presunción peligrosa: aquello que “no es normal” no puede ser “natural” y por tanto, lo diferente se margina, se rechaza, se estigmatiza, se considera una desviación que debe ser corregida, mientras que aquello que se consagra como  “lo normal” acaba por volverse deseable. Así, en el campo de la afectividad, suponemos que “lo normal” es que todo el mundo sea heterosexual. Y si no es así, “lo normal” pasa de ser una cuestión social colectiva a un asunto meramente personal. Por tanto, quien no esté en “lo normal”, ya lo dirá o, aún peor, ya se le “notará”, alimentando el conflicto interno y el gravamen emocional sobre la otra persona desde la adolescencia.

"Para romper la presunción heteronormativa hacen falta muchos frentes: ser visibles en cada lugar, cultivar la educación hacia la diversidad desde la escuela..."

Para romper la presunción heteronormativa hacen falta muchos frentes: ser visibles en cada lugar y en cada momento, cultivar la educación hacia la diversidad desde la escuela, crear referentes propios… y, de esta forma, abrir la conciencia a una “normalidad diversa” e ir cultivando la libertad de ser y crecer por donde queremos hacerlo, y no solo en los márgenes por donde nos quieran permitir. Y para ello, es relevante tener también una voz propia.

En Jerelesgay hemos lanzado recientemente un estudio de la realidad LGTB+, que abarca toda la provincia de Cádiz, pero del cual aplicaremos también un foco en Jerez. El periodo de recogida de datos está aún abierto, a través de una encuesta dirigida a la población LGTB+ que no por no ser siempre visible no deja de ser ambiciosa. Se hacía necesario poner foco y atención, números y luz, sobre una realidad LGTB+ que está aquí, que existe, aunque todavía para muchas personas no la vean bajo esa losa heteronormativa y excluyente de “lo normal”. 

También es valioso que se haga desde Jerez. No es una voz de Madrid o Sevilla, que también pueden ser en muchas ocasiones válidas e inspiradoras, sino que esta vez se busca que sea la voz propia de la provincia, de las personas LGTB+ que vivimos aquí.  No podemos olvidar que la provincia de Cádiz fue en 2016 la quinta de España en número de delitos de odio por orientación o identidad sexual. Es mejor que en 2014, cuando fue la provincia de toda España con mayor número de casos, pero aún hay mucho por hacer. Los incidentes de LGTBIfobia sucedidos este año 2017 con el joven transexual agredido en la Feria de Jerez, el integrante del coro del Carnaval de Cádiz o la agresión más reciente en El Gastor son ejemplos de que aún existe mucho trabajo por la diversidad y la integración. 

Este primer estudio que hemos emprendido será muy útil. Dónde estamos, qué necesitamos, cómo nos sentimos… Las conclusiones serán una herramienta poderosa para articular peticiones, para abrir espacios de necesidades y obtener una foto más nítida de la población LGTB+ que existe, que sí, que vive aquí, contigo y conmigo, como vecinos, hermanas, amigos, compañeras… y que reclama que “lo normal” y “lo natural” deben redefinirse desde esa diversidad que sí nos incluye. 

Firmado por Jerelesgay.

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