El consejero Javier Imbroda, en una imagen reciente.
El consejero Javier Imbroda, en una imagen reciente.

Estimado señor Imbroda, consejero de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía:

En una reciente nota de prensa del pasado 8 de julio, asegura usted que las oposiciones andaluzas se están desarrollando con normalidad y con garantías. Permítanos decirle que el hecho de que se repartan mascarillas y gel hidroalcohólico por todas las aulas, no significa que las oposiciones se desarrollen con “garantías”. Quizás deberíamos reflexionar sobre que se haya normalizado un proceso en el que no, no hay garantías.

Una oposición eminentemente subjetiva, sin temarios oficiales, tremendamente hermética, con plantillas de corrección misteriosas y desconocidas y la inexistente posibilidad de revisión de exámenes son condiciones que precisamente derivan en un proceso contrario al que usted defiende: un proceso que lejos de elegir a los mejores docentes está regido por el azar y la subjetividad.

El derecho a la revisión de un examen debe de ser un derecho fundamental. Precisamente, nosotros como docentes debemos garantizarlo a nuestro alumnado, y ustedes nos han negado ese derecho por activa y por pasiva. Si tenemos en cuenta que así es como se vienen desarrollando las oposiciones desde hace años, por supuesto que puede afirmar usted que se han desarrollado con normalidad.

Pero, ¿es normalidad sinónimo de justicia? ¿Es justicia que se nos corrija de forma arbitraria y con unos criterios desconocidos por los opositores? ¿Es justicia que “casualmente” en la mayoría de tribunales solo hayan aprobado, y con notas muy bajas, aproximadamente la mitad de las plazas que se ofertaban? ¿Es justicia que los tribunales tengan un elevado número de exámenes que corregir en muy poco tiempo derivando esto en que se corrijan de forma poco ortodoxa y sin garantías de equidad? ¿Es posible, señor Imbroda, que precisamente por esto se nieguen a enseñarnos nuestros exámenes, para que no se destape oficialmente cómo un nefasto sistema destroza los sueños y el trabajo de cientos de opositores, suspendiendo a diestro y siniestro año tras año? Porque todos somos conscientes de la podredumbre de este sistema, pero nadie nunca alza la voz.

Lo que usted está informando en el Parlamento sabe perfectamente que es una mentira ocultada con tecnicismos. También es perfectamente consciente, al igual que lo somos todos, de la escabechina premeditada que han llevado a cabo para no engrosar su lista de interinos, amparándose en un proceso opaco. El mecanismo es muy sencillo: puesto que ningún opositor ha tenido en ningún momento posibilidad ni siquiera de poder ver sus exámenes, ¿cómo íbamos a reclamar? Afirmaba también usted que gracias a la figura de sus nuevos asesores especialistas se ha permitido garantizar una mayor solvencia técnica en la elaboración de las pruebas prácticas, y que se ha prevenido así la aparición de errores en los exámenes. Creemos que en realidad se refiere a esos asesores especialistas que han elaborado unos casos prácticos tan alejados de la realidad docente y con unas plantillas de corrección tan inexplicables con el claro (y exitoso) objetivo de que el 80% de sus opositores no aprueben el examen.

Y no hablamos de suspensos con un 4, sino con un 0, un 1 o un 2. ¿De verdad pensaban que nos íbamos a creer que personas especialistas en una materia y que en la mayoría de los casos llevan años ejerciendo la profesión o preparándose el examen iban a estar tan incapacitadas? No, señor Imbroda, nadie se cree las notas de nuestros exámenes.  Además, déjenos decirle que está muy equivocado. Sus “maravillosos” asesores, lejos de garantizar una mayor solvencia en la realización de las pruebas prácticas, han dejado un lamentable reguero de errores repartidos por múltiples especialidades. Por poner un ejemplo, le recuerdo que hasta la fe de erratas del examen de Dibujo tenía erratas. Esto es un proceso serio: qué menos que los exámenes estén revisados antes del día de la oposición. 

El porcentaje de aprobados este año está por los suelos, dejando incluso plazas desiertas antes de la realización de las pruebas orales. Cualquiera no puede presentarse a una oposición docente, y pareciera que esas notas tan extremadamente bajas pusieran en entredicho toda la formación que hemos realizado antes de llegar a esta nefasta prueba.  Señor Imbroda, en las aulas andaluzas hay un potencial docente excepcional. Ha llegado la hora de cambiar el sistema por uno verdaderamente justo, transparente e igualitario, que garantice la elección de los mejores y no este sistema arcaico y decimonónico que venimos sufriendo la comunidad docente desde hace años. Queremos ver nuestro examen.

Atentamente, sus opositores.

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