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Hemos denominado “duelo” al proceso emocional que se genera en una persona como reacción a una pérdida significativa en su vida.

Hemos denominado “duelo” al proceso emocional que se genera en una persona como reacción a una pérdida significativa en su vida. Es obvio que no todas las pérdidas son iguales. No es lo mismo el fallecimiento de un padre que de un hijo, perder un trabajo o que te amputen una pierna…Tampoco que te amputen un pecho, especialmente si eres una mujer joven. Pero todas estas situaciones tienen en común la presencia de una ausencia… insoportable, muy difícil de superar. Por esto, en ocasiones, cuando sucede que el duelo en realidad no está superado hablamos de un duelo “crónico”.

En nuestra cultura la idea de mujer ha estado siempre muy ligada a la generación, mantenimiento y crecimiento de la vida. No en vano a nuestra galaxia le llamamos Vía Láctea porque su origen mitológico fue el chorro de leche de la diosa Hera cuando retiró de forma brusca a Hércules, hijo bastardo de Zeus con la mortal Alcmena. Y tampoco es vano el hecho de que la segunda persona en importancia en la mitología cristiana sea la Virgen María: la madre con mayúsculas, mater amantissima, la madre de la Iglesia, la que parió y amamantó al Judío de Nazaret. Traigo estas dos referencias para ejemplificar hasta qué extremo están identificadas la idea de madre nutricia y la idea de mujer en nuestro sistema de creencias.

Es importante tener presente esta consideración porque una mujer no vive de la misma manera la falta de una pierna que la falta de un pecho, como es fácilmente entendible. Esto último le sitúa la herida en el centro de la idea cultural de “mujer”, digamos en su esencia constitutiva, en lo que la hace ser y sentirse mujer. Es verdad que esta creencia en parte es verdadera (biológica) y en parte es falsa (cultural). Pero muchas veces se vive así, para bien o para mal. Y solo así podemos entender el trauma que ocasiona en una mujer joven la circunstancia de ser mastectomizada. Y la dificultad que puede encontrar para sentirse de nuevo “completa” y “normal”, para vivir permitiéndose tener deseo sexual y sentirse deseada sexualmente. Lidiar con estas dos heridas, la física y la psíquica, no es fácil y si a esto añadimos el pánico que nos produce la palabra “cáncer” como antesala a la idea de muerte, podemos entrever el calvario que supone para estas mujeres su definitivo restablecimiento.

Se entiende que en el proceso de rehabilitación psicofísica todas las ayudas sean pocas y cualquier alteración emocional o cualquier nuevo acontecimiento traumático va a dificultar si no a impedir su inevitable proceso de duelo, y, por tanto, su recuperación. Esto, en el caso de que no agrave la enfermedad.

Viene todo esto al caso a propósito de la historia reciente de María del Carmen Martínez, ex concejal del Ayuntamiento de Jerez, condenada a dos años de cárcel por un delito de prevaricación. Yo no soy jurista, ni ganas de serlo. Espero, como cualquier ciudadano, que la justicia -en este caso y en todos- haya merecido su nombre. No dudo de que así habrá sido. Únicamente me mueve a pedir públicamente el indulto para María del Carmen consideraciones biográficas, sanitarias y psicológicas. Consideraciones humanitarias.

María del Carmen Martínez es peluquera de profesión, madre de dos hijos, uno de los cuales tiene necesidades especiales derivadas de una discapacidad intelectual. En el año 2011 se le detectó cáncer y fue mastectomizada de ambas mamas en el 2014. Proceso en el que sigue luchando y en el que ahora se encuentra en espera de intervención quirúrgica para retirar los espansores. Recordemos que fue imputada y finalmente condenada a dos años de prisión por colaborar en la decisión de conceder una subvención ilegal de 200.000 euros a una empresa que pretendía establecerse en la ciudad.

En mi opinión, creo que sus circunstancias familiares y personales (médicas y psicológicas) reclaman una misericordia, un trato especial, un indulto para que no tenga que ingresar en prisión y ello pueda suponer -por su estado de salud física y emocional- un mazazo irreparable. No suceda que se confirme una vez más por desgracia la célebre sentencia latina atribuida a Cicerón: Summum ius summa iniuria. Es decir, la aplicación estricta y al pie de la letra de la ley se convierte muchas veces en una grave injusticia. Y desde luego que puede éste no ser el único caso; pero en mi modesta opinión, insisto, el caso concreto de María del Carmen podría estar entre ellos.

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