Ficción climática 6: huir del clima

Las migraciones climáticas, es decir aquellas migraciones forzadas por cambios climáticos extremos, se incrementan en todo el mundo

Refugiadas climáticas, en una foto de ACNUR.
Refugiadas climáticas, en una foto de ACNUR.

Las migraciones climáticas, es decir aquellas migraciones forzadas por cambios climáticos extremos, se incrementan en todo el mundo. Muchas de ellas se limitan a desplazamientos internos dentro del propio país.

El origen de estos desplazamientos se encuentra por un lado en los crecientes desastres (como huracanes, ciclones, tifones, tormentas extremas, inundaciones…) o en los fenómenos climáticos extremos que se van produciendo de forma más lenta y a veces no perceptible hasta que llegan a hacer la vida imposible (como el aumento de temperatura, la desertización, sequías, erosión de suelos, etc…).

Acnur en su informe anual ha determinado que en 2021 se produjeron 82,4 millones de desplazamientos forzosos de personas. De ellas, 24,8 millones son personas refugiadas o solicitantes de asilo y el resto desplazados internamente. A pesar de que no existen cifras concretas de personas migrantes en el contexto del cambio climático a nivel global, las que indican el número de desplazamientos internos asociados a desastres nos sirven para tener un ejemplo de su magnitud. Por ejemplo, el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno en su Informe mundial sobre desplazamiento interno afirma que en 2019 cerca de 1.900 desastres generaron 24,9 millones de desplazamientos en 140 países y territorios. Este es el número más elevado registrado desde 2012, superando tres veces la cifra de desplazamientos por conflictos y violencia.

Es imprescindible destacar cómo la mayoría de las personas afectadas por las migraciones climáticas son mujeres como señala el informe Perspectiva de género en las Migraciones Climáticas de la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes). Según las estadísticas del Programa de la ONU para el Medio Ambienteel 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres. Y cuando las mujeres tienen que abandonar forzosamente sus hogares corren un riesgo mucho mayor de sufrir violencia, incluida la sexual. “El cambio climático nos amenaza a todos, pero son las mujeres y las niñas las que suelen sufrir sus consecuencias más duras y violentas”, según la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

El informe Huir del clima. Cómo influye la crisis climática en las migraciones humanas, de CEAR y Greenpeace, pone “de manifiesto la desprotección a la que se enfrentan las personas que se ven obligadas a emigrar por razones principalmente climáticas debido a la inexistencia de normas que les protejan y reconozcan”. Quizás sea de las causas migratorias más invisibilizadas. Y es que aún no existe una normativa internacional que ofrezca garantías a las personas migrantes para tener derecho a solicitar la residencia en terceros países por motivos climáticos.

Estrella Galán de CEAR ha insistido en que “es urgente y necesario establecer vías legales y seguras en casos de movilidad humana forzada, abordando con medidas concretas los casos relativos a las migraciones climáticas, a cuyas personas afectadas se les debería conceder una autorización de permanencia por razones humanitarias y reconocer su condición de refugiadas en nuestro país”.


Las migraciones climáticas están marcando el presente y van a marcar el futuro. Y cómo no, también es un tema recurrente en la literatura de ciencia ficción. Lo hemos visto en un anterior artículo en dos novelas que se centraban en la escasez de agua, pero que reflejaban bien las migraciones climáticas que ineluctablemente provoca. Se trata de Cuchillo de agua de Paolo Bacigalupi y La novela del agua de Emmi Itäranta.

Ahora una recomendación de una novela centrada específicamente en las migraciones climáticas. Se trata de la clarividente y deliciosa novela Algo ahí fuera (2016) del periodista y novelista napolitano Bruno Arpaia.

Nuestro protagonista es Livio Delmastro, un antiguo profesor que tuvo una vida que podemos calificar de satisfactoria, dando clases en EEUU casado con una excelente compañera investigadora y con dos hijos.

Todo eso se viene abajo al tiempo que se corroen los gobiernos y  las administraciones son cada vez más cerradas y opresivas. Así que se ve obligado a regresar a una Italia casi desertizada y azotada por grandes desórdenes sociales y políticos, por la corrupción, los enfrentamientos étnicos y la violencia en las calles. Porque el cambio climático también provoca desestructuración social e institucional y, claro, violencia desatada.

Así que, como muchos otros miles, tuvo que pagar a exploradores y guías, y a gente armada para proteger la migración hacia el Norte escandinavo, enrocado como la actual Europa fortaleza, que rechaza a cuantos intentan llegar allí.

Ahora los migrantes somos nosotros, los europeos del sur. Caminando víctimas del hambre, la sed y los saqueadores, entre turbas de desesperados, a través de tierras estériles, valles calcinados y ciudades en ruinas por un continente trastornado e irreconocible.

En su camino Livio es capaz de construir lazos afectivos y solidaridad con la gente que le acompaña en esa terrible aventura. Su voluntad de ayuda en las peores condiciones es lo que nos deja al final de la novela un hermoso sabor de boca de amor y solidaridad.

Para terminar, os dejo un vídeo con la intervención del autor en la Semana Negra de Gijón presentando este libro.

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