Viviendas para invertir

La especulación es un mal fuertemente arraigado en la sociedad española. Cuando alguien pone su mirada en un trozo de terreno, no ve un jardín, ni una fábrica, solamente se imagina un bloque de pisos,

Una imagen reciente de un edificio de viviendas en construcción.
Una imagen reciente de un edificio de viviendas en construcción. MAURI BUHIGAS

“Las ciudades necesitan viviendas para sus habitantes, no para los inversores”. Ada Colau dio en el blanco, hasta el punto que ya le han quitado la Alcaldía. Es el riesgo que corren los políticos cuando van por derecho y los votantes cuando no miden las consecuencias en el acto de votar. La inversión en vivienda es la forma más insensata, egoísta y negativa de invertir. Aparte de que casi siempre, por no decir siempre, cuando esas viviendas se venden se venden a otros “inversores”, simplemente porque el público en general no las puede comprar, cada sucesiva venta vuelve a subir su precio. Con ese fin las compran esos supuestos “inversores”, excepto cuando la venta es resultado de un fraude de alguna Administración, como aquel caso en que Ana Botella vendió a un fondo buitre varios cientos con el precio rebajado casi en un noventa por ciento, pero no accedió a venderlo a las familias madrileñas necesitadas con ese mismo descuento. Ni siquiera con un descuento algo menor. La ambición se iguala con el respeto a los iguales. Y la familia Aznar-Botella no se considera pueblo, por lo que “no podía” vendérselas al pueblo.

La especulación es un mal fuertemente arraigado en la sociedad española. Quizá porque no se valora igual a todos los especuladores, quizá porque la especulación no está penada como si lo está en países netamente capitalistas, como Alemania, Estados Unidos o Suiza, entre otros. Por lo que sea en el Estado español se ha impuesto una mentalidad que tiene la especulación en primerísimo plano. Ocurre que cuando alguien pone su mirada en un trozo de terreno, no ve un jardín, ni un centro de investigación, ni una fábrica. Solamente se imagina un bloque de pisos, aunque esté en el peor sitio, aunque ocupe por entero un lecho de un río. No importa. Nada importa. Lo único importante es hacer pisos. Y, sí, hay que hacerlos, pero no de cualquier forma, ni en cualquier sitio ni a cualquier precio.

En este caso constructores/as y muchos no constructores/as, empiezan a pensar en el gran beneficio que sería posible obtener por quien tenga “vista”, para hincarle el diente. Hay quien lo sueña incluso sin tener la menor oportunidad de ser constructor/a ni tener tanta “vista”. Se ha dado la circunstancia de llegar a montar una campaña contra alguna empresa decidida a hacer viviendas a precios asequibles. Y se da la casualidad que sea “La Sexta” quien más fuerza ha hecho en la última de estas campañas. Entre otras lindezas han llamado “advenedizos” a los promotores y les han acusado de usar tuberías contaminantes, concretamente de PVC y menos cemento del preciso. Pero ¡qué casualidad! No han especificado cuanto menos, señal clara  de que no han hecho ningún cálculo, ningún porcentaje, ni siquiera han guardado una muestra. ¿Cómo pueden estar tan seguros, entonces?

Pero ¡cuidado! —se defienden— la vivienda usada tiene “tasación”. Tasan bancos, oficinas inmobiliarias y empresas dedicadas expresamente a ello. Y hasta existe una escuela para enseñar a tasar. Algo tan simple como ver los precios que los más “listos” están cobrando en la zona y subirle algunos euros sobre el precio más alto, ¿requiere una enseñanza de dos años? Eso, para el propietario, se llama “progresar”. De golpe, progresar no es encontrar un trabajo mejor remunerado, no es tener suerte y acierto en un negocio. No. El “verdadero progreso” consiste en comprar una vivienda a precio bien bajo y aprovechar la brutal subida practicada para llenarse los bolsillos. Una flagrante contradicción, por más que quieran defenderlo tasadores y especuladores en general, porque la vivienda también se deteriora. No hay motivo, por tanto, para que con el tiempo suba de precio. Es una de esas cosas que se han aceptado como normales, pero sólo denuncia el nivel de conformismo de la mayoría y la codicia, la avidez de unos cuantos.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído