Vista de la Iglesia de San Marcos desde el coro del templo.
Vista de la Iglesia de San Marcos desde el coro del templo. ESTEBAN

¡Angelitos! Se equivocaron. Pobrecitos, ¡qué lástima! Un error lo tiene cualquiera ¿no? Uno, pase. Cien mil reiteraciones en el mismo pecado no los manda al infierno porque lo cerró Wojtyla. ¡Qué previsor! Y quedan por revisar bien a fondo los otros noventa y nueve mil, cuya absolución esperan, a cambio de esos mil cien de los que están dispuestos a desprenderse en compensación de penitencia, pero que algunos, —un “insignificante” 10%— otro descuido, ya no podrán ser devueltos porque han sido los primeros en ser vendidos. ¡Qué contrariedad!, señores obispos. Ya vemos que van despacio las cosas de Palacio, excepto si el Palacio es Arzobispal.

Los otros noventa y nueve mil bienes, y muy buenos, que esperan la revisión en profundidad puede que los deje como estaban antes de las inmatriculaciones: usando edificios que no son suyos porque por ahora nadie ha planteado una nueva desamortización que los ponga en manos del común, sus únicos y verdaderos propietarios. Pero, claro, a los preclaros padres de la Iglesia, a la élite clerical eso de Bienes del Común, propiedad comunal, cesión en usufructo, y todo eso le suena un poco como a chino ¿cierto? Pero China queda muy lejos y es para la gente que cree ahorrar dinero pero no sabe lo caro que le sale.

Cosas del querer.

De querer quedarse con unos, aproximadamente noventa y nueve mil edificios entre construcciones civiles y lugares de culto por una oculta escritura o cuando menos documento legal de compra venta o donación, que no aparece, mire, que parece inexistente. Pero no es contrariedad. La firma del Ordinario de turno ha sido suficiente para suplir la falta de cualquier documento acreditativo de la propiedad. Una ordinariez, devolver el uno por ciento de lo presuntamente apropiado, no, no tanto, tan sólo renunciar a la propiedad absoluta del 0’9%, porque el resto ya está contabilizado y en caja, vía venta, presuntamente fraudulenta o cuando menos “casualmente” rápida, habilidad para quitarse de encima lo pignorado sin ser digno de pignoración. Juegos malabares propios de especialistas, como el de devolver el 9% para convertir en venial el “pecadillo” del 90%, porque ambas cifras coinciden en un número, aunque a la primera el falta el cero, pero como el cero no tiene valor. ¡Qué jugada! Vamos a ver, seriedad, que este cero está a la derecha. El 9 es la des-inmatriculación, que el buen des-inmatriculador llegó para ignorar que ese cero suma diez detrás de cualquier otra cifra.

Si creían haber redondeado la cuestión con la dichosa “devolución” que no es devolución, menos las cien del descuento, desde luego la han redondeado, sin duda. Pero esos redondeos, como los faroles tirados al aire al final se vuelven en contra; caen sobre quien los tiró. Así que mejor recojan los faroles que no alumbran y acepten la luz brillante en las palabras de quienes defendemos la propiedad pública de los bienes del común, pues estos son de todos y no requieren Registro. No quieran hacernos creer que para impedir apropiación de bienes que son de todos, la única solución vaya a residir en seguir a Mendizábal. Que después querrán anatemizarnos. O achicharrarnos en cuerpo para purificarnos y evitarnos el infierno. Pero ¿el infierno no lo cerró Wojtyla?

La Sociedad debe recuperar todo cuanto la jerarquía de la Iglesia se ha apropiado indebidamente. De lo contrario, además de otras consecuencias, el mensaje será que nunca, nunca, se debe prestar algún bien de ningún tipo. Entre otras cosas para evitar apropiaciones con subterfugio incluido.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído