¿Por culpa del gobierno?

Con razón llaman ya “Pinocho Feijóo” al jefe de filas de los mal llamados “populares”

Feijóo, en un acto del PP en Málaga días antes de las elecciones del 23J.
Feijóo, en un acto del PP en Málaga días antes de las elecciones del 23J.

A Moreno le ha faltado tiempo para echarle toda la culpa al gobierno. ¿Por qué? Por haber subido los precios de los comedores que son administrados por la propia Junta. Pero ya sabemos: la derecha es embustera y cínica. Sobre todo los defensores a ultranza de los desaguisados de Pinocho Feijóo y su cachaba, en especial aquellos que intentan justificar y compensar tropecientas mentiras de unos con un fallo o una diferencia circunstancial de otro u otros. Ahora la Junta de Andalucía ha subido el precio de los comedores escolares y lo ha justificado en la elevación del salario mínimo. Pero no ha razonado que se trata de una subida de costes, una subida que bien podía haber absorbido y financiado. O, cuando menos, decir la verdad, sin subterfugios. Una vez más que están contra cualquier medida que permita respirar un poco mejor. No. Lo ha justificado en la subida del salario mínimo y ya está, diciendo, “la culpa es del gobierno”. Pero la elevación del salario mínimo ha tenido toda una serie de consecuencias positivas: ha resuelto en una pequeña parte el problema creado a los trabajadores por sus bajos salarios, muy por debajo del coste de la vida; ha mejorado la situación económica de las familias, lo cual ha movilizado el consumo, lo cual a su vez ha tenido una muy beneficiosa consecuencia: la elevación de la economía en general, al propiciar una mejoría del consumo.

Pero el señor (?) Moreno, aprendiz a que le crezca la nariz sin sufrir subida de colores en el rostro, le ha dado su más genuina y falseada interpretación: según él, la subida del precio de los comedores no se debe a una elevación de costos. Tampoco denuncia la rigidez cicatera y roñosa de la propia Junta, incapaz de prestar su apoyo a esos comedores para costear la subida que no supondrá tanto al final. Nada de eso. Su única explicación ha sido echarle la culpa al gobierno por haber subido los salarios. Lo cual les coloca contra una medida que permite respirar un poquito mejor, una vez más se ponen directamente contra todo cuanto permita mejorar mínimamente. Impresionante.

Todavía les dura la molestia porque se mejorara algo el nivel de vida de los más desfavorecidos al elevar ligeramente unos salarios que estaban muy por debajo del nivel que pudiera considerarse normal, y muy poco en línea con la generalidad de los europeos, mucho más participativos del beneficio obtenido por el empresariado. Se ve que aquello les dolió tanto que todavía aprovechan cualquier pretexto para quejarse y acusarlos de lo que sea, de lo que se pueda, con tal de acusarlos de algo, a pesar de que las consecuencias beneficiosas, que ya se han visto más atrás, han sido mucho más notorias que ese detalle de la repercusión sobre los precios finales de los comedores.

Con razón llaman ya “Pinocho Feijóo” al jefe de filas de los mal llamados “populares”. Lo malo es que eso impregne a la totalidad del partido, aunque a lo mejor no es lo malo, sino lo bueno, pues así enseñan su verdadero rostro. No porque en este caso sea específicamente falso, sino porque es falso el enfoque porque confunde y engaña. Es una media verdad manipulada, algo muy frecuente en política, especialmente en España, dónde la mayoría de los políticos de partido son incapaces de llevar adelante un juego limpio que pueda un día llegar a dignificar la política. Lamentable por cuanto tiene de negativo para la marcha del país. ¿Cómo se puede confiar en unos dirigentes —si llegan a serlo— capaces de manejar las mentiras más burdas, las manipulaciones más groseras, los juegos más sucios en su lucha por alcanzar unos cargos? Ese comportamiento no aporta confianza a/con esos cargos, sino todo lo contrario. Esas mentiras, esas tergiversaciones, esas manipulaciones, colocan siempre la duda sobre la capacidad de esos políticos para buscar la forma de obtener un posible acercamiento a la felicidad de sus gobernados. Saberse gobernados por gente así, peor aún, acostumbrarse a ser gobernados por gente así, es no poder vivir tranquilo, es saber que el voto que has otorgado a unos individuos se te está volviendo en contra de forma permanente.

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