El interés de la "re-conquista"

No hubo expulsiones como se ha dicho después y se sigue diciendo en la actualidad, sino movimientos de personas

El interés de la "re-conquista".
El interés de la "re-conquista".

La “re-conquista” tiene más interés que un préstamo a largo plazo. A largo plazo fue y a más largo le siguen sacando réditos a un error, a un gran engaño como han demostrado algunas decenas de historiadores íntegros y se puede ver en un ligero repaso a los hechos. Para empezar sólo puede ser re-conquistado lo que se conquista dos veces. En este caso lo conquistado por segunda vez puede haber sido propiedad del conquistador, pero de forma ilegítima, pues habría una primera vez que lo deslegitima. En el caso del reino de España, los territorios conquistados entre los siglos XIII y XV, habrían sido de los conquistadores si los conquistadores hubieran sido los godos. 

Pero los godos, en su primera conquista, no se quedaron con el territorio, se limitaron a reducir sus habitantes a servidumbre, para que les entregaran las dos terceras partes de todo cuanto produjera la tierra. Pero ellos no lo extraían ni sembraban ni cuidaban el ganado. Se limitaban a percibir los dos tercios “por derecho de guerra”. Es decir: por la fuerza. Pero tampoco se consideraron nunca “reyes de España”. Ni de Hispania. El título que se dieron a sí mismos fue el de “reyes del reino godo de Toledo” excepto Recaredo que se llamó “rey de todos los godos y suevos”. Por ninguna parte aparecía el nombre romano de “Hispania”, eso se quedó para los Califas, que sí se titularon “Rex Hispaniae”, como figura en las monedas halladas con la efigie de algunos de ellos, entre otros Mwhanmad II y Abderramán III. Como el territorio nunca había sido de quienes quedaron en meros invasores, no pudo darse “reconquista” alguna.

Tampoco se puede hablar de “re-“, porque las luchas, frecuentes en aquel tiempo y lugar, fueron casi tan frecuentes entre el norte y el sur como entre los propios llamados “reinos cristianos” y el propio Cid, al que veneran los adoradores de gestas, estuvo más tiempo al servicio de los reinos de Sevilla y Zaragoza que de Castilla o León. Ni puede llamarse “re-conquista” a una serie de guerras discontinuas, ocurridas desde la batalla de la Janda hasta la declaración por el Papado de la “bula de cruzada”, para la conquista de Andalucía. Es increíble la falta de lógica con que se ha venido tratando este tema desde el momento mismo que el analfabeto Alfonso III encargara la escritura de la apócrifa “Historia de España”, basada en el Poema de Fernán González, tan plagado de errores y valoraciones extemporáneas, como lo es el propio hecho de hablar de “fin de la reconquista y expulsión de los invasores”. Si hubieran existido esos “invasores” ¿Cómo los iban a echar al cabo de ochocientos años? Estarían muy ancianitos. 

No hubo expulsiones como se ha dicho después y se sigue diciendo en la actualidad, sino movimientos de personas —los llamados “moriscos”— que eran removidos de unos enclaves a otros, dentro de la península, la mayor parte de las veces dentro de la propia Andalucía, para hacerles perder sus señas de identidad. Los que salieron de la península huían de la represión y de las cuerdas de presos que recorrían los polvorientos caminos con ese fin. Estos exiliados, huidos para librarse del látigo, se establecieron en el norte de África. Y, como prueba de su naturaleza andaluza y su religión mayormente cristiana, puede comprobarse que llevaron en su poder obras de filosofía aristotélica de Averroes o médicas y científicas y, entre otras la Biblia y las obras de Santa Teresa o Fray Luis de León. Entre otras. Esas obras están hoy custodiadas dónde fueron depositadas: la Biblioteca de Tombuctú recuperada por la Junta de Andalucía como parte del legado andalusí. Allí siguen.

El error, interesado, por tanto no es un error sino un montaje, ideado ya a partir del silo XI, para intentar justificar la injustificable conquista de Andalucía tras la bula papal que atrajo los ejércitos de todos los reinos “cristianos” peninsulares, más Francia, Roma y otros países italianos y grandes contingentes de otros países europeos en busca de indulgencias.

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