Manifestación en Sevilla el 4D de 1977 con multitud de banderas.   PABLO JULIÁ
Manifestación en Sevilla el 4D de 1977 con multitud de banderas. PABLO JULIÁ

No es que el franquismo nos haya conducido a contar en bloques de cuarenta. En cuarenta años se renueva el mundo, se suceden generaciones, se impone lo virtual… y se recuerda que, va para cuarenta años, Andalucía cambió el camino trazado cuando, sin pensar en 155, se nos aplicó el 155, un 28 de diciembre, buen día, cuando la mayoría dual de UCD y PSOE, pactó la imposibilidad de que pudiera alcanzar el grado de autonomía al que aspiraba, como hace poco aprobaron la invasión disimulada de Cataluña. El 28 de febrero de 1980 lo anulaba el 28 de diciembre de 1979. Pero el 28 de febrero no se hubiera podido dar, si no hubiera existido el 4 de diciembre de 1977 que va a cumplir cuarenta años.

Demasiado tiempo para no haberlo querido aprovechar. Demasiado poco para olvidarlo. Tras las primeras elecciones generales, el 15 de junio, en casi todas las entonces llamadas regiones, sus parlamentarios se organizaban para reclamar pre-autonomía, entidad jurídica con que organizarse y obtenerla cuando se redactara la Constitución; pero los parlamentarios andaluces se preocupaban de la mayoría deseada por el PSOE a costa de echar las dos ciudades que siempre fueron andaluzas, incluso reclamando “su devolución” a Marruecos, país al que nunca han pertenecido. La hegemonía política era preocupación monotemática para unos diputados a quienes, la posibilidad de que Andalucía fuera la única Comunidad privada de Autonomía, no les traía al pairo, porque no la deseaban.

Mucho antes, habían intentado callar al andalucismo con un cínico “primero la democracia, después la autonomía”, promesa olvidada desde el Referéndum del 15 de diciembre de 1976. Ante el absoluto desinterés parlamentario, la Sociedad Civil los sacó de la indiferencia, o peor, de su negativa. Un grupo cultural, ecologista y autonomista, “Averroes Estudio Andalusí”, convocó a todos los grupos sociales, sindicales, políticos y personas independientes, quienes se vieron en la sede de Averroes, excepto UCD y PSOE, que no aceptaron la invitación. Las reuniones se dilataron porque muchos pedían su presencia. De ahí que el 12 de octubre, aprovechando una reunión de parlamentarios en la Diputación de Sevilla, se acercara una representación a pedirles su adhesión, o incluso, que ellos mismos la convocaran; pero se negaron hasta a recibirnos, por lo que el comunicado les llegó a través de un bedel.

Comprendieron que la manifestación se haría con o sin ellos y rectificaron para evitar la mala imagen que les habría acarreado. Al final de la reunión, decidieron asumir la convocatoria. En realidad decidieron convocar ellos la manifestación en claro monumento a su protagonismo, pues la convocaron contra la ya en marcha para el 4 de noviembre, pese a llevar negándose a ella desde junio, para evitar el ridículo que habrían hecho de seguirse negando. Sin embargo no hubo dos manifestaciones por voluntad de los demás, porque, conocida esta última convocatoria de los parlamentarios, se desconvocó la primera para sumarnos, todos, porque los promotores, lejos de protagonismo político, queríamos acabar con la indigencia política, social y económica que los partidos oficialmente “mayoritarios” ya estaban promocionando con su única preocupación de sacar de Andalucía a Ceuta y Melilla.

Cuando un periodista que conoció aquello desde el primer momento y de primera mano, aunque jamás se hiciera eco de las acciones de Averroes y de la Coordinadora contra lo que sí hicieron muchos otros medios de toda Andalucía -ahí están las hemerotecas para demostrarlo- inventa que la idea fue de José Rodríguez de la Borbolla, nos preguntamos y le preguntamos dónde tenía guardada la chistera para sacar sorpresas tan chistosas. De humor negro, otra cosa no puede ser.

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