Carlos Pérez ha dejado la política o, mejor dicho, la política le dejó a él. Ahora, Pérez ha abrazado la música y la música... bueno, la música le tiene entusiasmado. El que fuera dirigente de Ciudadanos en Jerez lleva dos vidas, al menos que sepa, que a ver, que tampoco es que sea el escritor Fernando Pessoa y sus decenas de heterónimos. Con el político a buen recaudo debajo de la cama –ojo, los políticos son un poco como los toreros, no se retiran nunca... que a nadie se le ocurra referirse a un torero como extorero, que ya la tiene liada–, Carlos Pérez es Carlos Pérez, ahora de nuevo el empleado de banca, mientras que el músico se da en llamar Willy Covadonga que, lo coge de una canción de Pony Bravo, por cierto.
Entonces... ¿Hablamos de Pérez o de Covadonga? Hablar de un empleado de banca, no sé... que puede tener su aquel, yo recuerdo a José Luis López Vázquez y al resto de la banda de 'Atraco a las tres' y directamente me río, pero mejor será hablar de Covadonga, Willy. Después de oír en Spotify sus dos canciones, debo decir que me gusta más la del perro, no sé, lo del perro tal vez me recuerde a Iggy Pop o a Jacques Brel. Si una es protopunk ('I wanna be your dog'), la otra, 'Ne me quitte pas', pasa por ser una de las canciones más tristes jamás escritas y tiene el famoso verso de 'déjame ser la sombra de tu perro'. Con la del perro fiel, Willy se mueve en un medio tiempo, muy prometedor, como de cafetería americana. Yo estaba por decirle que ánimo, que ya mismo está aquí la temporada de directos de Zahora y Los Caños, pero justo me entero de que Antonio Orozco se retira, al menos por ahora. Vamos, Willy, que como dicen en los bares castizos de Madrid, que al fondo hay sitio.
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