Óscar Puente ha vuelto a hacerlo. Parece uno de esos titulares de la prensa de hace un siglo, referido a un héroe de la aviación que ha cruzado el Atlántico o a un galán latino de cine mudo que ha reventado de nuevo la taquilla. Pero, desgraciadamente para la política española, no es el caso.
El vallisoletano aprovechó que el presidente de su comunidad, de Castilla y León, el popular Fernández Mañueco, está de vacaciones en Cádiz, el incendio de Tarifa y el hecho de que Mañueco no haya acudido a Las Médulas (León) a interesarse por el incendio que ha asolado esta zona, para montar una especie de circo de tres pistas en el que arremete contra Mañueco y, de paso, hacer un evidente feo –falta de empatía, que se dice ahora– a las dos mil personas desalojadas de sus viviendas y otras miles que han seguido con preocupación y nerviosismo lo ocurrido en la zona de Atlanterra.
Pero claro, decíamos que Puente ha vuelto a hacerlo. ¿Cuántas veces van, cuántos días de gatillo fácil en redes sociales? Hay momentos en que no está muy claro si Puente es un ministro que le dedica mucho tiempo a Twitter (bueno, a X) o si es un tuitero que tiene la suerte (por el sueldo) de ser en sus ratos libres ministro.
Y desde la provincia de Cádiz se puede decir con conocimiento de causa: es un auténtico despropósito el añito que llevamos de averías y retrasos en los trenes, tanto Alvia como AVE desde Sevilla, lo que hace aún más indigesto cualquier comentario fuera de lugar porque es inevitable pensar “y este tío, ¿cuándo trabaja?”, con la conciencia tranquila de que, en este caso, no se está cayendo en demagogia alguna.
Como Tarzán (Johnny Weissmüller) dando alaridos por la Quinta Avenida, como Bela Lugosi yendo vestido de Drácula a los estrenos de sus películas, llega un momento en este tipo de gente en que el personaje acaba devorando a la persona. Que sí, que el presidente Sánchez sabía cuándo le nombró tuitero, digo, ministro, que ladraba, que era un borde, un tipo duro (en el Twitter), pero sencillamente está empezando a no medir y no medir es muy malo en política (y en la vida en general). Si cada vez que cargue contra un dirigente del PP ‘como solo él sabe hacerlo’ va a causar el repelús de miles de personas, incluso con afinidad política, algo se está haciendo mal. Aparte de trabajar poco, que eso ya…
