La cúpula del PP y Ciudadanos en Andalucía. FOTO: Cs Andalucía
La cúpula del PP y Ciudadanos en Andalucía. FOTO: Cs Andalucía

La primera gran medida que aplicó el bipartito andaluz de PP y Ciudadanos (sujetado por Vox), y que ya venían anunciando en la campaña electoral, fue la eliminación del impuesto de sucesiones, el mismo que solo pagaban los parientes directos que heredaban más de un millón de euros por beneficiario. Fue un decretazo que afecta directamente a la recaudación (las arcas se verán mermadas) disfrazado bajo el lema: "vamos a bajar los impuestos", que siempre suena muy bien pero siempre acaban sufriendo los mismos; los que menos tienen.

Ahora ha llegado la segunda medida económica de relevancia, la rebaja del tramo autonómico del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) de la que se beneficiarán 3,7 millones de personas, pero ojo a la letra pequeña; impulsa una bonificación más grande para las rentas altas (tres puntos porcentuales) que para las bajas (0,5 puntos). Un ejemplo, los que cobran entre 60.001 y 120.000 euros, que no es que sean demasiadas personas, verán reducido su tipo impositivo del 23,5% actual al 18,5% de 2023.

En otras palabras, durante el próximo lustro los andaluces que más tienen, gente acomodada, que vive muy bien, grandes empresarios y terratenientes, verán aliviadas sus ya de por sí engordadas cuentas mientras que el andaluz medio (que cobra unos 1.476 euros al mes según las estadísticas de la patronal) se conformará con migajas que no le llegará para aliviar su día a día.

También, cabe recordar que PP, C's, Vox y PSOE, (es decir, los partidos que tenían en abril representación en la mesa del Parlamento) aplicaron una subida de sueldos a los parlamentarios andaluces dos décimas por encima de la subida del IPC. Otra "ayuda" a unos dirigentes que ya vive suficientemente bien. "Para traer a los mejores hay pagarles bien", que dijo el vicepresidente Juan Marín.

Lo sorprendente y paradójico de todo este asunto es que se ha convencido de algunas de estas medidas a parte de la clase obrera, que sufrirá indirectamente tanta manga ancha a los ricos. He visto con mis propios ojos manifestarse por el impuesto de sucesiones a abuelos que apenas tienen posesiones ni donde caerse muerto y que ingresan como mucho unos 15.000 al año. La maquinaria propagandística puede conseguir milagros si se tocan las teclas oportunas. Ya iba VOX asegurando en los medios de comunicación que en España se discriminaba a los ricos y eso afectaba a las oportunidades de los pobres.

Parece que a una mayoría de votantes andaluces (que no de andaluces) le importa más la pulcritud de la bandera española. Gente que se deja guiar por sus propios delirios de grandeza (ser algún día uno de ellos, un rico; el nuevo sueño americano) antes que por la tozuda realidad: la mayoría somos y seremos obreros el resto de nuestras vidas.

Luego vendrán los lamentos al vernos en el furgón de cola de todas las estadísticas, al comprobar que la precariedad y Andalucía se han hecho indisociables o que el ascensor social está directamente roto. Entonces nos acordaremos de que los impuestos son una forma de aminorar las desigualdades estructurales y que quizás esa bajada tan cacareada solo era un juego de trileros de unos privilegiados: pan hoy para la miseria del mañana.

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