Andalucía no es el altramuz de la Bernarda, señor Moreno Bonilla

El destino de Andalucía, como decía Antonio Gala, no es implorar que la desarrollen, sino conseguir que la dejen que se desarrolle sola

Juan Manuel Moreno Bonilla en un acto político.
Juan Manuel Moreno Bonilla en un acto político. MANU GARCÍA

Nos ha tocado como le podría haber ocurrido a otros. Nuestro presente es algo similar a una fiesta de extracción de los recursos andaluces en beneficio de capitales con sede social en Madrid, a la que se ha invitado a to quisqui amigo que quiera aprovecharse. A esa celebración acuden raudos aquellos que tienen que ver con la financiación de actos electorales del partido popular, como se ha publicado. 

La tarta es nada más y nada menos que la Sanidad y la Educación Pública andaluza, otrora emblemas de buen servicio público, hasta que el PSOE y el PP convinieron que debía darse la colaboración de lo público y lo privado, para hacer negocio, como les gusta decir a ambos. Es decir, lo primero financia a lo segundo y los rendimientos que este obtiene se reparten entre unos cuantos, con sede en Madrid, que es donde se imputan todas las ganancias, quedando así favorecida su balanza fiscal, en detrimento de la andaluza.

Esa práctica es habitual de los partidos que defienden el PSOE y el PP, que reporta para sus integrantes determinadas rentabilidades personales, como es la incorporación a los consejos de administración o en puestos ejecutivos de esas corporaciones a través de lo que se conoce como “puerta giratoria”. Lo hemos visto recientemente en el viceconsejero de Sanidad del partido popular en Andalucía que, sin la más mínima decencia, ha adjudicado decenas de millones de euros a Asisa, para seguidamente dimitir de su cargo en el gobierno del Sr. Moreno Bonilla y, simultáneamente, pasar a formar parte de la plantilla ejecutiva de dicha entidad extractiva. 

Esa es la rueda que, para que gire bien, previamente, hay que organizar un caos en el servicio público sanitario y educativo andaluz, lo que va a acompañado de una campaña publicitaria que traslada un mal funcionamiento para así justificar la externalización de aquellos y concertarlos con el sector privado, para desde ahí captar como clientes a los usuarios del servicio público en cuestión. Esta es la finalidad.

Andalucía, en definitiva, no recibe el justo resultado de su esfuerzo productivo al conjunto del Estado español aun cuando aporta un  gran valor añadido, además de la mano de obra andaluza, también al consumo y por su turismo, sin que ese trabajo repercuta realmente en Andalucía, a la que no se le deja otro camino que la dependencia de quien la extrae y sin que los que hasta ahora han gobernado la tierra andaluza se hayan tomado en serio los problemas estructurales que padece, condenada a no tener su propio modelo productivo. 

Todo ello forma parte de un premeditado plan que tiene como objetivo impedir que Andalucía tome el lugar que le corresponde, lo que ha permitido a las élites económicas vascas, catalanas y madrileñas repartir la tarta a su exclusiva conveniencia y, en esto, participan de plano el PSOE y el PP, que ahí, en lo esencial, sí que están plenamente de acuerdo, impidiendo así un pacto entre los diferentes pueblos y/o nacionalidades del Estado, en el que, para su configuración, es clave Andalucía que, siendo una nacionalidad histórica, no es separatista. 

Luego, llega el presidente de la Junta de Andalucía, Sr. Moreno Bonilla y con sonriente desparpajo nos informa que lo que está ocurriendo es que los catalanes nos roban, cuando, es su propio partido quien favorece la ecuación extractiva de las citadas élites económicas y, sí, llegado el caso, necesitaran a los nacionalistas independentistas de Junts o del PNV para gobernar pactarían con los mismos sin pestañear, de lo que ya hay precedentes, con Aznar. 

Lo anterior, los lleva a concluir que Andalucía es el chocho de la Bernarda y no, Sr. Moreno Bonilla, no lo es. La fiesta extractiva que se ha montado aquí colma la paciencia andaluza, enervada de enriquecer a foráneos, sin recibir respuesta a tan importantes aportaciones al común del país que permite que este funcione. 

El destino de Andalucía, como decía Antonio Gala, no es implorar que la desarrollen, sino conseguir que la dejen que se desarrolle sola. Es, en esto, donde hay que estar. Por cierto, y, para terminar, el flamenco es andaluz Sr. Moreno Bonilla y el chotis de Madrid. 

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