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Por necesidad se omitieron palabras para sumar a los indignados en masa para ganar a la derecha, y por honradez este pacto entre IU, Podemos, las mareas y los partidos afines al ideario en lo común me darán la oportunidad de hacer dos cosas a la vez, aunque siempre particularmente pensara que eran lo mismo, socialismo. Los de abajo votaremos juntos sin miedos ni complejos frente a la derecha.

¿Quién decía que Podemos era solo tacticismo y populismo? ¿Cómo nos atrevimos a sugerir que Izquierda Unida no estaba a la altura en las necesidades de las vanguardias en los cambios políticos?

Recuerdo aquel 15 mayo donde los más clarividentes se echaron a las plazas. Los que dedican su tiempo libre a salvaguardar los derechos de los ciudadanos al margen del ego. La red humana creada a raíz de lo acontecido es tan inmensa y está tan interconectada que nada podrá ya destruirla si seguimos siendo constantes. Sin dudarlo, muchos nos sumamos a la nueva metodología pero, en mi caso, siempre había algo que me reconcomía, y que incluso tras intentar convencer cansinamente a personas que creía más obsoletas que yo a la hora de no entender ciertos movimientos, no me dejaba estar tranquilo.

Algo en mi interior me decía que estaba traicionando algo o a alguien, miraba hacía atrás y en la mirada de mi abuelo en su celda como preso político en la dictadura militar, intuía que él sorprendido estaba observándome y era implacable en mis divagaciones o intenciones al respecto. Desde la redes con osadía me sumé a debatir con los militantes de la vieja guardia, fieles a lo que la historia hizo de ellos, valientes en no diluir ni por un instante la memoria de los sindicalistas, soldados y militantes. Siempre me preguntaba qué argumentos podía decirle a mi abuelo, si lo tuviera delante, sobre que ahora para ganar a la derecha había que omitir simbología, escudos, adjetivos y palabras por las cuales muchos dieron la vida, para intentar revertir la historia de nuestros días. ¿Por qué me decantaba por una opción y no por la otra?

Pero mi gratitud y sobre todo mi alegría viene cuando Izquierda Unida se ha sumado al cambio, sin perder su identidad. Poder coger esa papeleta llena de todos los matices necesarios me deja respirar tranquilo y ahora podré llamar a muchos como corresponde, compañeros. Necesitaba sentirme cómplice de aquellos a los que trataba de convencer con mis limitados razonamientos. Me sentía incompleto en una sensación inexplicable.

Ahora en esa papeleta de las próximas elecciones va el republicanismo, el comunismo y su influencia a la izquierda del muro. Cosa que jamás le negué a Podemos, evidentemente, porque va en su ADN y es algo que vino a resucitar y a poner de nuevo en la cresta de la ola, pero esta vez con millones de votantes. Tenía el corazón dividido entre lo que me ofrecía la razón para ganar y lo que me demandaba el corazón y las entrañas. Pero ahora ya no. Estoy tranquilo.

La palabra compañero es tan bonita y necesaria. Es tan grato dar un abrazo a alguien que comparta tus inquietudes y que te lance una mirada cómplice desde la militancia compartida. Hemos venido de nuevo para lo de siempre, pero esta vez ya no seremos minorías endogámicas ilustradas pero frustradas e ineficaces, ahora hemos regresado para gobernar y restablecer lo que se nos está robando. Un nuevo orden social más justo.

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