La caverna está nerviosa, observa que en público y con una cámara de por medio, una mujer votada en las urnas, por un pueblo más instruido en los derechos civiles y que empieza a tener en su cabeza otro modelo de democracia y participación, es capaz de ser valiente.
La alcaldesa de Barcelona mandó un mensaje claro y contundente a los que han estado controlando los destinos de España durante demasiado tiempo, aunque ya entrada la democracia y con las diferentes reformas, los ruidos de sables empiezan a sonar menos y cada vez tienen menos peso de decisión en la sociedad, aun así, el gesto de Colau fue de una precisión quirúrgica y necesario.
Fue útil porque su idiosincrasia cuartelera y de jerarquías todavía les eleva en el deber y en la perenne idea de estar presentes en cualquier ámbito o decisión, por eso encuentran en las palabras de ella una rebeldía intolerable y un atentado en contra de su modus operandi.
La contradicción que advierto es si revertimos la situación porque no veo en sus liturgias o actos privados castrenses a políticos que osen meter sus narices. Caso parecido ocurre los domingos en misa, no veo a científicos que boicoteen la eucaristía si el párroco, al nombrar un dogma de fe, incurre en una contradicción, aunque la ciencia lo haya demostrado con pruebas irrefutables. Todavía en estos aspectos son intocables. ¿Se imaginan sacar de la educación pública a la religión y que ésta solo se pudiese desarrollar en el ámbito privado o en colegios que solo financiara la iglesia? Se armaría aquí la marimorena. No hemos conseguido una democracia de total calidad si estos poderes condicionan con su presencia cualquier acto al margen de su hábitat natural, y no se trata de prohibir nada, solo de no mezclar cosas que son o deberían ser como el agua y el aceite.
Esto me lleva a pensar, por otro lado, que la separación de poderes a la clase trabajadora nos cuesta todavía sangre, sudor y lágrimas. Un continuo esfuerzo para que las élites no las dominen ni las manipulen en su beneficio. Luchas constantes en contra de absolutismos y dictaduras que han marcado la historia de los pobres. Donde, por cierto, el ejército y la iglesia siempre han estado cómodos y han recibido la mayor de las tajadas.
Si de verdad esto fuera una democracia consolidada nadie se alarmaría con la actuación de la dirigente catalana. No pondrían un grito en el cielo por situaciones como éstas que son un claro ejemplo de que otras formas de representación son posibles y que toda institución debe estar supeditada siempre a la voluntad del pueblo.
Esta mujer me recuerda a aquellas libertarias que en la guerra civil se negaron a que la barbarie las devolviese al medievo, tras saborear nuevas formas de hacer política. Un acto de coraje así merece un aplauso y la reflexión de que cada cosa tiene su lugar en una democracia sana. Me consta que hay militares que son democráticos y que aceptan de buen grado cual debe ser su rol en una sociedad moderna, no quiero meter a todo el mundo en este saco, pero todavía queda mucho que hacer en este país si por esto, la casta y sus cómplices se rasgan las vestiduras.