Alfonso Lasso de Vega, el profesor andalucista que el franquismo desterró a Lisboa por "indeseable"

El intelectual impulsó el Centro de Estudios Andaluces, creó la Junta Liberalista con Blas Infante y llegó a ser el primer director y conservador municipal de los Reales Alcázares de Sevilla. En 1977 volvió a la ciudad hispalense, pero su corazón no aguantó hasta las históricas movilizaciones del 4 de diciembre. En Portugal una lápida le recuerda como "andalucista histórico".

Lisboa en los años 40, en una fotografía de Bernard Hoffman.
Lisboa en los años 40, en una fotografía de Bernard Hoffman.

Homenaje a un andalucista histórico: Alfonso Lasso de la Vega (1898-1977).

En Andalucía presumimos de amar nuestras tradiciones, de cuidarlas, de mimarlas para que no desaparezcan. Somos tierra agradecida, y como tal no debemos nunca olvidar a nuestros hijos más comprometidos. Recuperar la memoria de quienes no la tienen es un deber que asumimos.

Alfonso Lasso de la Vega, fue hijo de una familia ilustre sevillana, comprometida por liberal e intelectual. Su padre Javier, fue uno de los padres de la biblioteconomía en España y su estirpe destaca tanto en Ciencias como en las Artes. Tras estudiar en el Instituto San Isidoro, ejerce de Profesor de Geografía y Humanidades e imparte clases en distintos centros de Sevilla y provincia. A su vez, cursa estudios de derecho, archivo, biblioteca y museos en la Universidad de Sevilla; por lo que se le nombra primero Auxiliar del Museo Arqueológico Provincial y más tarde del municipal, una vez pasa como responsable de la biblioteca popular de Triana. A él debemos el primer Inventario Artístico y Arqueológico realizado sobre la provincia sevillana. Propuesta suya también, la compra de la Torre de Don Fadrique por parte del Ayuntamiento Hispalense, para que albergase dicho museo entre sus muros. Será nombrado primer Director-Conservador municipal del Alcázar, cuando este recinto pasa a ser gestionado por el Cabildo hispalense cuando llega la II República. Lo protege tanto como lo abre a una ciudad y a una ciudadanía a la que daba la espalda convirtiéndolo -como diría el propio Blas Infante-  en "un verdadero Palacio Real... porque abierto al aura soberana del pueblo, sirve de mansión a la única Majestad verdadera, que es del Espíritu; y a la sola auténtica realeza o realidad humana, que es la Cultura". Una postal antigua del Alcázar de Sevilla. Lasso de Vega, en una fotografía. Allí, entre los muros del recinto andalusí creó el Centro de Estudios Andaluces con el que pretendía, con la ayuda del movimiento andalucista, crear un espacio para exposiciones, conciertos, homenajes... y fomentar el turismo, transformando un monumento sin vida en un símbolo protagonista y dinamizador de la vida cultural. Para lograr ese objetivo, fundó el Museo Romántico de Sevilla, gran parte del cual se puede aún observar hoy. Crea a su vez, la Orquesta Sinfónica de Sevilla (1932), que popularizará la música y el canto coral, destacándose además como un impulsor, además, de un andalucismo emergente que durante aquellos años se organizaba para conquista un autogobierno. Primero como Centros Andaluces y, más tarde, como Junta Liberalista. Unas y otras entidades promocionales de la conciencia de pueblo. Precisamente por su buena labor al frente del Alcázar hispalense, fue nombrado Delegado Provincial de Turismo. En su faceta pública, Alfonso Lasso de la Vega, como empleado público municipal fue presidente de la Federación de Funcionarios Municipales, y promotor de una homóloga que daba cobertura provincial a los trabajadores de todas las administraciones. Desde aquí impulsó la "Casa del empleado" y junto al órgano de prensa: "Crear", promociona todo tipo de actividades socio culturales vinculadas a la formación y a la profesionalidad del empleado público. Adelantándose con ello a las mejoras socio laborales. El colegio español de Lisboa, hoy Instituto Ginés de los Ríos. Heterodoxo y librepensador, fue un intelectual inquieto, activo y militante republicano. Miembro del Partido Radical Demócrata, junto a Martínez Barrio y González y Fernández de la Bandera, hizo frente desde el Alcázar al intento de golpe de estado de Sanjurjo en agosto de 1932. Cuando toda la corporación municipal se encontraba retenida por los insurrectos y la intentona a punto de ganar la ciudad para su causa, se constituyó un Comité de Salud Pública, capaz de organizar la resistencia y la restauración de la legalidad constitucional republicana. Desde dicho recinto monumental, instaron a los ciudadanos a utilizar la desobediencia civil como método de respuesta al vacío de poder que hubo, reafirmando el principio del orden vigente y de la autoridad civil republicana sobre la militar. El logo del Centro de Estudios Andaluces. El Consejo de Ministros elogia y distinguirá su actuación suya junto a la de otros. Sin embargo, Lasso de la Vega, cede generosamente el homenaje a la institución municipal a la que está vinculado. A su Alcalde y compañero de partido, Fernández de la Bandera, el cual sería, con posterioridad, elegido diputado en Cortes por Sevilla. Lasso de la Vega, fue además un divulgador del movimiento y de las doctrinas andalucistas. Desde muy joven se sintió atraído por el nuevo movimiento y por la alternativa que representaba. Participa en 1919 en la Asamblea de Córdoba, y fundó en 1931 la Junta Liberalista junto a Blas Infante. Fue el impulsor del ya citado Centro de Estudios Andaluces, entidad desde la cual potenció el proceso autonomista y la conciencia andaluza más allá del municipio donde estaba instalado. Un variado y constante programa de actividades se desarrollará allí durante los primeros años de la II República desde esta entidad. No es casual que el propio Blas Infante impartiese clases de árabe o charlas dentro del amplio repertorio de eventos que se publicitaban. Fue además ponente en la Asamblea de Córdoba de enero de 1933 y corrector de estilo de la propuesta estatutaria allí aprobada, participando activamente en sus preparativos y debates así como defendiendo la dimensión municipalista de Andalucía y su autonomía. Con el golpe de estado de 1936, sufre el destierro obligado del exilio. Desde Lisboa, continuará su actividad pública, tanto en su dimensión educativa como reivindicativa del Ideal andaluz. Allí ejerce de profesor en el colegio español. Fue también profesor de la Universidad de Sevilla, de manera que en el informes donde los golpistas depuraban y justificaban así las represalia a sus profesores se le calificaba con una sola palabra: “Indeseable”. Añadimos nosotros, radicalmente contrario al fascismo de obligado pensamiento único que representaban los insurrectos. Meses antes del 4 de diciembre de 1977 visita Sevilla en compañía de sus seis hijos y esposa. No obstante, su corazón no le concedió más licencias. En su lápida del cementerio lisboeta reza por deseo expreso de sus hijos un breve y eterno: "Andalucista histórico". Andalucía no puede pasar de largo ante personas cuyo testimonio es ejemplo para generaciones futuras de andaluces de conciencia. Junto tantos otros esperan el justo reconocimiento de una tierra que les vio nacer, vivir y soñar. Así sea. Para ampliar información:   HIJANO DEL RÍO, M. y RUIZ ROMERO, M., "Alfonso Lasso de la Vega (1898‑1977). Datos para la reconstrucción del Andalucismo en el exilio", en Actas del VI Congreso sobre el Andalucismo Histórico, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1995, pp. 359-378. -- Sevilla en el recuerdo. Alfonso Lasso de la Vega (1898‑1977): una vida dedicada a la cultura andaluza, Sevilla, CEHA, 1995. -- "El segundo censo de andalucistas históricos de la etapa infantiana", en Actas del VII Congreso sobre el Andalucismo Histórico, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1996, pp. 277-301. RUIZ ROMERO, M., “Un palacio para el pueblo. La gestión de Alfonso Lasso de la Vega en el Alcázar de Sevilla”, en Los conservadores municipales del Real Alcázar, Sevilla, Patronato del Real Alcázar, 2003, pp. 9-48. -- Alfonso Lasso de la Vega , voz  para el Diccionario Biográfico Español realizado desde la Real Academia de la Historia. Disponible en: http://dbe.rah.es/biografias/60042/alfonso-lasso-de-la-vega-y-jimenez-placer  

Sobre el autor:

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz Romero

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