Cuando convertirse en madre duele en 'cuerpo y alma': el relato de violencia obstétrica de dos gaditanas

La Semana del Parto Respetado ha dejado patente las prácticas abusivas que continúan soportando las mujeres en sus procesos reproductivos. El Parto es Nuestro trabaja con las madres para empoderarlas en el camino de dar vida

Imagen de un parto asistido.
Imagen de un parto asistido. Irene G. Ruiz

La violencia que sufren las mujeres en los procesos reproductivos se recoge en un término todavía desconocido para muchas personas. Se trata de la violencia obstétrica, un conjunto de prácticas abusivas, irrespetuosas o improcedentes que interfieren durante el parto y el posparto, y que afectan tanto psicológica como físicamente a la madre y al bebé.

Una realidad silenciada, como tantas otras cuestiones vinculadas exclusivamente a la mujer, que va ganando peso en su discurso, a través de asociaciones y colectivos de madres que exigen un parto respetado y su derecho pleno como pacientes. La violencia obstétrica, como informa Ana Fernández de Cosa en este artículo para lavozdelsur.es, está relacionada con la gestión sanitaria, los recortes, la privatización y la falta de mejoras en las áreas competentes, que conlleva una precarización del parto cada vez mayor.

Esto se traduce, por ejemplo, en un aumento en las tasas de cesáreas o episiotomías por protocolo, en prácticas tan importantes como el piel con piel, la no separación madre-bebé durante las dos primeras horas, el respeto a los tiempos del parto, las maniobras en los expulsivos o la falta de recursos e infraestructuras disponibles a la hora del parto en los centros hospitalarios. 

El Parto es Nuestro es una asociación sin ánimo de lucro feminista formada por un grupo de madres que trabaja por defender el parto respetado que cada mujer quiera vivir. "No defendemos ningún parto en particular, sino el hecho de que cada mujer pueda decidir libremente cómo quiere parir y que se le trate con respeto", inicia Vicky, una de las coordinadoras en la provincia gaditana. "Tenemos reuniones el primer viernes de cada mes, a las 19:00 horas, en la Casa de la Juventud de Cádiz", aclara la coordinadora, que expresa su intención de ampliar sección en Jerez, cuando se sumen más madres al proyecto.

Un dolor que atraviesa y ayuda a sanar

Lola, nombre ficticio, pensaba que iba al parto con muchas herramientas tras haber investigado y buscado mucha información para su primer parto. "En absoluto fue así", inicia. "Hice mi plan de parto en 2018 y por aquel entonces era algo muy raro todavía", admite. "Busqué testimonios de mujeres de El Parto es Nuestro para sacar ejemplos de referencia y aun así había algo que no me había quedado claro y que resulta fundamental: la Ley de Autonomía del Paciente, por la cual el paciente o la paciente decide siempre por encima de cualquier criterio médico –explica– y eso es algo que nos deberíamos grabar a fuego las mujeres que parimos".

"Cuando me puse con contracciones aguanté todo lo que pude en mi casa como me dijeron, desobedeciendo el protocolo que dice que si se te rompe la bolsa te tienes que ir rápido al hospital", prosigue en su relato de parto. Cuando llegó al hospital ya estaba para parir. "Nada más llegar me empezaron a tratar mal. –Pues no te queda a ti aquí", recuerda que le dijeron en tono burlón. "Me empecé a sentir en un ambiente hostil, porque estaba claro que había llegado un viernes de madrugada a un hospital –San Rafael– donde no se atienden muchos partos", espeta.

"Todo eran malas caras y malos gestos. No tuve ninguna muestra de apoyo, ni de cariño ni tampoco explicaciones", recuerda Lola, que tuvo estrés postraumático después de su parto "porque usaron ventosa y me hicieron una episiotomía que me dejó 20 días sin poderme mover". Ella lo vivió como una experiencia muy traumática y estuvo 16 meses posparto teniendo pesadillas: "Veía las imágenes en blanco y negro cada vez que cerraba los ojos... Fue una experiencia muy dura", lamenta.

En este sentido, quiere aclarar que la violencia obstétrica no acaba en el parto. "Cuando mi hija nació le dieron un biberón sin mi permiso – llamado 'biberón pirata'– que le creó una alergia a la proteína de la leche de vaca", asegura. "Se la llevaron para bañarla, le pusieron colonia y un chupete para devolvérmela. Seguidamente vino el pediatra y le dijo a mi pareja que no me hiciera mucho caso, que las mujeres con los puntos nos ponemos muy pesadas", recuerda. Por si no fuera poco, cuando acudió a las revisiones con el pediatra, este le dijo que "la niña no cogía peso porque tu leche no alimenta". La violencia obstétrica también toma un cariz culpógeno.

"Me separaron de mi bebé de menos de 24 horas de vida"

A Carmen, nombre ficticio, la separaron de su bebé con menos de un día de vida para someterle a sesiones de fototerapia debido una elevación de bilirrubina, que podía causarle graves consecuencias. "Eso significó una separación de 48 horas en la que no pude tocarle, solo para darle el biberón de leche artificial, ya que el Hospital del Puerto Real no tiene banco de leche materna, y las personas que trabajan en Neonatología, al no estar actualizadas en cuestiones de lactancia materna, no me respaldaron", expresa.

"Yo quería darle la leche con la técnica de dedo jeringa (más respetuosa para el proceso de establecimiento de la lactancia materna), pero me advirtieron que lo haría bajo mi propia cuenta y riesgo, y que así la bebé se podía ahogar", rememora. Carmen matiza que "si se realiza de la manera correcta, es lo más aconsejado para que un bebé tan pequeño tenga una lactancia materna sea exitosa". De la otra forma, continúa, "se acostumbran a tomar con tetina del biberón y puede interferir en el agarre futuro del bebé al pecho, haciendo que se produzcan grietas u otras complicaciones, e incluso el abandono temprano de la lactancia materna", apunta esta madre.

Carmen asegura que le hicieron sentir "como si estuviera loca o como una caprichosa, casi se reían de mí y me dijeron que no tenía ni idea", recuerda. Una situación violenta para una mujer recién parida. "Me encontraba muy vulnerable y preocupada por la salud de mi hija, sin poder tocarla ni tenerla conmigo, que es donde tenía que estar". Al hilo expone ejemplos sobre el derecho del niño recién nacido: "En otros hospitales, la madre puede amamantar y sostener a su bebé todo el tiempo y, como no pasó en mi caso, son las máquinas de fototerapia las que se llevan hasta donde están la madre y el bebé".

"Deberíamos estar siempre en una habitación juntos", insiste esta mujer que, en un medio extraño, se encontró sin gente que le apoyara en su decisión de querer darle leche materna a su bebé, mientras la veía a través de la incubadora. "La violencia obstétrica no solo ocurre en el momento del parto, sino en todos los procesos reproductivos de la mujer", concluye certera. 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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Comentarios (1)

Antonio Sanchez Segura Hace 1 año
Un parto sin complicaciones graves de la mujer y el nacimiento de un niño sano son verdaderos cuasi milagros de la naturaleza y de la Medicina actual. Todo lo demás aunque parezca prepotente son nimiedades. Y ya decia un refrán añejo que debajo del jergon de la parturienta pasa nueve veces la parca.
Cristina Hace 1 año
Hombre tenias que ser
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