La historia del Club Náutico Sancti Petri es la historia de un poblado almadrabero que nació hace 145 años en un istmo de poco más de 100.000 metros cuadrados de tierra. Una península con vestigios fenicios a la que conecta una lengua de tierra hasta Chiclana desde hace 3.000 años. Todo allí es singular y único: desde unos atardeceres que hay que contemplar al menos una vez en la vida hasta el indómito paisaje del Parque Natural Bahía de Cádiz, que comparten los municipios de San Fernando y Chiclana. Esteros, salinas, el caño con la Punta del Boquerón y el castillo de Sancti Petri, donde cuenta la leyenda que se alzaba el castillo de Hércules.
En el corazón de las construcciones que aún conservan la esencia marinera de lo que un día fue aquel populoso poblado de pescadores y manufactureras del atún rojo, y un enorme escenario, el del Concert Music Festival, que simboliza la pujanza de este pedazo de tierra entregada al dios del turismo, aparece Manuel Herrero (70 años). Comparece con poniente, con temperaturas propias de los meses fuertes de verano, junto a una representación de su recién renovada junta directiva. Este chiclanero de adopción, aunque jerezano de nacimiento, es el presidente de una entidad recreativa y sin ánimo de lucro que acaba de celebrar medio siglo de existencia.
Entender lo que es hoy el poblado y su historia es imposible sin entender la historia del nacimiento del Club Náutico Sancti Petri, esta marina que comenzó como un grupo de amigos saltándose la verja de un territorio militar y que hoy en día tiene más de 600 socios y una lista de espera de otros 235. La gran institución del antiguo poblado, la que más arraigo tiene en esta península chiclanera y la que más futuro por delante. No en vano, ultiman la gran modernización de unas instalaciones que aspiran a llegar a medio millar de atraques.
Una asociación náutica que ha democratizado tener un barco de recreo, pues su cuota mensual es "irrisoria" si se compara con la de otros puertos deportivos de renombre en las costas gaditana y malagueña. Tanto es así que, como si de una cotizadísima caseta de la Feria de Abril de Sevilla se tratase, solo quien se haya apuntado como socio del club puede acceder a esa larga lista de espera que, en algunos casos, cuenta con miembros que llevan más de 20 años aguardando un atraque.
De poblado almadrabero a símbolo turístico
"El club lo ha financiado todo en estos años con recursos propios. Ninguna administración nos ha regalado ni un pantalán", defiende Herrero, jubilado de banca que llegó por primera vez a la localidad de la Costa de la Luz a finales de los 90 y que hace casi 25 años que es socio de una entidad de la que, antes de presidente desde 2021, fue tesorero con José María Monzón como máximo responsable del club —que sucedió a Rafael Vázquez, que estuvo 16 años al frente—.
Si este pueblo de almadraberos-fábrica de conservas llegó a dar trabajo y hogar a unos dos millares de personas, con su iglesia del Carmen, escuela y cine (que aún se conservan), con la desaparición en 1973 del Consorcio Nacional Almadrabero va paulatinamente despoblándose hasta quedar abandonado y convertirse en zona militar propiedad del Ministerio de Defensa, que expropió los terrenos en 1979 por 158 millones de las antiguas pesetas. Luis Cepero, 18 años como vicecomodoro y comodoro del Club Náutico Sancti Petri, con un aspecto físico y una claridad mental envidiable a sus 85 años, cuenta parapetado en su amplia sonrisa y sus gafas de sol parte de aquellos momentos.
"En Chiclana, ser de Sancti Petri es como los que son de Cadi, Cadi porque han nacido en intramuros. Es algo identitario, que se lleva a gala". El poblado de Sancti Petri fue y es un ejemplo de vida comunitaria. Tenía colegio, médico, cine. Era más que un asentamiento de currantes, era un sentimiento de pertenencia. Hoy aún quedan descendientes, como la familia del Culi, que sigue viviendo allí y muchas señoras de avanzada edad que son historia viva de un pintoresco hábitat marinero andaluz.
Luis Cepero, autodenominado responsable de cosas sin importancia de este club náutico, que se ha tirado casi dos décadas siendo el aparcabarcos de su marina, vio cruzar como ráfagas por las calles los carros de los muertos tras la explosión un 18 de agosto de 1947 de un polvorín de la Armada en Cádiz, la llamada explosión de Cádiz, pero también vio como desde mediados de los 70 del siglo pasado esta entidad a la que pertenece ha ido devolviendo la vida, el oxígeno y el futuro a un poblado que durante mucho tiempo se ha mantenido en ruinas, sin interés de nadie.
De un botero llevando "en borricate" a los socios al sueño de modernas instalaciones
En paralelo a las prácticas militares de tiro, un grupo de amigos que tenían un par de botes “de aquella manera” se saltaron los vallados y fundaron el club náutico en 1975. Con cuatro embarcaciones, contratan a un botero que "lleva en borricate hasta los barcos fondeados a los señoritos del pueblo de aquella época". Por suerte, el paso de las décadas brindó un giro radical a este motor económico y social de Chiclana.
Hoy es un club náutico consolidado que mira al futuro con la memoria viva del pasado y con una serie de retos que van desde el dragado de conservación de más de 1.500 metros del canal de navegación (cuyas obras por casi 750.000 euros han sido adjudicadas recientemente por la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, APPA, dependiente de la Junta de Andalucía, y cuya arena servirá para regenerar la cercana playa de Camposoto) hasta la renovación de las instalaciones del puerto. Con pantalanes pilotados y pasarelas de acceso a las embarcaciones, habrá espacio para 334 atraques estables que contarán, además, con una renovada marina seca para las ITV de los barcos dentro del mismo poblado.
Además de la dársena del Club Náutico, en Sancti Petri se encuentra el puerto gestionado por la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, con 92 atraques —al 95% de ocupación—, varadero, rampa e instalaciones pesqueras. Y, además, en esta pequeña península chiclanera hay más empresas náuticas que en el resto de la provincia de Cádiz, brindando soporte entre todas ellas a actividades económicas que dan empleo directo e indirecto a casi 350 trabajadores.
"En nuestro puerto actual caben 243 barcos, pero tenemos el problema de que muchos socios están fondeados en el caño”, comenta Herrero, a la espera de que puedan atracar en un nuevo puerto que espera ver la luz en algo más de un año.
Las urgencias y las ganas se entremezclan en este ilusionante proyecto para una marina con 50 años de gestión ejemplar y crecimiento constante, no sin dificultades. Sin ir más lejos, el pasado octubre, tanto el de Sancti Petri como los cercanos clubes náuticos de Gallineras y Chanarro alzaron la voz para pedir la regularización de los fondeos y la ampliación de la lámina de agua autorizada, después de que muchos propietarios de barcos fondeados en el caño desde hace más de medio siglo recibieran por sorpresa multas “selectivas” interpuestas por Capitanía Marítima.
"Todas las inversiones que hay aquí las han pagado los socios"
Charo Cosme, que empezó a trabajar en el club hace 35 años al frente de la emisora de radio cada fin de semana y hoy es la administrativa de la entidad náutica de Sancti Petri, subraya la importancia de cómo los socios han levantado a pulso todo esto, sin ningún tipo de ayuda pública. "Todas las inversiones que hay aquí las han pagado los socios. Es fruto de su compromiso de tantos años pagando cuotas".
Y añade el presidente: "Este nuevo proyecto va aparejado por una nueva concesión de la Junta de Andalucía de hasta 35 años —hasta ahora se renovaba la autorización cada tres, lo que ofrecía pocas certidumbres a la entidad—. Tendremos capacidad para asumir a nuestros barcos fondeados y a parte de la lista de espera. Todo estará concentrado en un solo núcleo".
Cosme, como Cepero, es de las que como mínimo durante todo el verano, pernocta en su barco, el Pippi Långstrump, atracado en la marina del caño de Sancti Petri. Herrero, que actualmente no tiene barco, es de los que acude muchas tardes a compartir el ocaso del día en algunas de las decenas de embarcaciones de recreo que descansan sobre unas aguas a las que solo perturba el característico viento de levante que de cuando en cuando azota esta zona del sur.
Marcada por la mitología que arranca con Melkart, dios fenicio de los navegantes y los comerciantes que saluda en la rotonda de acceso al antiguo poblado, su principal institución cuenta entre sus socios a algunos empresarios muy conocidos y a otras celebridades cuyos nombres, por contrato de confidencialidad, no pueden ser revelados.
Sin embargo, tanto Herrero como Cosme defienden que la actividad que gestiona el club "no es para nada elitista". "Mi barco me costó menos que un coche, y luego aquí la cuota es en función del tamaño del barco, pero puede ser como alquilar un garaje para el coche", mantiene una mujer que es famosa en las redes sociales, bajo el alias de Charocos, por ofrecer cada día una visión muy particular del parte meteorológico, esencial para los marineros.
El club defiende que sus cuotas no son "elitistas", aunque entre sus miembros haya conocidos empresarios y celebridades
Ella, como Herrero, como Cepero, y como tantos otros socios, forma parte de un club muy particular, pero que lleva a gala una extraordinaria gestión gracias al compromiso de sus integrantes, aficionados al mar, a la pesca, a los paisajes únicos de este rincón del sur. "Tenemos 12 empleados, 10 de ellos marineros, con turnos 24/7. El club tiene un presupuesto de 485.000 euros anuales, financiado al 100% con cuotas, mientras que la devolución de recibos es casi nula, del 0,03%".
"Tenemos socios de toda España (Madrid, País Vasco, Extremadura...), incluso del extranjero, pero la gran mayoría son de aquí y para nada la mayoría es que sea gente de clase alta", desgrana el presidente de una institución que resucitó Sancti Petri cuando dejó de oler a pescado fresco y en la que, como una tierra rara que daba la espalda al paraíso, solo se inhalaba el humo de los disparos de los reclutas.
