En las entrañas de Arcos: de paseo con un poeta entre momias, iglesias y un palacio

El vecino y escritor arcense Pedro Sevilla muestra las curiosidades de los rincones culturales del casco antiguo, una zona con inmuebles abandonados que conviven con otros de gran esplendor

El poeta Pedro Sevilla en el jardín andalusí ubicado en el palacio del Mayorazgo en Arcos.
El poeta Pedro Sevilla en el jardín andalusí ubicado en el palacio del Mayorazgo en Arcos. MANU GARCÍA

El casco antiguo de Arcos de la Frontera esconde rincones en los que cualquier viajero curioso puede empaparse de historia. Sus callejuelas con encanto se funden con edificios abandonados que piden a gritos una segunda vida mientras los vecinos cargan sus bolsas hasta sus pequeñas casas. En una de ellas vive Pedro Sevilla (1959) desde hace 28 años.

Cada transeúnte que se cruza con este arcense nacido en la calle del Molino, fuera del casco antiguo, pero afincado en el centro desde 1995, se para a saludar. Pedro, padre, marido, abuelo de tres nietos y jubilado, pasea con parsimonia por el casco antiguo. Aunque el gusanillo por las letras siempre le ha acompañado, se dedica a ello en cuerpo y alma desde 1998, cuando dejó de trabajar por enfermedad tras una vida como funcionario de Justicia en la Administración.

“Más bueno o más malo, soy poeta”, sonríe el vecino, que publicó su primer libro Hiera la lluvia, amor a los 31. Poemas juveniles -una etapa de “desafueros sentimentales”- a los que se suman otras publicaciones como La fuente y la muerte (2011) con memorias sobre la sociedad de Arcos en la segunda mitad del siglo XX y primeros años del XXI, cuando vivió su niñez.

El arcense señala un azulejo con versos de Julio Mariscal.
El arcense señala un azulejo con versos de Julio Mariscal. MANU GARCÍA

Pedro forma parte del grupo literario Calima fundado en los años ochenta junto a otros compañeros como María Jesús Ortega, Juan Luis Vega, José Luis Morante o Pepa Caro. Él bebe de esa literatura que se consolida como una seña de identidad del pueblo desde que en 1949 naciera el grupo poético Alcaraván, con Julio Mariscal entre sus referentes. Los versos salen de sus poros como lo hicieron algunos poetas que siguen resonando a nivel nacional e internacional. Arcos es cuna de poesía y sus calles lo reflejan. Detrás de Pedro queda un azulejo con versos de Julio Mariscal, cerca del Palacio del Mayorazgo, el que fue su lugar de trabajo durante un año.

El arcense pisa las losas de este edificio construido en el siglo XVI que alberga la sede municipal de la delegación de Cultura. Él fue concejal de esta área entre los años 2003 y 2004 y conoce el inmueble que tantas veces ha atravesado.

En la entrada señala a la molinera y el corregidor, dos esculturas que aluden a un romance popular del municipio. Tras hablar de “las infidelidades conyugales” de este escrito –versionado por un grupo flamenco– que sigue vivo en el imaginario del pueblo, entra en una sala de exposiciones, la sala de la memoria histórica, dedicada a los estragos de la Guerra Civil y la represión franquista. “Aquí no hubo enfrentamientos armados porque se tomó muy pronto, pero sí exterminaron a personas”, comenta Pedro, que se dirige al jardín andalusí, un reducto verde del palacio, inaugurado en los 2000 y donde la poesía también reluce desde un reloj romano con versos de Ibn Jafaya.

Interior del Palacio del Mayorazgo en Arcos.
Interior del Palacio del Mayorazgo en Arcos. MANU GARCÍA
Sala de la memoria localizada en el interior del palacio.
Sala de la memoria localizada en el interior del palacio. MANU GARCÍA

Durante el recorrido, Pedro reflexiona sobre el devenir de la sociedad desde los sesenta, su infancia, hasta ahora. “Ha cambiado la forma de ver la vida. Era una sociedad muy depauperada económicamente. Había una pobreza generalizada. La sociedad actual es otra totalmente distinta. Si alguien que murió en aquella fecha levantara hoy la cabeza, se quedaría un poco pasmada”, dice, sin parar de caminar.

La calle Cuna es su próxima parada en este paseo cultural digno de cualquier ruta turística para visitantes. “Ahí había un torno donde las familias ponían a los niños para que las monjas se hicieran cargo”, dice refiriéndose a la casa cuna que existió en el estrecho callejón.

Después de asomarse, sigue recto por la calle Socorro y la imponente Iglesia de San Pedro irrumpe en la estampa visual. Cuando Pedro era niño, además de recorrer el templo religioso, ya le encantaba leer. Apuntaba maneras. “En mi casa no había muchos libros, pero mis tías sí tenían alguno. Cuando entré en el colegio de La Salle empecé a leer los primeros poemas adaptados para niños de Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez”, recuerda.

Detalle del jardín andalusí.
Detalle del jardín andalusí. MANU GARCÍA
Santos incorruptos en la iglesia de San Pedro de Arcos.
Santos incorruptos en la iglesia de San Pedro de Arcos. MANU GARCÍA
Interior de la iglesia de San Pedro.
Interior de la iglesia de San Pedro. MANU GARCÍA

Para él, “los grandes temas de la poesía son los mismos desde Homero: el amor, la muerte, el dolor, el paso del tiempo. Eso es invariable. Sentimos todos lo mismo, lo que varía en la poesía es la forma de contarlo, de encararlo y ponerlo sobre el papel”.

Al entrar en la iglesia de San Pedro, el hilo musical religioso retumba mientras el arcense se acerca a dos vitrinas cuanto menos espeluznantes. En uno de los grandes exponentes de la arquitectura religiosa de finales del gótico de la provincia gaditana –construido en el siglo XIV sobre los restos de una antigua fortaleza árabe– se divisan dos santos incorruptos, una curiosidad que acompaña al imaginario de Arcos. Las reliquias de San Víctor y San Fructuoso (siglo III), procedentes de las catacumbas romanas de San Calixto, reposan en mitad del templo. “Impresionan, ¿verdad?”, dice Pedro, mirando los rostros cadavéricos. La momia, visible, estremece.

Antaño, en el siglo XVIII se colocaron a la vista como una forma de demostrar poder con respecto a la otra iglesia de Arcos, la Basílica Menor de Santa María de la Asunción, que se disputaron su magnificencia a base de presumir de sus lujos. Fue el llamado litigio por antigüedad al que el papa Clemente XIII puso fin cuando consideró que el título era para Santa María.

Detalle de San Félix en la Basílica menor de Santa María.
Detalle de San Félix en la Basílica menor de Santa María. MANU GARCÍA
Visita a la Basílica Menor del municipio.
Visita a la Basílica Menor del municipio. MANU GARCÍA
Detalle de la talla del "quitapesares" en la iglesia mayor.
Detalle de la talla del "quitapesares" en la Iglesia Mayor. MANU GARCÍA
Pedro Sevilla junto a las escaleras de la Basílica Menor.
Pedro Sevilla junto a las escaleras de la Basílica Menor. MANU GARCÍA

En San Pedro, también se halla “el quitapesares”, diminuta talla que hasta la mitad del siglo XX aliviaba los dolores. Según cuenta el poeta, “cuando las mujeres iban a parir, se lo llevaban para que les ayudara en el parto y siempre andaba de casa en casa”.

La ruta cultural no podía terminar sin entrar en “la que ganó el pleito” no sin antes pisar el popular círculo mágico, uno de los puntos enigmáticos del legado sufí y lugar sagrado en época musulmana.

En su interior, Pedro mira a la patrona de Arcos, la Virgen de las Nieves, y se adentra en una sala. “Huele a otro siglo”, dice dejando atrás un confesionario para sordos. Después, se detiene frente al otro santo incorrupto, San Félix, y vuelve a sobrecogerse ante el mártir. El arcense no se despega del libro que ahora está leyendo, Escritos esenciales, de Simone Weil, ese que continuará tras haber compartido los encantos de su pueblo. Toca seguir luchando por la cultura admirándola.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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