El empoderamiento de cuatro generaciones de ferreteras de Sevilla que ha dado para un libro

La historia de la Ferretería Encarnita, en el barrio más castizo de Los Palacios y Villafranca, el del Plaíllo, encierra tantos capítulos de emigración, feminismo e identidad que, después de una fiesta por su 40º aniversario, ha convertido en escritora a la última Encarni de la saga, en estado de tanta esperanza

Silvia, Encarnita y Encarni, tres generaciones de ferreteras empoderadas de Los Palacios.
Silvia, Encarnita y Encarni, tres generaciones de ferreteras empoderadas de Los Palacios. MAURI BUHIGAS

Cuesta creer que, sin salir de Ferretería Encarnita, en pleno barrio del Plaíllo —de pradillo o prado, donde pastaban las vacas en un pueblo especialmente vaquero al que se le ha esfumado esa condición, Los Palacios y Villafranca—, pueda hacerse una historia social de Andalucía. Más le hubiera costado creerlo a la propia Encarnita, la matriarca que va a cumplir ahora 77 años, que empezó a trabajar casi antes de nacer en las plantaciones de arroz de la marisma, luego de limpiadora y, más tarde, recién casada sin haber salido aún de la adolescencia, en la fábrica de Gallina Blanca de la próspera Barcelona a la que llegó con su marido en busca de un futuro mejor. Allí trabajó Manolo en otra fábrica química de sabores alimenticios, y ella terminó poniendo una tiendecita de comestibles que, sin saber leer ni escribir, le dio el suficiente don de gentes como para amasar la esperanza de seguir despachando de cara al público cuando algún día regresara a su tierra. 

Aquel día llegó, casi veinte años después, cuando el Mundial del Naranjito de 1982… En la resaca de la feria local de Los Palacios del año siguiente, “justo el día que estaba todo cerrado en pleno mes de agosto”, abrió Ferretería Encarnita, después de que ella y su marido desecharan la idea inicial de montar un salón recreativo por la decente preocupación de que un vecino tenía ya un bar “y creían que aquello iba a suponer hacerle la competencia”. Silvia, la tercera hija, llegó al pueblo de sus padres con cuatro añitos y fue testigo de aquella historia de superación de una familia numerosa que había logrado comprar el solar de la ferretería con lo ahorrado en Barcelona y que, años más tarde, con lo ahorrado en “la ferre”, como empezaron a llamarla, pudieron comprar otro solar para almacén… 

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Encarnita, Silvia y Encarni, tres generaciones de ferreteras de Los Palacios.  MAURI BUHIGAS

Para entonces, Ferretería Encarnita se había convertido en una institución oficiosa donde una clientela de más allá del populoso barrio recalaba no solamente para comprar tornillos, alambres y alicates, sino también para poner en remojo conversacional sus propias penas cotidianas, tal y como había de percibir, desde la silla del cole que todavía sigue en el mismo sitio, la tercera generación de ferreteras, Encarni, la nieta, que ahora, tantos años después, ha compilado todos aquellos recuerdos en un ensayo que conjuga historia social, psicología y feminismo bajo un título que, en solo un mes, ha vendido ya casi medio millar de ejemplares entre un vecindario admirado por las gestas literarias y vitales. Historias de una ferretera empoderá (Ediciones Pangea) se presentó el mes pasado en la Feria del Libro de Los Palacios y ahora cuadra fechas para próximos encuentros con sus lectores. La antigua foto de la abuela Encarnita con un bebé en brazos, que es su nieta Encarni, podrá interpretarse a partir de este verano como la fundadora de la ferre con su bisnieta Encarni, pues Encarni nieta está ya de siete meses y “ahora pienso que me podría haber esperado un poco antes de publicar el libro”, dice, porque está claro que la historia continúa…

Analfabeta y valiente

Cuando Ferretería Encarnita celebró el pasado verano sus 40 años de historia, “mucha gente nos preguntaba que por qué no esperábamos a las bodas de oro”, cuenta Silvia, “pero ahora mismo estamos las tres y el día de mañana no sabemos qué puede suceder”. En la ferretería no late una vida, sino tres, y dentro de muy poco, cuatro: la de Encarnita, la de su hija Silvia, la de su nieta Encarni, y a partir de junio, la de otra Encarni, ya bisnieta. “Aquí somos todas Encarnitas”, dice Silvia, que tomó las riendas del negocio hace ahora una década, en plena crisis económica de todo el país, cuando llegó la hora oficial de jubilación de su madre, que tanto había luchado por el negocio, especialmente desde que su marido, Manolo, falleció en 2001… “Mi padre era muy tímido y muy raro para el trato con la gente”, rememora Silvia. “Tenía ángulos de visión por todas partes, y si veía que el cliente que llegaba era un moroso o un representante de algo o que a él no le gustaba, me decía que saliera yo”, cuenta su viuda con un reguero de nostalgia sonriente por todo el rostro, rememorando también aquellos primeros meses con la ferretería en que ella no hojeaba sin leer el “libro gordísimo en el que venía de todo”. Era un catálogo del sevillano proveedor de materiales Herradura. Silvia, que era entonces una niña, recuerda con memoria fotográfica cómo entraban los clientes en la ferre y su madre les ponía el catálogo para que eligiesen. Luego Encarnita apuntaba los pedidos a su forma y los encargaba. 

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Encarnita, fundadora de la ferretería que lleva su nombre.  MAURI BUHIGAS

Con el tiempo, cuando se dio maña para leer y escribir lo imprescindible, la ferretería se amplió a droguería y a tienda de mil y una herramientas más. “Mis padres nos criaron a los tres con la ferretería y nunca hemos pasado necesidad”, dice Silvia, que posibilitó a su vez que su hija Encarni estudiara Ciencias Políticas en la Universidad Pablo de Olavide. “Luego hice el máster en Comunicación Política e Institucional y otro máster en Género e Igualdad”, explica Encarni, que después de haber trabajado en diversos oficios precarios y de haber estudiado para opositar, vio la luz antes de desfallecer porque entraba directamente por la puerta de la ferre… “Recuerdo cómo afectó mucho en mi decisión la incomprensión de otras personas que me ofrecían posibilidades distintas para mi vida, animándome a aspirar a más, haciéndome sentir que realmente era inconformista, o me cuestionaban acerca de para qué había estudiado tanto”, explica Encarni Reyes Moriana en su libro. “La verdad es que no me apetecía dar tantas explicaciones en aquellos momentos, porque al escucharme interiormente ya sentía que me justificaba demasiado y no parecía tan convincente. Ni siquiera conmigo misma. Siempre tuve claro que me debía a lo que sentía, y en aquel momento estaba segura de que estaba eligiendo lo que me llenaba y aportaba”. 

La única condición que puso Encarni para convertirse en la tercera generación de ferreteras empoderadas era contar con su contrato, una retribución digna y cotizar, para que el oficio de ferretera dejara de ser echar una mano en casa. Y su familia estuvo de acuerdo. “El feminismo me ha salvado”, escribe también en el libro. “Ahora vivo en el presente y me siento reflejada en la mujer que tiene voz propia, participa en la toma de decisiones y puede sentirse más libre. Y eso se ha reflejado en el nuevo modelo de nuestra ferre, pues también se ha adaptado y ha evolucionado, convirtiéndose en una ferretería empoderante y enriquecedora, que instaura los principios de una igualdad cada vez más efectiva en este bendito lugar”. Encarni es consciente de que ha sido a la tercera –como cuando llega la vencida-, cuando por primera vez el oficio de ferretera ha sido elegido por ella misma y no como en el caso de su madre y su abuela, por las circunstancias... 

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Silvia, segunda generación de ferretera.  MAURI BUHIGAS

Como una novela 

El libro de Encarni Reyes Moriana es un ensayo donde cabe de todo, como en la ferre, pero puede leerse como una novela cuya narradora protagonista dialoga con un lugar que ha sido para ella el negocio que ha sustentado a la familia, el hogar donde su abuela disponía los fogones para el almuerzo diario, el consultorio sentimental de tanta clientela histórica y hasta la escuela de aprendizaje de tantos clientes hombres que se han dado cuenta tardíamente del esquema de patriarcado feroz en que han vivido en sus matrimonios. Hablando de sí misma, la autora reconoce que alguna gente la llama “la Messi de la ferretería”. “Entonces, me rebelo y digo que soy más la Virginia Woolf del Pradillo, el barrio que compartimos. Desde entonces, me ha concedido el pasillo de en medio para construir un cuarto propio. Y he creado un novedoso pacto por la igualdad que, según me cuenta, he logrado propagar más allá de la ferretería. De su umbral al mundo”. 

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Encarni Reyes, autora del libro sobre la historia de su familia. MAURI BUHIGAS

Por el libro desfilan historias cotidianas que lo mismo dan para un artículo de fondo que para un relato con moraleja, desde el de esa vecina servicial que pide los tuppers de su niño hasta ese otro vecino, ya divorciado, que ha descubierto a la postre que le enseñaron forzosamente a esperar a su princesa del cuento sin darse cuenta de que estaba renunciando a su príncipe azul. O ese otro vecino que veía tan natural dejar la ropa sucia en el bidé y que luego apareciera milagrosamente planchada en el cajón. La autora reflexiona, por otra parte, sobre la casualidad de que tantas otras ferreterías del pueblo estén regentadas por mujeres. El libro, en fin, está trufado de anécdotas vividas sobre cuchillitas, lejías, bridas para las casetas, cañizos para el campo o latiguillos del grifo, y de episodios entre lo hilarante y lo moralizante, como ese titulado “Las patas de la cama”, que venía realmente buscando una clienta. Otra vecina, entre curiosa y descarada, se dejó caer con la pregunta: “Ya ha cedido la cama de tantos meneos, ¿no?” “He apurado to lo que he podío”, contestó la otra. “Con to y con eso, unos buenos pocos meneos le caben todavía”. La conversación entre mujeres de varias generaciones abona una reflexión más profunda, porque la mayor afirmaba que “solo sabía que, tras el acto, nacía una nueva criatura” y que “nunca me daba tiempo de encontrar ese mórgamo del hablan”. 

Encarni, ilusionada con ver la carita de su niña, asegura que “siempre tuve muy claro que se llamaría Encarni, porque es el único nombre que me inspira”. “Es como si lo hubiera pactado conmigo misma casi sin habérmelo propuesto, seguramente por lo que ha significado en mi vida la ferretería Encarnita y mi abuela”, insiste, y añade: “Ha sido una sorpresa muy bonita porque, justo antes de publicar el libro, supe que iba a ser una niña, y todo me parece un guiño del destino”. 

Sobre el autor:

Álvaro Romero Bernal.

Álvaro Romero

Álvaro Romero Bernal es periodista con 25 años de experiencia, doctor en Periodismo por la Universidad de Sevilla, escritor y profesor de Literatura. Ha sido una de las firmas destacadas, como columnista y reportero de 'El Correo de Andalucía' después de pasar por las principales cabeceras de Publicaciones del Sur. Escritor de una decena de libros de todos los géneros, entre los que destaca su ensayo dedicado a Joaquín Romero Murube, ha destacado en la novela, después de que quedara finalista del III Premio Vuela la Cometa con El resplandor de las mariposas (Ediciones en Huida, 2018). 

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