Hace ya prácticamente un año y medio desde que Rusia comenzó la invasión a Ucrania. Desde entonces, el conflicto no ha dado un solo respiro en el este de Europa. Miles de víctimas. Miles de personas que han tenido que huir de sus casas para buscar más presente que futuro. Andalucía, para muchos, se ha convertido en su hogar. Al menos de momento, hasta que puedan regresar.
Anastasiia Heorhinova es una joven de 31 años que poco después de comenzar la guerra tuvo que hacer las maletas desde su Dnipropetrovsk natal junto a su hijo Ívan, con tan solo nueve años de edad. Anastasiia tuvo que dejarlo todo atrás. Incluida a su familia y al propio padre de Ívan, su pareja. Hace un año tuvo que buscar otra ciudad y esa ciudad fue Sevilla.
Aún con dificultades para hablar español, al menos más que su hijo, cuenta a lavozdelsur.es cómo se encuentra tras varios meses en la ciudad. "Quiero mucho a Sevilla. Me gusta su gente y su cultura", señala. No obstante, deja claro que quiere "volver" a su ciudad lo antes posible. Ívan lleva un año sin ver a su padre, "es difícil para él y para mí".
Desde el mes de abril, ambos acuden semanalmente al club de remo de Sevilla junto a refugiados llegados desde países tan diversos como Marruecos, Costa de Marfil o El Salvador para realizar una actividad organizada conjuntamente entre la asociación Dársena Deportiva Sevilla, Cruz Roja en Sevilla y la Universidad de Sevilla a través del proyecto de inclusión social The CREW together. El objetivo es facilitar la integración de personas que, en muchos casos, llegan solas. "Me ayuda a aprender español y también a conocer otras culturas", comenta Anastasíia.
Dársena Deportiva comenzó con este tipo de actividades hace años. El objetivo era realizar proyectos sociales. Comenzó con personas con discapacidad, pero luego también trabajaron con personas en riesgo de exclusión social. José Viñas es una de las personas que capitanea estas iniciativas. "No encontrábamos un proyecto al que le pudiéramos dar consistencia. Recientemente vimos la oportunidad de hacer algo con personas refugidas, un colectivo bastante numeroso en Sevilla", señala. El propio Viñas cuenta que el ocio muchas veces no se ve como un elemento de integración, sin embargo, creían que la canoa para diez personas que habían adquirido sí podía servir.
Desde esta situación, realizó una propuesta a Cruz Roja. Con el sí de la organización, llegó la colaboración de la Universidad de Sevilla. "Estamos complementando el trabajo de inclusión con la canoa con ejercicios de juegos y dinámicas ante de la actividad de agua y antes de la actividad de agua. Eso nos ayuda a crear un colectivo más sólido", explica sobre el día a día.
Jesús Fernández Gavira es profesor de la Universidad de Sevilla en el grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Junto a algunos de sus alumnos ha sido parte fundamental en este proyecto dentro de un área denomiada como 'inclusión social y deporte'. "Este proyecto intenta que la persona que ha seguido todo el proceso y las once sesiones vayan adquiriendo responsabilidad sobre sí mismos, algo que también tiene beneficios en la calle y en personas que puedan estar en sus mismas circunstancias", explica.
Viñas reconoce que ha notado "muchísimo" avance en los asistentes. El primer día no salió como se esperaba por la cantidad de barreras que existían: idiomas, culturas, experiencias... "Gracias al equipo de la Universidad de Sevilla pudimos secuenciar las jornadas. Las primeras fueron de conocimiento y al final hemos conseguido total independencia y autonomía", afirma.
El profesor universitario, no obstante, es algo más prudente en su valoración. Al menos en el momento en el que se realiza el reportaje. "Me cuesta trabajo identificar en qué les sirve en su proceso de aculturación. Sí está sirviendo a las personas que están aquí porque se sienten durante doce semanas acompañadas en un espacio de acogimiento real".
"Ha sido un proyecto muy humano", comenta el profesor Fernández, aunque reconoce que lo potente de las historias que acumulan en sus vidas los participantes va a obligar a replantear el modelo utilizado desde el punto de vista académico.
Durante este periodo ha habido momentos complicados, como el Ramadán para los jóvenes musulmanes que forman parte de la actividad y a los que resultaba complicado incluir en las comidas que realizaban en algunas ocasiones después de remar en el Guadalquivir. Entre tantas dificultades, con el avance de los participantes también ha habido satisfacciones. "Esta homogeneidad es un fiel reflejo de que el deporte es un lenguaje común para todos y el deporte es una herramienta perfecta para romper las barreras y para conseguir la cohesión social", defiende Viñas después de diez sesiones de actividad deportiva en un enclave tan singular como es la dársena de Sevilla.