Conexión Jerez-Las Palmas de Gran Canaria: huellas andaluzas en la tierra de las papas 'arrugás'

Un hotel histórico o bodegas familiares son algunos de los atractivos de esta ciudad, que guarda estrechos lazos con esta comunidad autónoma por ser de Sevilla la mayoría de los primeros conquistadores

Una pareja en el parque Doramas en Las Palmas de Gran Canaria, en días pasados.

La llaman el continente en miniatura por presentar microclimas. Gran Canaria está llena de contrastes. Desde el hotel AC Iberia, un cuatro estrellas con vistas al mar, es posible imaginar las cientos de especies de flora y fauna que habitan en la isla, entre barrancos, mientras varias personas hacen ejercicio frente al puerto de Las Palmas de Gran Canaria, la capital. 

Esta ciudad cosmopolita muestra sus encantos, sus kilómetros de playa, su sol, pero también otros tesoros desconocidos del que quedaría prendado cualquier visitante. El turismo en Las Palmas mira al vino, como lo hace Jerez. Aunque esta actividad toma un impulso desde hace unos 20 años, cuando una nueva generación de productores comenzaron a posicionarse y a poner en valor el patrimonio vitivinícola canario. La ruta del vino de Gran Canaria es la última en incorporarse a la lista de las 33 que se distinguen en el país.

Por la mañana, desde las ventanas de un autobús, varios periodistas curiosos que disfrutan de un Gastro Trip organizado por Turismo del Ayuntamiento de Las Palmas y la compañía aérea Binter, divisan los viñedos de Tafira. La tierra volcánica arropa a la vid, que convive con los cactus, mientras Marc Llorens, guía turístico y periodista reinventado enamorado de la ciudad que le acogió hace 15 años, habla de ese “renacer del vino”. En el siglo XVI los viñedos relevaron a la caña de azúcar que tantas alegrías había dado a los canarios, pero que tras una época de esplendor, había perdido fuerza. Hasta ahora.

Viñedos de las Bodegas Mondalón en Tafira, Las Palmas. PATRICIA MERELLO

Lejos quedan los sorbos que William Shakespeare daba a su copa de malvasía aromática, a la que calificaba como “perfume para nuestra sangre”. De las 16 variedades autóctonas de la isla, esta ya apenas se usa. En la actualidad, apuestan por otros. “Estamos en el centro neurálgico de la viticultura”. La voz de Tamara Cruz irrumpe a los pies de una ladera “infernal” con un 50% de inclinación que sube a diario. Esta canaria saca adelante una pequeña bodega familiar con ediciones limitadas a la que se dedica en cuerpo y alma.

Bodegas Mondalón lleva 30 años de esfuerzo, sudor y lágrimas en los alrededores de la caldera de Vandama, a 300 metros de altitud. “Somos de los pocos que estamos aportando nuevos viñedos a Gran Canaria. Esta isla es la única que está creciendo en esta cuestión”, comenta frente a cinco hectáreas que albergan 16.000 plantas.

Su vino solo se vende en la isla. Su filosofía es que repose en las mesas de los grandes restaurantes de su tierra. “Nos cuesta llegar. Con que cara voy a vender a Europa si a los míos no les puedo dar nada”, confiesa risueña esta mujer que transmite un entusiasmo admirable.

El grupo camina en un paisaje de ensueño por el cortijo del Mondalón, donde Tamara vive y se gana la vida. Una finca histórica propiedad del que fuera presidente del Cabildo José Mesa y López, personaje que da nombre a una de las avenidas principales.

Tamara Cruz, frente al viñedo plantado en la ladera. PATRICIA MERELLO

“Esa montaña se llamaba Monteleón pero los canarios siempre estamos acortando todo y le llamamos Mondalón”, comenta. Una manía que comparten con los andaluces, a quienes les rec