'Barbate Vice': el estigma

La pesadilla del narcotráfico regresa a un pueblo que se había recuperado de un sambenito insoportable

Concentración en Barbate, este pasado sábado, tras el crimen de dos guardias civiles a manos de los jóvenes narcos. JUAN CARLOS TORO

El 3 de marzo del año 2000, un prometedor guardia civil, David Oliva, acabó con Barbate Vice. Decidieron llamarle Operación Espejo y nunca nadie me supo explicar por qué. En cuanto a lo de Barbate Vice era una broma de los barbateños. Por entonces había una serie muy famosa en televisión, Miami Vice, y lo que ocurrió en el pueblo era algo parecido a lo de la tele pero sin glamour. Durante los años 90 Barbate fue una ciudad sin ley.

En los periódicos salía mucho Barbate, pero no por lo de Barbate Vice, sino porque era el lugar donde habían enterrado políticamente a Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, por unos manejos de su hermano pequeño, Juan Guerra, con un rollo urbanístico en el que estaba implicado el ministerio de Defensa que sería largo de contar. No les aburriré con ello. 

Lo que ocurrió en Barbate en aquella década tenía que ver con que la pesca se había ido al carajo y que una nueva generación había encontrado un filón, un nuevo nicho de mercado. Algo que, como los boquerones de Larache, venía de Marruecos: se llamaba hachís. Daba un montón de pasta y no tenías que aguantar largas jornadas en barcos de mierda por 15.000 pesetas la travesía. Por una noche en la playa te ganabas 150.000 pesetas. Y ahora qué.  

Porque Barbate venía de una historia joven, pero gloriosa. Se había separado de Vejer en el año 38 y durante el franquismo fue un pueblo próspero, con decenas de bares, donde se tiraba el dinero, donde acudían las grandes figuras de la canción cobrando los mejores cachés, que tenía cinco cines, que era lo más de lo más. ¿Turismo? No, turismo, no lo necesitamos. Comemos de los boquerones y los atunes.

En Barbate operaban, si nos ponemos generosos, unos seis o siete grupos que traían hachís de Marruecos. Ganaban mucho dinero con ese contrabando y se dejaban ver por el pueblo. No eran narcos, eran chavales de instituto muy brutos con muchas cadenas de oro y muchas tonterías, pero se habían hecho los dueños.  

El dolor de Barbate tras la muerte de los dos guardias civiles, en imágenes
El dolor de Barbate tras la muerte de los dos guardias civiles, en imágenes.   JUAN CARLOS TORO

La importancia de la 'Operación Espejo'

La importancia de la Operación Espejo diseñada por el guardia David Oliva consistió en que se había detenido al clan de los Antón. Fue una operación revolucionaria porque no se dedicó a pillar el hachís sino a investigar el blanqueo del dinero que se sacaba con el dinero que entraba con el hachís. Decenas de comercios blanqueaban la pasta de la grifa. Barbate tenía el mejor videoclub de la provincia, vendía más ciclomotores que nadie en toda España, tiendas de ropa deportiva top, se abrían sucursales bancarias en un pueblo que, supuestamente, no tenía de lo que vivir. 

En Barbate podías conseguir lo que quisieras a precio de saldo porque su negocio, en el pueblo con más paro de Europa, no era ese. La Junta de Andalucía sacó un programa para que se apuntaran aprendices en las cosas más variadas. Pagaban 20.000 pesetas al mes. Hubo tortas en otros pueblos de la provincia para conseguir esos programas. En Barbate no se apuntó nadie.  

De la media docena de grupos que traían hachís de Marruecos el más famoso era el de Antón, pero no porque fuera una complicada organización criminal, sino porque al primogénito de Antón el Gitano, un hombre de unos 50 años por entonces, le había dado por dar por culo. Se había comprado una cría de león en el mercado negro y lo exhibía con una cadena de oro por el paseo marítimo. A Antón hijo, al que le molaba todo ese rollo de Pablo Escobar en Colombia, no le gustaba tanto ser rico como hacerse notar, ser Robin Hood. Soltaba cien mil pesetas en la carnicería del barrio más miserable de Barbate, el Carrero Blanco, para que la gente se llevara lo que quisiera hasta que se acabara la pasta.  

La Guardia Civil agradece el homenaje de Barbate.
La Guardia Civil agradece el homenaje de Barbate.   JUAN CARLOS TORO

Antón el Gitano no reía las gracias de su hijo, pero eso era lo que había y Antón hijo era un puto líder. Tenía una banda de amigos que le seguían y le imitaban. Todos con sus cadenas de oro, todos dando por culo, todos recorriendo la avenida del Generalísimo (así es como se llamó su avenida principal en Barbate de Franco hasta hace bien poco) con sus cacharros supercaros saltándose todas las señales. En Barbate nadie te iba a matar por un tiro, pero era muy probable que te llevaran por delante en un atropello. El subdelegado de Gobierno de entonces bautizó lo que pasaba en Barbate con un nuevo sustantivo: narcobienestar. Ese subdelegado cifró en un 70% de la población de Barbate la que, de un modo u otro, vivía del contrabando de hachís. Quizá exageró, pero no andaba muy lejos.  

Cuando decenas de guardias civiles empezaron los registros el 3 de marzo del año 2000 cayó toda la familia Antón. Rafa, el menor de los Antón, se resistió a los guardias, les insultó y su padre, ya con los grilletes, le reprendió: "Cállate, idiota. Estos señores están haciendo su trabajo. Tenles un respeto".  

Antón el Gitano venía del contrabando de tabaco y se pasó al hachís a finales de los 80

Antón el Gitano venía del contrabando de tabaco y se pasó al hachís a finales de los 80, en el inicio del declinar de la pesca. Reclutó a su hijo Antón cuando éste apenas tenía 14 años. Antón el Gitano era un dandi. Quizá su hijo mayor no tanto, pero mantenía las reglas. Lo que pasaba era, en cualquier caso, difícil de controlar. La pesca no daba un duro y el hachís daba dinero fácil. Los chavales abandonaban el instituto y Barbate estaba dejado de la mano de dios. Se creó un caldo de cultivo en el que buena parte del pueblo estaba en el ajo. También muchos guardias civiles. 

El contrabando de hachís se enseñoreó en Barbate en los años 90 porque las fuerzas de seguridad apretaron en La Línea. Esto siempre funciona así. El negocio nunca cesa. Si aquí las cosas se complican, nos vamos a otro sitio. A Conil, a Chiclana, al Guadalquivir, pero el negocio tiene que seguir existiendo. El hachís es un 10% del PIB de Marruecos, del cultivo viven en torno a 90.000 personas. Marruecos nunca va a detener esa economía. Incluso tiene lógica.   

Si el primogénito de Antón no hubiera dado el cante, si no se hubiera fugado a Marruecos, si no hubiera dado una entrevista en Telecinco al periodista Jon Sistiaga en la que decía que él daba más empleo en Barbate que la Junta de Andalucía (lo que era cierto), quizá en Barbate no se hubiera producido el estigma. Porque el hachís entraba por todas partes. Igual que entra ahora. Pero todas las televisiones fueron a Barbate. Barbate, atún y chocolate. Y Barbate y el hachís se hicieron uno. De forma injusta, sin duda. Pero sucedió.  

Han pasado casi 25 años desde la Operación Espejo, han pasado casi 25 años de Barbate Vice y del estigma. En el año 2004 el cineasta Pablo Carbonell rodó en Barbate la película Atún y chocolate. Dijo que pretendía poner al pueblo en el mapa. Cuando vieron el resultado los vecinos se le echaron encima, le nombraron persona non grata. Dijeron que ponía a todos los barbateños de traficantes. La película era una comedia ligera, muy naif. Él volvió al pueblo a explicarse, que él sólo quería contar la historia de un pescador en paro que roba un atún para su banquete de bodas, que era eso de lo que trataba la película. Le dijeron que mejor que se marchara, que estaban las cosas muy calientes.

La herida estaba todavía abierta. En 2014 el cineasta barbateño Frank Ariza vendió a Telecinco la serie Perdóname, señor. Trataba de una monja (Paz Vega) que volvía a Barbate a no recuerdo muy bien qué. Fue un éxito. Su ficción era mucho más dura que la de Carbonell, se hablaba abiertamente de narcotráfico, pero la herida estaba cerrada. Barbate lo había superado y el pueblo apoyó la producción.  

El pasado viernes unos tipos de La Línea asesinaron a dos guardias civiles. Los de La Línea conducían una goma de un montón de caballos y los guardias civiles se metieron en el puerto de Barbate con una zodiac casi de juguete. Los atravesaron. Las reglas han cambiado. Podría explicar hasta qué punto, tendría que viajar a La Línea y explicar su colombización. Es un mundo mucho más complicado que el de Barbate Vice. "Estos señores están haciendo su trabajo", dijo Antón el Gitano. Esto ya no funciona así. Es mucho más peligroso. Lo visto anteayer son tres malnacidos hasta arriba de todo jugando con una barca de juguete, pasándoles al lado a los guardias y, al final, ejecutándolos. Unos chavales que han perdido la inocencia en una curva especialmente tonta del camino. Unos asesinos. 

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Zona del Puerto de Barbate donde se produjeron los terribles hechos.    JUAN CARLOS TORO

No diré el nombre del piloto de hachís con el que hablo. Se dedicaba (quizá se dedica aún, de esto no se jubila nunca) a trasladar la droga desde la playa a las guarderías. En su día era el puto Carlos Sainz. Nunca los guardias le pillaron, excepto una vez. Una patrulla le perseguía de noche cuando él iba a toda leche camino de El Palmar con seis fardos de hachís. Los guardias conducían un Renault al que tenían cariño, carne de perro. Le reducían en las curvas, pero él ganaba en las rectas. De repente, el piloto dejó de verlos. Se extrañó. Volvió atrás. Vio que habían caído de lado en un pequeño arroyo. Estaban atrapados en su querido Renault con el agua al cuello. Rompió los cinturones de seguridad y los liberó. Esta historia os la puede contar cualquier guardia civil de la época. El piloto preguntó qué hacemos. Tenía su furgoneta repleta de hachís al lado. Qué vamos a hacer, dijeron los guardias. Tira.  

"Esos niñatos jaleaban, ¿lo has visto? Jaleaban. Esos mierdas eran de La Línea, pero los que grababan eran de Barbate. Sólo tengo ganas de llorar. Creía que no éramos así, nosotros somos un pueblo de gente muy tontaina, muy simple, buena gente. No somos así", me decía el piloto.  

David Oliva fue el guardia civil que acabó con Barbate Vice. Más de 20 años después fue enviado a liderar en la comandancia de Algeciras un grupo que se llamó Ocon. En pocos meses desarticuló una banda que había desatado el terror en el Campo de Gibraltar liderada por los hermanos Tejón, conocidos como los Castañas. Eran sumamente violentos. Por entonces se habían generalizado los vuelcos. Narcos robando a narcos. Hubo muertes, ajustes de cuentas.  

Oliva fue muy eficaz, pero cometió varias equivocaciones. Intentó saber qué era lo que sabía Asuntos Internos de sus asuntos internos. Interior desmontó el grupo Ocon. Hoy en La Línea los nuevos narcos, muy jóvenes, se reorganizan. Suelen ir en las gomas hasta arriba de todo. Son gente peligrosa. Son niñatos peligrosos. Pueden matar. Y mataron.  

Sobre el autor:

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Pedro Ingelmo

Periodista.

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Comentarios (1)

Mila Hace 2 meses
Señor Pedro Ingelmo,soy natural de Barbate ,empiezo por ahí para que sepa usted que yo no sólo leo prensa y me informo todo lo que puedo sino que además puedo vivenciar muchas cosas que suceden en mi pueblo. Por muchas cosas que cuentas en su artículo intuyo que se ha documentado pero es muy arriesgado decir que un setenta porciento de la gente de mi pueblo se dedican o se dedicaban a traficar En Barbate,hay muchas personas con muchas dificultades económicas que trabajan .en la hostele
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