El ancestral oficio de la taxidermia: el taller de los Franco, más de medio siglo de prestigio en Jerez

Son incontables los encargos que han salido de este recoleto taller, uno de los pocos que quedan activos en España. Dos generaciones se han ocupado de seguir con esta profesión que "muchos entienden mal"

Ramón Franco, la nueva generación al frente del taller, en pleno trabajo de naturalización.
Ramón Franco, la nueva generación al frente del taller, en pleno trabajo de naturalización. JUAN CARLOS TORO

Posiblemente, sea uno de los oficios más antiguos que aún perviven pese a los milenios de su origen. La taxidermia se remonta, según los estudiosos de la antropología, a unos 7.800 años atrás. Esos primeros indicios se localizaron en el desierto de Atacama, al norte de Chile, técnica que utilizaba la cultura chinchorro —según la Wikipedia, "nombre dado a un grupo de pescadores que habitaron la costa del desierto de Atacama entre el 7020 y el 1500 a. C".— en la preparación de cadáveres utilizando la taxidermia.

Desde aquellos remotos inicios, hoy el oficio tiene otro sentido incluso con mas dosis artísticas y, por supuesto, las personas no entran en el catálogo. La definición actual es “naturalizar animales para conservarlos con apariencia de vivos y facilitar así su exposición, estudio y conservación”.

Son pocos los talleres legales que se dedican a esta labor en el país; uno de estos se localiza en Jerez con un recorrido de 58 años desde que Ramón Franco lo pusiera en marcha en 1965. Este jiennense afincado en Jerez, al casarse con una jerezana, era funcionario del Estado, empleo que compaginaba, por las tardes, con su entusiasmo por la taxidermia.

Padre e hijo en el taller junto a algunas piezas en hueso ya terminadas.    JUAN CARLOS TORO
Ramon hijo y su padre en el taller junto algunas piuezas ya terminadas en la técnica del hueso.    JUAN CARLOS TORO

Los estudios arqueológicos sitúan los orígenes de la taxiderma en Chile hace 7.800 años

La continuidad está garantizada por su hijo, también Ramón, que a sus 45 años de edad está al frente del taller. Este, pese a haber finalizado sus estudios, se dejó llevar por lo que aprendió desde niño viendo a su padre trabajar día a día y las muchas horas que hay que echarle a la taxidermia. "Me metía en el cuarto donde mi padre hacía los trofeos; para entretenerme me daba un palo y puntillas para clavarlas, pero de reojo lo veía trabajar. Y de ahí empecé a ayudarle en lo básico". También se unieron a esta decisión otros ingredientes necesarios: una gran pasión y mucho amor por este trabajo y por la caza, además de talento.

Una solera de 58 años en Jerez

"Te tiene que gustar a ti y a tu mujer porque son muchas horas, muchos viajes, mucha carretera las que deben dedicarse a esto: es muy sacrificado y el apoyo de tu esposa, que es como una segunda taxidermista, es fundamental porque si no es imposible". Siguen donde siempre, en lo más castizo del barrio de San Miguel y en la misma casa.

Al entrar en el taller el olor que lo impregna llama la atención. Huele a curtido de pieles, maderas y a los productos que usan, que por cierto son reciclados. En unas tres habitaciones de una añeja casa se reparten las diferentes labores necesarias para culminar estos trabajos, espacios en el que los elementos que se observan delatan los muchos años que llevan los Franco en este oficio.

En las paredes cuelgan encargos en proceso y otros terminados o a medio concluir. Y de cuernos, sin ningún sentido peyorativo, muchos y variados porque en este taller solo se dedican al disecado de la caza mayor; no entran en aves ni en otras especies. “Es imposible saber cuántos animales he disecado”, señala Ramón padre, que sí se muestra orgulloso porque “muchos clientes aún me recuerdan algunas de las piezas que les trabajé”. Aprendió el oficio de un hermano suyo. Fue en Cazorla.

Insiste que es un trabajo que tiene que motivarte ya sea por vocación, tradición familiar o porque “lo amas”. Este taller tiene una relación muy directa con los cazadores y la cacería: caza mayor, monterías y todos los tipo de caza legalmente vigente, además de algún recuerdo taurino.

Detalle de la labor de naturalización de un ciervo.    JUAN CARLOS TORO
Detalle de la labor de naturalización de un ciervo.    JUAN CARLOS TORO 

Ramón hijo reconoce que la caza no está bien vista, no tiene buen cartel, "pero es importante que se sepa que nos regimos por una normativa muy estricta" y añade que es "una actividad esencial para el medio ambiente", además de la promociòn nacional e internacional que implica esta actividad que atrae a centenares de aficionados de aquì, nacionales e incluso extranjeros, por un puesto de caza mayor, la cual suele ser la selectiva que se organiza y regula para mantener el equilibrio cinegético. La fauna de la zona no tiene depredadores excepto al cazador: "Es una actividad legal aunque a algunos no les guste pero es totalmente necesaria para mantener los ecosistemas. Es la única herramienta legal para mantener ese equilibrio medioambiental ya que el lobo, único depredador que hubo en la zona, ya no existe", apostilla.

Poner en marcha un taller de taxidermia tiene los mismos pasos administrativos y fiscales como cualquier otro negocio; la diferencia la marca que quien vigila y controla su trabajo es Medio Ambiente y el Seprona, que, cuentan, pasan por el taller periódicamente para inspeccionar y comprobar documentación. En la taxidermia, que etimológicamente significa arreglar la piel, hay dos modalidades una vez que las piezas son recogidas: la naturalización con la piel y otra la del hueso colocado en una tabla. Ambas opciones tienen diferentes técnicas de trabajo.

Un proceso largo y laborioso

"La naturalización es la más compleja pero es la más bonita; es darle vida a lo que ya no la tiene. Es un proceso muy laborioso que empieza por la curtición de la piel, la creación del molde imitando la morfología del animal y los toques finales para conseguir la máxima fidelidad a la hechura de la pieza usando masillas y otros productos para ensamblar todo", relata Ramón Franco hijo que reconoce que este oficio tiene una gran parte de técnica y otra no menos importante, la artística que se vincula con la escultura: "Tienes que hacer los ojos, pestañas, nariz, boca… todo a base de esculpir y moldear la piel ya curtida sobre un molde".

"Hay que ser un enamorado de la caza, de los animales y de la naturaleza para dedicarse a esto"

Este molde se hacía con escayolas, paja y otros materiales pesados, "que al final provocaban que la pieza llegaba a pesar mas que si estuviera viva. Ahora se usa fibra de carbono u otros materiales resistentes y ligeros. Así se consigue “dar una expresión de vida a estos animales", oficio que bien podría denominarse como escultores cinegéticos. "Mantenemos los clientes desde hace muchos años, por lo que deben considerarnos buenos en este trabajo", afirma Ramón Franco padre, que aún recuerda vagamente los trabajos que le llegaban de casi toda España: "Ramón que bien quedó el ciervo; aún lo conservo desde hace treinta años", cuenta el maestro taxidermista con grandes dosis de orgullo por el legado que ha salido de sus manos.

Ramón Franco preparando el soporte de madera sobre el que se colocará la pieza.       JUAN CARLOS TORO
Ramón Franco preparando el soporte de madera sobre el que se colocará la pieza.       JUAN CARLOS TORO

Ramón ‘junior’ es claro al decir que este oficio "da para comer y para vivir sin grandes lujos". Con énfasis explica que para dedicarse a este trabajo es absolutamente imprescindible "ser un enamorado de la caza de los animales y de la naturaleza y que lo disfrutas de verdad". En este intenso y laborioso empleo, el momento que más recompensa es “cuando meses después el cliente ve el trabajo terminado y te vuelve a traer otra pieza”.

"Gran parte de la mala imagen que tenemos es culpa de los talleres clandestinos"

El tiempo que necesita para terminar un trabajo no está determinado porque cada disecado tiene un proceso o etapas que deben cumplirse para que el resultado sea el mejor: "Nunca nos hemos puesto el cronómetro". Obviamente el curtido de pieles es lo más entretenido y lleva algunos meses para tenerla preparada.

Talleres legalmente establecidos pueden quedar dos en la provincia, incluido el de Jerez. Cuestión aparte son los clandestinos: "Estos hacen mucho daño a la taxidermia. Parte de la mala imagen que nos afecta es por los clandestinos que trabajan mal y cogen cualquier pieza sea legal o no". Ramon Franco tiene claro que mientras exista la caza existirá la taxidermia, "pero la caza está pasando por momentos difíciles, especialmente la caza menor que está en descenso".

Las dos generaciones de taxidermistas jerezanos posando ante un panel en el que exponen algunos de sus trabajos.    JUAN CARLOS TORO
Las dos generaciones de taxidermistas jerezanos posando ante un panel en el que exponen algunos de sus trabajos.    JUAN CARLOS TORO

La especialización de este taller es el de la caza mayor y otras modalidades; como anécdota, alguna vez les han llegado personas para que les naturalizara a su mascota, "pero a muchas las hemos convenido de que no son animales para naturalizar; han tenido su función en vida como uno más de la familia, no para tenerlo en el salón de su casa".

A algunos los han persuadido pero otros han optado por tenerlo en el salón: perros, gatos e incluso caballos: "Nuestra taxidermia no está enfocada por ahí; está especializa en la caza", concluye.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

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