El Carnaval de Cádiz es creatividad y poca vergüenza, también libertad y grito contestatario. El carnaval forma parte de las gaditanas y gaditanos, como modo de vida o manera de estar en el mundo. Se vive en la calle, en el Falla y en las casas. El Carnaval lo puede todo. Y en él, personas visibles y no tanto que hacen posible su existencia.
La artesanía es uno de los oficios que sostiene y posibilita la realización del Carnaval. Sonia Espinosa Carneiro es la mitad de Achicarte, una empresa gaditana dedicada desde 2010 a escenografía, disfraces, complementos y atrezzo. Uno de sus principales trabajos, siempre en el ámbito artístico, está ligado al carnaval. Como dato a destacar, en 2018, ganaron la Aguja de Oro por el tipo de El Perro Andalú de Martínez Ares.
Sonia explica a lavozdelsur.es los entresijos del oficio, compartido con su socio Juan Diego Aragón Martínez. “Las primeras propuestas llegan en septiembre y en noviembre ya estamos metidos de lleno en el trabajo”, cuenta la artesana. Cada año trabajan con un máximo de agrupaciones. “Con algunas llevamos más de seis años”, asegura Sonia, que reconoce que "hay quienes llegan con las cosas mascaitas y las ideas claras, y otras agrupaciones te dan más libertad de creación". Algunos, incluso, mientras van creando, la agrupación va haciendo su repertorio.
Los tiempos cuando llega Carnaval son frenéticos. "Cuando terminamos con preliminares empezamos con el carnaval de la calle. Durante la fase clasificatoria vamos al Falla y seguimos trabajando en el taller, aunque. este año ha sido más tranquilo porque las callejeras ya se hicieron en febrero", comenta Sonia, que forma parte de la chirigota feminista Las Cadiwoman. Esta pareja de artesanos llega al falla con los escenarios desmontados a las dos de la tarde y comienzan a montar detrás de la tramoya hasta una hora antes de que empiece la sesión. "Cuando se acerca la hora de la actuación, se va acercando el premontado y en los 10 minutos entre agrupación debe quedar terminado", comenta.
Debido al carácter excepcionalmente estival de la fiesta este año, Sonia asegura que "la mayoría de la gente ha ido buscando tipos más fresquitos. Al Falla sí han ido con trajes más abrigados, pero todo el mundo ha pensado de cara al verano con piezas que se pudieran quitar fácilmente y fueran cómodas, como las batas".
"Si la idea es buena te lo pasas muy bien", comenta Sonia, que desprende pasión carnavalera por su trabajo. "La chirigota te da la posibilidad de hacer creaciones más humorísticas y la comparsa te permite experimentar con materiales y otras formas de trabajar, casi como en teatro. La calle es la libertad máxima y se buscam tipos con las cosas cotidianas descontextualizadas", expresa. A este respecto, Sonia comenta que los tipos antiguos eran más carnavaleros y eso se ha perdido un poco en el Falla".
Ahora, con las nuevas técnicas, se realizan unos acabados muy buenos, pero esta artesana lamenta que se haya perdido "eso de tirar de cosas cotidianas". Para Sonia, un caso paradigmático en la preservación de la esencia carnavalera era Manoli Santander, fallecido en 2019. "Él seguía tirando de sombreros con macetas, cuernos hechos con grifos, disfraces de de toda la vida, que se han quedado en la calle", apunta.
Este año, Achicarte ha realizado los tipos de We can do... Carnaval, la comparsa de Martínez Ares, la chirigota del Bizcocho, la comparsa y el cuarteto de Iván Romero y la escenografía del coro Kímbara. Sonia se despide recordando el trabajo que hicieron con Los Carnívales de Martínez Ares: "Fue el más moderno y diferente que hemos hecho".
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