'El Chicha', capellán de hospitales en Jerez y famoso por sus 'pataítas': "Lo importante es estar con la gente"

Manuel Jesús Barrera, tras un cuarto de siglo como sacerdote y trece años en hospitales, asegura que su misión es acompañar en medio del sufrimiento, lo que no quita su pasión por El Prendimiento y sus famosas 'pataítas' por bulerías

Manuel Jesús Barrera, el cura de los hospitales San Juan Grande y Universitario de Jerez.
24 de agosto de 2025 a las 19:06h

"Cuando mi gente está de fiesta, el cura también"

Lleva un cuarto de siglo ordenado como sacerdote. Manuel Jesús Barrera Rodríguez, 49 años de edad, es capellán de los hospitales San Juan Grande y del Universitario de Jerez. Con su bata blanca, como si fuera un facultativo, el cura recorre cada día las habitaciones y charla con los enfermos, cuando no tiene que asistir a alguno en casos extremos.

El Chicha, como es más conocido popularmente –le encantan los chicharrones– lleva 13 años en el Hospital General y cuatro en el de la Orden de San Juan de Dios. Es una persona muy cercana, peculiar, y pese a que su altura física no es la de un jugador de baloncesto, su espíritu de entrega en su misión es grande, pese a que antes de ser enviado a los centros hospitalarios evitaba el dolor y el sufrimiento.

Pero como él dice, “como no me gustaba, Dios me dio dos tazas”. Es del Prendimiento. Es de La Granja. No es gitano... sin embargo, sus pataítas por bulerías se han hecho virales en las redes: “Cuando mi gente está de fiesta, el cura también”.

Manuel Jesús Barrera en el San Juan Grande.    MANU GARCÍA
Pregunta. ¿Desde cuándo está cumpliendo esta misión?

Respuesta. En el SAS llevo más de trece años y en Juan Grande cuatro. La misión de un capellán en el hospital es acompañar a los enfermos, a sus familiares y también a los profesionales. Lo fundamental es estar presente en medio del sufrimiento, porque cuando hay una enfermedad física sufre el cuerpo, pero también la dimensión espiritual de la persona. Ahí entra el papel del sacerdote: ayudar en esa dimensión y atender las necesidades religiosas y espirituales.

P. ¿Incluso a los no creyentes?

R. Hay ocasiones en las que los no creyentes también piden hablar con el capellán. Cuando llega el dolor, todos buscamos algo en lo espiritual.

"Hasta los no creyentes reclaman la presencia del capellán cuando el sufrimiento golpea"

P. ¿Cómo es su día a día en el hospital?

R. Paso más tiempo en San Juan Grande. En el SAS voy a demanda. Mi rutina es llegar al hospital, revisar los ingresos y ofrecer el servicio a las familias. Algunas personas me llaman expresamente para visitarlas. También atiendo a enfermos a los que doy la comunión, o que simplemente necesitan desahogarse y compartir su historia.

P. ¿Cuánto de psicólogo tiene su papel?

R. Mucho. Escucho, trato de comprender y dar orientación. Se trata de dar sentido al dolor desde lo espiritual, porque no solo es físico. Acompañamos a muchas personas en el final de su vida.

Un cuarto de siglo como presbítero, ahora en el ámbito hospitalario     MANU GARCÍA

"Mi labor tiene mucho de psicólogo: escuchar, comprender y dar sentido al sufrimiento"

P. ¿Se ha tenido que enfrentar a casos de eutanasia?

R. Sí, he recibido varias solicitudes. Gracias a Dios y a la experiencia adquirida, realmente las personas no quieren morir, lo que no quieren es sufrir. Hoy existen medicamentos para aliviar ese sufrimiento y evitar la eutanasia.

P. ¿Ha logrado alguna vez hacer cambiar esa decisión?

R. Sí, he evitado varios casos.

P. ¿Es diferente la atención en San Juan Grande y en el Hospital General?

R. Es distinto. San Juan Grande tiene identidad religiosa. En el Hospital General actuamos a demanda: la gente pide la atención del capellán.

"He evitado varios casos de eutanasia: la gente no quiere morir, lo que no quiere es sufrir" 

P. En el Hospital General hay una capilla. ¿Está en uso?

R. Sí, está en un lugar de paso y entra bastante gente: profesionales, familiares y, de vez en cuando, algún enfermo. Ahora no se celebran misas. Lo intentamos, pero los enfermos impedidos no podían asistir, así que se decidió suprimirlas y llevar la comunión a las habitaciones.

P. ¿Lo más duro es dar la extremaunción?

R. Sí, son momentos muy duros y solicitados. Lo triste es que muchas veces se pide tarde, cuando la persona ya no está consciente.

P. ¿Cuánto tiempo lleva como sacerdote?

R. 25 años. He pasado por El Bosque, la Catedral, San Marcos, San Miguel, La Granja y ahora Las Viñas. También fui ocho años capellán de un tanatorio. Siempre he estado ligado al mundo del sufrimiento y del dolor.

 "Dios me llevó al mundo del sufrimiento y del dolor, aunque al principio yo era reacio"

P. ¿Por qué está en el mundo de la enfermedad?

R. Te voy a decir la verdad. Dios escribe con renglones torcidos. Siempre fui reacio a este mundo del sufrimiento y del dolor. Estoy aquí porque seguro que Dios dijo si no lo quieres, toma dos tazas. Y la verdad es que me siento como un instrumento de Dios en ese mundo. He vivido momentos donde, en verdad, los enfermos se evangelizan. Cuando acompañas a una familia en un duelo complicado, aprende uno mucho. Y te ayuda a ser muy humano.

Manuel Jesús ante el santuario de San Juan Grande.       MANU GARCÍA
P. ¿Ha atendido a enfermos ateos que al final pidieran los sacramentos?

R. Sí, algunos pidieron confesarse y recibir la unción antes de sedarse.

P. ¿Son los casos que más le llenan?

R. Sí, porque son fruto de un trabajo de escucha y acompañamiento.

P. También le gusta el mundo de las hermandades.

R. Siempre, soy cofrade de nacimiento. Soy de la cofradía que más me ha marcado mi vida, la del Prendimiento. He pasado por varias hermandades por servicio, como Bondad y Misericordia a la que bendije la imagen del Señor; también en Las Angustias, el Soberano Poder. Cuando me encuentro en las hermandades, intento trabajar con ellas siempre.

P. ¿Tiene raíces gitanas?

R. No, crecí en la barriada de La Granja. No soy gitano.

"Lo importante es estar con la gente... Si están de fiesta, el cura está de fiesta también"

P. ¿Bailar bulerías es incompatible con el sacerdocio?

R. En absoluto. No creo que haya ningún impedimento por bailar bulerías. Es una pataíta, como nosotros decimos aquí. No es incompatible.

P. ¿Eso le hace más cercano?

R. Lo importante de un cura es estar con su gente. Cuando su gente llora, el cura tiene que llorar con ella. Cuando su gente ríe, el cura tiene que reír. Cuando su gente está de fiesta, el cura también. Cuando su gente está de duelo, el cura tiene que estar de duelo.

Sobre el autor

Kiko Abuín

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