Paco López: "El 'streaming' se lo carga todo, es el final del espectáculo en vivo"

El gestor cultural, director escénico y dramaturgo cordobés, aunque afincado desde hace un cuarto de siglo en Jerez, repasa y analiza su trayectoria con lavozdelsur.es. Además, reflexiona sobre el convulso presente y el incierto futuro tras la irrupción de la pandemia

Paco López, ex director del Gran Teatro de Córdoba, retratado en otro de sus escenarios más preciados, el Villamarta de Jerez.

Tauro de El Carpio: de hijo de agricultores, cultivador

Francisco López Gutiérrez (1954) ha pasado gran parte de su vida en su pueblo natal, El Carpio —a 30 kilómetros de Córdoba—, Valencia, Madrid, Córdoba y Jerez de la Frontera. Quiso ser periodista, pero ha sido profesor de lengua y literatura, y aún hoy, sin saber lo que es la jubilación, ejerce como gestor cultural, director de escena y dramaturgo. López, que ha sido director gerente del Gran Teatro de Córdoba, montó la Orquesta de Córdoba, y fue director general de la Fundación Teatro Villamarta, que hasta hace unos años gestionaba las instalaciones jerezanas del mismo nombre, ha participado en más de 60 producciones, especialmente de lírica y flamenco. A su casi infinito currículo como director de escena, compaginando en multitud de ocasiones los libretos y la iluminación, se une la creación del Tio Pepe Festival y espectáculos como ¡Que suenen con alegría!, donde trató de ofrecer una versión reimaginada de las coplas de Nochebuena en Andalucía. Se confiesa serie adicto (acaba de volver a ver todas las temporadas de Mad Men, pero podía haber sido Babylon Berlin o El día de mañana; es fan de restaurantes jerezanos como Mantúa (estrella Michelin), La Carboná y La Cruz Blanca; y "soy tauro".

¿Cree en los astros?

Creo que formamos parte de una unidad. Absolutamente. Tenemos una parte que es física y otra que, evidentemente, tiene que ver con un gran misterio. De eso participamos los seres vivos y los no vivos. Estoy convencido de la interrelación entre todo lo que existe en el universo. 

¿Cuándo pensó a qué quería dedicarse en su vida?

Creo que he ido teniendo objetivos ya de mayor. De pequeño y de joven las cosas me las he ido encontrando. Es como una sensación de que uno va haciendo cosas y dice: ah, era esto lo que estaba haciendo. He sido un hombre con suerte siempre. Siempre he tenido la posibilidad de hacer lo que quería hacer en cada momento, aunque no hubiese un plan previo. Las cosas que me he encontrado son las que quería hacer. Lo mismo es esta parte que tengo como hijo de agricultor, de persona muy atada a la tierra, que hace ser tremendamente realista a la hora de trabajar lo que se tiene, eso que seguramente te pueda hacer feliz. No he sido una persona de grandes fantasías, sí de gran imaginación. 

¿Cómo fue su infancia?

Mi infancia es una infancia de un niño de pueblo, hijo de agricultores, en una situación no angustiada, pero sí difícil, tuvimos que emigrar, fuimos a Valencia, y en mi casa no había ascendentes ni un ambiente especialmente cultural. A los 14 años era un alumno de un colegio de mi pueblo y parecía que me gustaba escribir, escribía cuentecitos con pocos años, se los regalaba a mi novieta de 10 o 12 años, y cuando llegué a los 14 años, hablo del 66-67, quería hacer letras y da la casualidad de que una parte de la familia de mi padre vive en Madrid y voy allí a estudiar. La gran explosión. Un niño de pueblo en un ambiente donde no se hablaba de nada y de lo que había que hablar se había olvidar o no se quería olvidar, pues de pronto el contacto con Madrid, con ese Madrid bullente. Eso me cambia y me transforma completamente. Mi vida ha sido de encontronazos, más que de buscar.  

"No he sido una persona de grandes fantasías, sí de gran imaginación"

En la escuela, ¿era de notable o de diez?

Yo era bastante de diez. Pero no lo perseguía. 

Hablaba de explosión personal al llegar a Madrid, pero ¿hasta qué punto?

Hago el Bachillerato de letras y después intento matricularme en varias cosas y la primera opción fue Ciencias de la Información, periodismo, pero entré en Filosofía y Letras. Ya paralelamente, tenía esa cosa del teatro, de actuar, de dirigir, de escribir… y fueron viniendo las cosas. Vi muchísimo teatro en Madrid, muchísimo cine, fui a todo lo que pude. Si no hubiese estudiado en Madrid no sería la persona que soy hoy. Mi vida se fue mezclando con las artes escénicas, en un sentido de globalidad. Ya en las primeras cosas que hice siempre me interesaba la relación del teatro con la música, con la danza, no solo era un hecho vinculado con la palabra. Me interesaba ver esa visión integral, unitaria, de ese universo del que te hablaba antes. No sabemos por qué hemos tenido la suerte de nacer en este lado y no en otro, pero formamos parte de un universo y si lo jodemos nos jodemos a nosotros mismos.

"No sabemos por qué hemos tenido la suerte de nacer en este lado y no en otro, pero formamos parte de un universo y si lo jodemos nos jodemos a nosotros mismos"

¿Corrió delante de los grises?

No quedaba más remedio, o te lo buscabas o te lo buscaban, era el pan nuestro de cada día. Mis cinco años de universidad son del 71 al 76, y en la facultad estaba dentro el cuartelillo de los grises. Recuerdo haber sacado cursos en la biblioteca por haber estado la facultad cinco meses cerrada ese curso. Fueron meses que me sirvieron también para desarrollar un aspecto personal comprometido y social, fueron años definitivos para tener una visión crítica sobre el mundo y una visión marxista en el sentido de dialéctica sobre el mundo.

¿Con qué se ganó su primer sueldo?

Me lo gané ya como profesor. En el tema escénico era todo amor al arte, te daban 200 pesetas y ya está. Pero acabé la carrera con 21 y mi intención era seguir en Madrid haciendo el doctorado, pero me avisaron de Córdoba, que había una plaza en un instituto con una vacante, así que hice ese verano las oposiciones y entré. La enseñanza me ha encantado siempre. Pienso, y no estoy diciendo ninguna originalidad, que es uno de los soportes fundamentales de una sociedad, pero es que aquel tiempo me parecía especialmente interesante. Estábamos haciendo una manera de entender la enseñanza, cómo tenía que ser en un país nuevo. Me tocó en suerte un instituto en un barrio obrero de la ciudad, un profesorado con muchas ganas, muy comprometido, y fuimos haciendo programas paralelos a la propia programación oficial. Fueron años maravillosos. Mi primera experiencia con 21 años fue como profesor de nocturno, dar clases para gente que no había podido estudiar o que trabajaba. Tenía, yo con 21 años y recién salido de la facultad, alumnos de 40, 50 y 60, y era aquella relación de una riqueza tremenda. Me aportó una experiencia maravillosa. Me encantaba la enseñanza y me sigue encantando, pero también he tenido esto en mi vida de que me gustan muchas cosas. En paralelo, ya formaba compañías en Córdoba, los ayuntamientos empezaban a necesitar ordenar las propuestas culturales que se hacen en la ciudad y luego, en un momento determinado, me ofrecen dirigir el área de cultura del Ayuntamiento de Córdoba. Te hablo del año 86. Y luego ven interesante que entre a dirigir el Gran Teatro de Córdoba, y de ahí a Jerez.

"La educación es una de las cosas que más se han descuidado en este país, en el sentido de su dirección hacia una nueva manera de entender las relaciones entre los ciudadanos"

Uno cuando dirige enseña, pero también aprende.

Absolutamente. Y sigo estudiando todos los días, en el sentido literal y amplio de la palabra. Volviendo a eso de que todo está relacionado, la educación es una de las cosas que más se han descuidado en este país, en el sentido de su dirección hacia una nueva manera de entender las relaciones entre los ciudadanos de este país. Es el gran déficit, aunque por supuesto del tema de la inversión podamos hablar mucho. No vale de nada apostar por determinados hitos o aspectos particulares de algo cuando te dejas atrás todo el magma que hace a la cultura en su sentido más amplio: la cultura democrática, la cultura de convivencia… si eso lo dejas atrás, estás perdido. Y más en un mundo tan cambiante como el que estamos viviendo. No sospechamos hacia dónde va. Que la educación no dé respuesta a esto es un error que pagaremos. Por eso en los proyectos, desde el punto de vista de gestor, siempre he intentado integrar una parte de comprensión y relación con el hecho, y que sean elementos de reflexión sobre el mundo en el que se vive. 

López, en un momento de la conversación con lavozdelsur.es, en días pasados. FOTO: MANU GARCÍA

¿Ayudar a activar el pensamiento?

Esa es la palabra: activar el pensamiento. 

Pero hay todo un ejército que está continuamente dándole al botón de off…

Absolutamente. Ese es el tema. Para mí, el antipensamiento es mi miedo fundamental hoy día. Y es imparable. Creo que la estrategia no es combatir eso, es hacer paralelamente a eso otras cosas. No podemos combatir las grandes superficies o los males de las redes sociales, ese es el capitalismo salvaje puro y duro, y contra eso no se puede combatir. Si no vienen de Estados Unidos, vendrán de China, de Rusia o de India. El tema es cómo hacemos para que en paralelo a que eso ocurre vayamos construyendo una realidad que permita que poco a poco se vaya implantando ese elemento reflexivo en la sociedad donde uno no viva aparte, pero sí pueda saber si le están engañando o no, con qué intención le están diciendo algo… En definitiva, ser sujeto. Independiente. Todas las cartas están puestas en la mesa para que el off sea total y absoluto en todo. 

"El antipensamiento es mi miedo fundamental hoy día. Y es imparable"

Llega a Jerez en el año 96, para reabrir un teatro que llevaba años cerrado. 

Yo estaba en Valencia ya. En aquellos momentos mi pareja de entonces era valenciana y yo había ganado una oposición para un auditorio nuevo que se iba a abrir al lado de Valencia, en Torrente. Estaba para incorporarme. 

Ese año indultan a Herminio Trigo (IU), ex alcalde de Córdoba, que fue denunciado por prevaricación en su contrato como responsable del Gran Teatro de Córdoba, ¿cuál es su conclusión de aquello?

De esto sería el propio Herminio probablemente el que tendría que hablar, y creo que va a sacar un libro sobre esto, pero en un momento determinado, Córdoba se convierte en una perita en dulce para la especulación. Estoy hablando de los 90, como ocurría en muchas otras ciudades. La ciudad tenía un ferrocarril en superficie que hacía que todo el norte y centro-sur se comunicaran únicamente por dos pasos a nivel con barreras. Más drástico aún que lo que ocurría en Jerez. El AVE, la Expo… se plantea el gran negocio en la ciudad, que pasaba por liberar todos los terrenos en el centro de la ciudad y se produce la gran especulación. En ese momento, en el que gobernaba Izquierda Unida, se monta todo un tinglado del que yo formo parte. Yo tenía mi plaza de profesor y estaba en comisión de servicio en el Gran Teatro. En un momento determinado, el interventor en aquellos momentos dice que para que mi plaza se consolide tengo que pasar no sé qué… no recuerdo muy bien porque hace mucho tiempo, pero Herminio desoye esto, y se pone en marcha toda la operativa fiscal para quitar a Herminio de en medio. Cuando a Herminio le quitan, hay elecciones poco después y por primera vez IU pierde las elecciones en Córdoba. Todo aquello quedó expedito. 

"Dinero y administración de la justicia, por desgracia, están vinculados desde siempre. Sin querer generalizar, cuando la rueda del dinero se pone en marcha es muy difícil pararla"

Hay dos conclusiones: la historia la escriben los especuladores y esto de judicializar la política para ponerla al servicio de los especuladores no es nada nuevo. 

Para nada. Ni de hace 30 años. Esto viene de Roma por lo menos. Dinero y administración de la justicia, por desgracia, están vinculados desde siempre. Sin querer generalizar, cuando la rueda del dinero se pone en marcha es muy difícil pararla. Aplasta a quien se ponga en medio. Y menos mal que solo lo quita políticamente…

Bueno, hay otros casos…

Hombre, que si hay casos… Aquí podríamos recuperar alguno cuando menos curioso. 

¿Quién le llama de Jerez?

Bueno, no me llaman de Jerez. Me llama un jerezano que estaba fuera, José María Báez, el pintor, que vivía en Córdoba y era amigo. Me avisa de que había salido lo de Jerez y me insiste. Presentó mi proyecto, porque lo que pedían era eso, y creo que entre 80 o 90 proyectos que se presentaron, lo saqué adelante. Lo consulté con mi pareja entonces, que estaba de gerente en el Palau de la Música, y decidimos venirnos para acá. 

Llega usted a la ciudad con un alcalde con el que no sería fácil lidiar en un momento de pleno apogeo al frente de la Alcaldía. 

Yo siempre he dicho y siempre diré que Pacheco ha tenido una intervención mínima en la gestión del proyecto del Teatro Villamarta. Y digo mínima por decir algo. Siempre pondré en valor el hecho de que Pedro Pacheco, cuando decide reabrir el Villamarta, no hace como en tantos otros sitios: hacerse la foto y ya veremos qué va ocurriendo. Probablemente no tuviese la idea muy clara, pero sí que quería tener un teatro que funcionase como un proyecto de vanguardia en España en aquellos momentos, que significase un elemento más no solo de dinamización interna, sino de atracción externa. Tuve las reuniones con un tribunal para entrar, y luego ya mi persona de contacto fue Pepe Carrión, el gran Pepe Carrión, que bueno, su apoyo en el primer momento de Villamarta fue fundamental. Desde aquí le damos las gracias todo el teatro y creo que la ciudad le tiene que dar las gracias.

Otro momento de la conversación con este medio, en el 'hall' del Villamarta. FOTO: MANU GARCÍA
¿Qué se encontró en la ciudad?

Bueno, cuando ya se presenté el proyecto, hice un estudio, una radiografía básica de la ciudad, para ver por dónde podía plantear el proyecto. Me encontré con un 65% de la población iletrada, que apenas sabía leer y escribir, y que había algún ciclo de la Caja de Ahorros, alguna coral, y tres pantallas cinematográficas. Algo extrañísimo para una ciudad de casi 200.000 habitantes, aunque no tan extraño para los que somos del Sur, porque sabemos por desgracia como nos las gastamos por aquí, pero en definitiva, un desierto cultural. De ahí que mi proyecto, desde el principio, fuese muy integrador de distintos objetivos. Se trataba de formar, dinamizar, hacer que este teatro fuese un orgullo para la ciudad, un elemento de presencia de Jerez fuera de Jerez, que fuese un organismo completamente vivo que sirviese para quitar ese off que reflejaba la ciudad.

Es curioso que una ciudad donde políticamente ha habido tantas convulsiones en los últimos 15 años largos el Villamarta se haya mantenido casi intacto como casi el único proyecto de ciudad capaz de aunar voluntades.

Creo que las cosas que tienen sentido son más difíciles de cuestionar o de ir contra ellas. En la ciudad se vio que el proyecto tenía sentido, no en un aspecto exclusivo o elitista, sino que tenía sentido para la ciudad y se trabajaba en serio. Hombre, fue muy importante el apoyo que en un primer momento se recibió del Ayuntamiento y de personas concretas, con Pacheco en la sombra. Eso ayudó a consolidar mucho que el teatro fuese intocable en el mejor sentido de la palabra. También he decir que no todo el tiempo el teatro ha tenido el apoyo. Desde dentro del Ayuntamiento, en algunos momentos, se le ha atacado de una manera clara porque el proyecto de estas personas no pasaba por un teatro público, sino privado. Y aquí se ha resistido. Yo hasta un determinado momento y las personas que han trabajado después de mí, hemos tenido la sensación de que parecía que el teatro era nuestro y teníamos que defenderlo era contra determinadas personas que mandaban en la ciudad y querían otro modelo. 

"Siempre pondré en valor el hecho de que Pedro Pacheco, cuando decide reabrir el Villamarta, no hace como en tantos otros sitios: hacerse la foto y ya veremos qué va ocurriendo"

¿Se intentó estrangular financiera y económicamente el teatro de forma deliberada?

Bueno, entré todos lo mataron y él solito se murió. Evidentemente. Buena parte de lo que fue la crisis económica del teatro, que llegó a esa situación que afortunadamente se pudo salvar gracias al papel del actual gobierno del PSOE, fue fruto de dos estrangulamientos: el primero, cuando se empezó, desde 2003, a disminuir las aportaciones al teatro; y luego, aun cuando la Junta de Andalucía entró unos tres años —y pasó de aportar 600.000 a 0 euros—, sí ha habido claramente un intento de estrangulamiento justificado, con unos objetivos políticos evidentes. El fin último era privatizarlo, que esto se convirtiese en una especie de casa de cultura, no un proyecto de ciudad. Eso coincidió también con la Ley Montoro que estaba pensada para estas cosas. Curiosamente solo se aplicó al Teatro Villamarta. 

¿Si este proyecto hubiese estado en Sevilla o Cádiz, o en una capital, estaríamos hablando de otra cosa?

Las artes escénicas, y la cultura, no son un valor en sí mismos en política, son valores de cambio. Si fuesen valores en sí mismos, todos los grandes proyectos, los que tienen sentido, se apoyarían, y los que no, no se apoyarían. ¿Qué ocurre con Sevilla con respecto a otras ciudades? Pues lo que ha ocurrido desde siempre en todas las cortes del mundo. El poder siempre necesita una corte y actividades de escaparate. Pero veamos todo en perspectiva: cuando un alcalde, como el que teníamos, acudía a negociar proyectos para la ciudad tenía dos caminos. Uno primero, que conecta directamente con el Gobierno andaluz, y ahí puede entrar un fluido de apoyo condicionado a que si eso cambia, cambiará; y otro segundo camino, donde lleva un saco de proyectos, y la administración los prioriza. Este tiene que ver con el lugar en el que algo se coloca en una negociación. Las cortes generan siempre un mayor apoyo, pero también influye el orden en el que se piden las cosas. 

"He trabajado con todos los colores políticos y creo que siempre he tenido una relación cordial. Han visto la seriedad y el funcionamiento profesional de un proyecto"

¿No le llama la atención que en 25 años la Diputación de Cádiz jamás apoyase el Festival de Jerez?

Bueno, Cádiz es la corte de la Diputación. Es sangrante, efectivamente. En tiempos de Pilar Sánchez como diputada provincial creo que entró una vez con una cantidad insignificante y nada más. Es curioso que el que creo que es el proyecto escénico y musical de mayor proyección exterior de la provincia, como es el Festival de Jerez, no cuente con una ayuda estable de la Diputación de Cádiz, pero…

¿Se ha llevado bien, en general, con los políticos, o al poder hay que desafiarlo para que le hagan caso?

Creo que, en general, me he llevado bien. Han visto la seriedad y el funcionamiento profesional de un proyecto. Desde ese punto de vista, y he trabajado con todos los colores políticos, creo que siempre he tenido una relación cordial. Pero cuando entiendo que alguien atenta contra un proyecto que es sustancial para la ciudad, y que se hace por unas razones que no comparto, mi obligación es que afecte lo menos posible y decirlo. Cada uno que piense lo que quiera. 

"La etapa más oscura fue la de María José García-Pelayo. Lo mismo también entregó mi cabeza porque la pedía gente, estas cosas nunca se sabe…"

Eso le ha costado algún desencuentro…

Evidentemente, evidentemente. La etapa más oscura fue la de María José García-Pelayo. No te hablo de actitudes personales de algunos de los miembros de aquella Corporación liderada por el PP, donde hubo gente afectuosa, pero te hablo de que fue muy difícil mantener la idea y la gestión. Peleaba contra mis jefes y eso es complicado.

Uno sabe ahí que tiene las de perder…

Pero uno va teniendo años y dice, bueno, otras cosas sabré hacer. 

Paco López, con las butacas vacías del Villamarta como telón de fondo. FOTO: MANU GARCÍA

Por esa vida de encontronazos que dice que ha tenido, ¿el final en Villamarta no fue un poco amargo?

Pero no por mí. A mí la palabra amargura me parece una sublimación del dolor demasiado importante. No he sentido amargura por esto, yo he tenido que aceptar el hecho de que se cometen cosas que van contra el bien común. Y no hablo de que a mi María José García-Pelayo me echase a la calle. Lo hace cuando faltaban cuatro meses para las elecciones municipales, no me echa al comienzo de su periodo… Yo tenía mi plaza aquí, no era un cargo de confianza, pero podía entender en ese momento inicial que mi concepto del teatro no era el que tenía el PP. Lo entiendo y lo respeto. Pero después de tres años y medio de ir acogotando el funcionamiento del teatro, finalmente, en esa fecha, pone en marcha mi despido, además con carácter inminente, es algo que dices: esta persona no lo ha hecho por el bien común, por por ejemplo ahorrarse mi sueldo, lo ha hecho por hacer daño. ¿Hacer daño a qué? Hacer daño. Cuando uno empieza a defender frente a su jefe cosas que no ve, y que se calla públicamente, pues ya sabes que en cualquier momento puede llegar la orden de decir: fuera esta persona. ¿Pero que se haga a cuatro meses de unas elecciones…? Lo mismo también entregó mi cabeza porque la pedía gente, estas cosas nunca se sabe…

 "Vivimos todavía en una sociedad donde la cultura no es algo residual, pero sí ocupa un espacio de vida pequeñísimo en el modo de vida de los ciudadanos"

Villamarta, pese a su contribución innegable al desarrollo educativos, social, cultura y económico de Jerez, siempre ha contado con una trinchera de, digamos, detractores. Esto se ha podido ver muy especialmente con voces críticas contra el proyecto del Centro Lírico del Sur y las producciones de óperas. ¿Qué valoración hace de eso?

Ya hemos partido de que a veces el enemigo estaba en la propia casa. Hablo del enemigo desde el punto de vista de un teatro público. En este país, y estamos viéndolo ahora más que nunca, la cultura sigue siendo un gasto, no una inversión. Para la inmensa mayoría de la población, sigue siendo un gasto. Y desde ese punto de vista es muy fácil jugar con eso. Machado: desprecia cuanto ignora. Vivimos todavía en una sociedad donde la cultura no es algo residual, pero sí ocupa un espacio de vida pequeñísimo en el modo de vida de los ciudadanos. Y ahora, todavía más, está siendo arrinconada por un sucedáneo de la cultura que se llama los grandes proyectos de carácter multinacional que entran a través de fondos buitres y soporte digital. La cultura, como tal, cada vez está más arrinconada porque ese negocio, en dólares o euros, no es negocio. Y como se impone el negocio por encima de todo, pues no basta con hacer pedagogía. Pongo un ejemplo: el streaming. Eso es el final del espectáculo en vivo, lo que quieren es que te quedes en tu casa, que compres por internet, que seas una estrella con cientos de millones de seguidores, que cuando no sirva la quitan, y que no consumas el directo, ni salgas, ni te relaciones.

¿El streaming es sinónimo de fascismo, parece que nos dan a elegir y al final nos imponen?

Absolutamente. Algo que entra como adjetivo, luego se convierte en sustantivo porque tiene el poder que tiene todo lo digital. En un momento determinado, si a la gente la acostumbras que vea una obra de teatro en su casa, acabará por no ir al teatro. El streaming no es el Estudio 1 de antes, no potencia ir al teatro o lo acerca donde no se produce el hecho teatral, el streaming te convierte en consumidor como te convierte en un comprador Amazon. Y se carga todo lo local y todo lo vivo. Quizás sea un poco apocalíptico, pero así lo veo. ¿Quiere decir que no podemos hacer algo en streaming? Sí, pero un vinculado a un hecho vivo y cuando toque. Cuando el hecho vivo haya terminado su periplo, no como sustitución. Dada la velocidad a la que cambia el mundo, nosotros, lo que está ocurriendo ahora mismo con internet, dentro de 15 años puede ser una cosa que ahora mismo ni la pensemos todavía. Gran Hermano se ha quedado completamente obsoleto. El coronavirus da miedo, por supuesto, pero mi miedo es otro. 

¿La gestión cultural es ahora menos libre, menos arriesgada e imaginativa? ¿se programa ahora pensando en los seguidores que tienen los artistas que se contratan?

Maticemos. Cuando creo que la cultura es un hecho constitutivo de cualquier sociedad no digo que sea gratuita. Has empleado la palabra imaginación y creo que es la palabra justa entre la razón y el corazón. Imaginar une las dos cosas. Inventar no es imaginar porque inventos puede haber montones. Entonces, cuando se trabaja en cultura y en artes escénicas debe regir ese concepto de la imaginación. Creemos, hagamos que la cultura, en el sentido más amplio, vaya revisándose, fraguándose nuevas cosas, pero con medida, con el realismo por arriba. ¿Cualquier hecho cultural que ocurra en un teatro tiene que tener en cuenta la taquilla? No. ¿Hay que dejar de tener en cuenta la taquilla? Tampoco, manejas unos recursos, unos medios, y buena parte de esos recursos, el 75-80%, procede de la administración, de todos los ciudadanos. Hay que crear con imaginación, pero consecuentemente. Pero en la base está un hecho: la cultura es inversión, y toda inversión tiene en cuenta todo esto que estamos hablando. Lo que no podemos pensar es que esto es Estados Unidos y un espectáculo puede vivir de las entradas. Usted tendrá que venir a taquilla si yo no creo en su espectáculo. Si creo, tengo que ayudar a que eso sea factible. 

"El mundo se nos ha venido encima y tenemos que intentar aclararnos un poquito, poniendo la mirada a 15-20 años vista, para tener unos raíles por los que transitar"

¿Villamarta programa pensando más en la razón que en el corazón?

Hay que saber los márgenes en los que uno se mueve. Antes dependíamos menos de la taquilla porque los márgenes eran mayores. Con lo que se recibe de las administraciones, y no conozco las cifras al detalle, da para pagar al personal y los gastos (luz, limpieza…), no da para la programación. De ésta, la diferencia entre lo que ingreses y lo que gastes, o alguien te lo paga, o hay déficit.

Como sociedad no se ha asumido que en un teatro público lo normal es que haya déficit…

Pero como si tienes una carretera… ¿Cuánto paga un niño por entrar a un colegio? ¿Cuánto cuesta esa plaza a lo largo de su vida académica? En España no se entiende que la cultura sea un bien público y que sea una inversión, no un gasto. La cultura es lo único, desde que el mundo es mundo, que nos define como seres humanos. Cuando hablo de cultura no hablo de Beethoven, hablo de la cultura democrática, de un concepto de las relaciones humanas donde el hecho de la creatividad es un elemento fundamental en la evolución del ser humano. El cortoplacismo es el problema, hay que saber a dónde vamos. El mundo se nos ha venido encima y tenemos que intentar aclararnos un poquito, poniendo la mirada a 15-20 años vista, para tener unos raíles por los que transitar. 

Paco López posa tras la entrevista concedida a este medio. FOTO: MANU GARCÍA

¿El Festival de Jerez ha sido su gran proyecto artístico?

Como gestor, los dos grandes proyectos que he tenido la suerte de dirigir ha sido el proyecto Gran Teatro de Córdoba y la Fundación Teatro Villamarta. Y sobre todo aquí. Es muy amplio, pero es lo que realmente juega un papel fundamental en una ciudad. Creo que el Festival de Jerez, dada su propia esencia y los elementos que tenía, es el que ha podido resistir mejor toda la problemática que ha rodeado al teatro. A partir del quinto año, el Festival de Jerez ya recibía en torno al 60% de los ingresos por la vía formativa y de taquilla. La ópera, por ejemplo, no puede resistir eso: o son entradas, o es patrocinio. Lo que siempre he defendido es que no se puede engañar al público: ¿este equipo juega en Champions, a no descender o en tercera? Esta ciudad tenía la posibilidad y tenía el derecho a tener lírica: en primer lugar, como elemento de ciudad; y en segundo lugar, como elemento distintivo porque por esto también se asocia Jerez a la cultura. Y gracias a los fondos que tenemos se pueden seguir haciendo cosas.

"Aspiro a vivir, a compartir cosas con la gente a la que quiero y a que esta ciudad, que es mía, tenga un futuro con sentido"

El covid deja en una situación complicada el próximo Festival, la edición en la que cumple un cuarto de siglo.

El gran éxito debe ser que ocurra el Festival de Jerez, en los límites que pueda. Sé que la directora del Festival querría haber unos 25 años muchísimo más especiales, pero el gran éxito será hacer el Festival. Soy positivo y creo que el Festival y los cursos van a ocurrir, aunque con un determinado tipo de usuarios que no podrán venir, como los que llegan de China o Japón. Seamos prácticos, porque el castigo al que se está sometiendo a los espacios de artes escénicas desde el punto de vista de las restricciones habla una vez más de que, como la ausencia de cultura en vivo no tiene daños colaterales —no piensan ni en las 700.000 personas que vivimos de esto—, lo hacen como diciendo estamos haciendo cosas. Y cuidado, no mezclemos ocio nocturno con cultura. Seamos un poquito serios. 

Un agricultor puede ser igual de esencial que un trabajador del mundo de la cultura, ¿no?

Debería, sobre todo porque comparten buena parte del nombre. El agricultor es un cultivador del campo y el otro es un cultivador de la mente, de la creatividad, del arte. Pero volvemos a lo mismo: la cultura no se toma en serio. A lo largo de la historia ha ocurrido siempre. Cuando ha habido una peste en el siglo XVI se han cerrado los teatros. ¿Por qué? Por su valor simbólico. Soy el primero que va a los bares, y es obligación hacerlo, como lo es comprar en el comercio de cercanía, pero la cultura no forma parte en España del concepto de sociedad. Tiene imagen y por eso se utiliza esa imagen, pero solo eso.

¿Cuál es su bandera?

Intentar dormir tranquilo por las noches. Por supuesto que con mi edad y mi experiencia no soy de las personas que de pronto digo que se pare todo, que me bajo, pero por lo menos intento tener claro por qué hago y por qué no hago las cosas. Y eso me permite dormir.

¿Para qué no está en venta?

Bueno, en venta estamos todos desde que nos levantamos. Depende de para lo que me pagues porque, dependiendo de para lo que me pagues, te diré que sí o que no. Lo que no he hecho en mi vida es ser miembro de un partido político, tener un carné de un partido. He intentado siempre ser una mente libre para poder pensar y hacer las cosas. Todos nos vendemos, pero lo que sí tenemos que tener claro es por qué lo hacemos; y en la medida de lo posible, si lo hacemos, que no nos obligue a algo antisocial. 

"Estamos en un círculo y en un circo vicioso, pero podemos ayudar a no amplificar. Eso es hacer la revolución ahora mismo"

¿A qué no renunciaría después de todo lo que hemos hablado?

Esta mañana he colgado una frase, que no es mía, que decía: cualquier día es buen día si uno no tiene la tierra encima. Aspiro a vivir, a compartir cosas con la gente a la que quiero y a que esta ciudad, que es mía, tenga un futuro con sentido.  

¿Menos trincheras y más pensamiento propio?

Y menos titulares. Los medios también estáis alimentando al monstruo. Hay que poner la mirada también en otras cosas. Estamos en un círculo y en un circo vicioso, pero podemos ayudar a no amplificar. Eso es hacer la revolución ahora mismo. 

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