Enric González: "El periodismo es el arte de perder el tiempo"

El periodista barcelonés recala en Cádiz para participar en un curso de verano de la UCA. Antes, atiende a lavozdelsur.es para hablar de periodismo, pasado y futuro, pero también de fútbol o política, desde la perspectiva de quien ha recorrido medio mundo y ha conocido "la edad de oro del periodismo"

Enric González, en la plaza San Francisco de Cádiz, tras la entrevista con lavozdelsur.es.
Enric González, en la plaza San Francisco de Cádiz, tras la entrevista con lavozdelsur.es. JUAN CARLOS TORO
13 de julio de 2025 a las 09:29h

El periodista que antes quiso ser veterinario 

Enric González (Barcelona, 1959) es periodista por casualidad. Quiso ser veterinario, pero su padre (Francisco González Ledesma), "un fan del periodismo", lo convenció para que probara. Empezó de becario en la Hoja del Lunes, en los años 70, cobrando una miseria —"no daba ni para tabaco"— y ahí empezó una trayectoria ascendente que lo ha llevado a pasar por medios como El Correo CatalánEl Periódico de Cataluña, El País, El Mundo, y a colaborar con otros muchos, de Jot Down a Alternativas Económicas. Ahora habla en la Cadena Ser y escribe ocasionalmente en eldiario.es.

González ha sido corresponsal en Londres, París, Nueva York, Washington, Roma, Jerusalén y Buenos Aires. Son memorables sus Historias, los libros que escribió tras pasar por algunas de estas corresponsalías. Historias de Londres (1999), Historias de Nueva York (2006), Historias de Roma (2010) y también sus Memorias líquidas (2012). Ganador de importantes premios periodísticos, del Cirilo Rodríguez (2006), al Francisco Cerecedo (2009).

A Cádiz, Enric González llega la tarde antes de participar en la jornada de cierre del curso de verano Fútbol: el octavo arte, que organiza la UCA. A hablar de fútbol, concretamente de Maradona y su impacto, como hace en la entrevista con lavozdelsur.es. También aborda, por supuesto, su visión del periodismo, pasado y actual, de la política, del fútbol y los futbolistas... 

Pregunta. Llega a Cádiz para hablar de Maradona...

Respuesta. El asunto llega a tal punto que si no hubiera pruebas documentales de que Maradona estuvo en Nápoles, yo ya no me lo creería, porque hablas con cualquier napolitano y todos han conocido a Maradona, aunque tengan 20 años. Pero el impacto del futbolista en la ciudad fue tan grande que calculo que la mitad del turismo que va a Nápoles está directa o indirectamente relacionado con Maradona.

P. En Cádiz pasa algo parecido, todo el mundo conoció a Mágico y tiene una anécdota con él.

R. No eres de aquí si no tienes una historia... pues eso.

"Los futbolistas viven en una burbuja inaccesible. Cuando era pequeño, en Barcelona veías a Kubala por la calle. Ahora hay que pagar para que tengan el quinto Lamborghini en el garaje"

P. ¿Futbolistas como Mágico o Maradona serían posibles hoy día? ¿Se les permitiría tanto en el fútbol actual?

R. No lo sé. En realidad, Maradona era bastante formal hasta que empezó a meterse coca por un tubo. Un Messi habría sido imposible en la época, y no sé qué habría pasado con Maradona hoy.

P. ¿El fútbol le sigue gustando o se ha desencantado?

R. Yo soy de un fútbol antiguo en el que, digamos, la corrupción tenía nombres y apellidos. Está claro que había corrupción por todas partes, pero es que ahora la corrupción está institucionalizada. Hay unos clubes y unas cuantas sociedades que lo manejan todo. Y me parece increíblemente soso. Pero bueno, es normal. Todos tendemos a añorar lo que pasa en nuestra juventud.

P. Un fútbol, por otra parte, que cada vez se aleja más del aficionado... 

R. Porque ya no hay aficionados, hay clientes. Y hay mercados por explotar y esas cosas. Los futbolistas viven en una burbuja más o menos inaccesible. Cuando yo era pequeño, en Barcelona veías a Kubala por la calle. Yo he visto a futbolistas en autobús. Cuando Di Stéfano llegó al Madrid, lo metieron en una pensión hasta que encontró un piso. No cobraban las fortunas que cobran ahora, claro. Era distinto, los futbolistas eran humanos. Ahora, el aficionado, o el cliente, tiene que pagar cada año más para ver el fútbol y para que el futbolista tenga el quinto Lamborghini en el garaje, porque con cuatro no tiene bastante. El último reducto del fútbol salvaje creo que es Argentina, porque no hay sociedades anónimas. Hay corrupción a tope, es un desastre la violencia, pero cualquiera que va a La Bombonera, al Monumental, o a Rosario, siente emociones que no tienen nada que ver con los campos de aquí.

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González, en un momento de la entrevista.   JUAN CARLOS TORO
P. ¿Qué es ahora? ¿Un periodista jubilado? ¿Un jubilado que hace cosas de periodista? ¿Un periodista que no se puede jubilar?

R. Básicamente soy un periodista jubilado, sí. Hago cosillas todavía, porque aún me aguantan en algunos sitios, pero ya veremos. Voy año a año. De momento estoy cómodo, porque escribo en eldiario.es, hablo en la Ser, y vivo en la playa. No me quejo en absoluto. Ahora creo que no aguantaría una redacción. Me fui en 1989 al extranjero, a mi primera corresponsalía, y no he vuelto. Ahora voy a una redacción y veo a toda la gente calladita con su ordenador... parece el centro logístico de una empresa distribuidora.

P. ¿Cómo era la última redacción en la que estuvo?

R. Era ruidosa y muy alcohólica. Una cosa llevaba a la otra. La redacción de El País que recuerdo era Maruja Torres con la botella de vodka y enseñando las tetas. Era una fauna que ha desaparecido. Era un tipo de gente distinta, porque la redacción era distinta. Entonces no existía internet, ni los teléfonos móviles. Si no estabas en la redacción o en tu casa, estabas ilocalizable. Lo cual era cojonudo porque podías tirarte horas por la calle haciendo tus cosas. Era tecnológicamente mucho más atrasado el periodismo, pero también más vivo, porque tenías que ir a los sitios. Parte del tiempo lo perdías en logística.

P. Pero a pesar de todo ese caos, los periódicos estaban en el kiosco al día siguiente, muchas veces milagrosamente. 

R. Es verdad que se perdía mucho tiempo en cosas peregrinas, pero esas cosas peregrinas te llevaban a hablar con mucha gente. Y si hablas con mucha gente, de algo te enteras. Ahora la gente dedica bastante tiempo a las redes sociales y a ver medios digitales. 

"En otras circunstancias, de joven, me hubiera gustado ir a Moscú. Pero ahora ya no iría. Hay que estar un poco loco y ser muy joven para meterte en un lío de esos"

P. Paradójicamente, el momento de la historia en el que más acceso a la información se tiene, nos hace estar peor comunicados. 

R. Desde luego, menos humanos. Hay muchos datos, descontando ya todo lo que es falso, pero normalmente la realidad la percibimos hablando con la gente. Creo que el periodismo es el arte de perder el tiempo. Básicamente, vas perdiendo el tiempo, vas perdiendo el tiempo... y te sale una historia, una entrevista, un reportajillo. Porque tenías tiempo de estar ahí y de perderlo charlando con alguien. 

P. Ha trabajado de corresponsal en Londres, París, Buenos Aires, Nueva York, Roma, Jerusalén... ¿Se le ha quedado alguna espinita?

R. Tenía la espina de Buenos Aires, pero estando en El Mundo, Sol Gallego (entonces directora de El País) me llamó para decirme que no me podía jubilar sin haber estado en Buenos Aires. Ella había estado y se lo había pasado muy bien. En otras circunstancias, de joven, me hubiera gustado ir a Moscú, pero ahora ya no iría. Hay que estar un poco loco y ser muy joven para meterte en un lío de esos.

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Enric González, posando para lavozdelsur.es.   JUAN CARLOS TORO
P. ¿Las corresponsalías se terminarán extinguiendo?

R. Lo que se extinguirán son los periódicos que no tienen corresponsales. ¿Cuáles tienen corresponsales? Los que son muy grandes y resisten de momento. Los otros son naves muy frágiles que, en cualquier momento, el temporal las manda a tomar por culo. Yo soy vicioso, estoy suscrito a un montón de periódicos. En caso de duda, te suscribes a un periódico más grande. Esos van a sobrevivir, pero son un puñado y mayormente en inglés. Otra cosa es que creo que el periodismo local tiene futuro. 

P. ¿En algún momento se ha sentido un privilegiado del periodismo?

R. Claro, absolutamente, no hay ninguna duda. He tenido una chiripa tremenda. En mi época era relativamente normal tener trabajo. Al principio me ofrecían corresponsalías que otros habían rechazado, y yo decía que sí. Luego, hay un momento en que eres más o menos veterano y te las ofrecen. Pero privilegio total, he vivido la edad de oro del periodismo. Cuando empecé, casi todos los periodistas estaban pluriempleados, pero a partir de finales de los 70, después de la muerte de Franco, empezó a crecer el negocio. 

P. Sin embargo, no quiso ser periodista, sino veterinario, ¿esa sí es una espinita que tiene?

R. No, porque con el tiempo le pillo afición al asunto. Yo me lo he pasado muy bien siendo periodista, y a lo mejor habría sido un veterinario lamentable. Ya nunca lo sabré. La cosa fue por ahí y no puedo quejarme.

"Los periódicos que no tienen corresponsales se extinguirán. Resisten los que son muy grandes. Pero también creo que el periodismo local tiene futuro"

P. Al final, optó por lo que tenía a mano en casa.

R. Sí, pero justamente mi padre empezó en el periodismo muy tarde. Era como un fan del periodismo. Le parecía que todo era estupendo. A mí no me lo parecía tanto, nunca me lo pareció. Él me consiguió la primera beca para estar en la Hoja del Lunes, donde me pagaban una cantidad ridícula, no me daba ni para tabaco. Estuve seis meses y antes de acabar ya me llamaron de un periódico, El Correo Catalán, luego de El Periódico de Cataluña, de El País... Y no lo lamento.

P. Es un periodista que no tiene la carrera de periodismo. Es un debate que viene de lejos, pero es que hay periodistas con carrera muy malos y periodistas sin carrera muy buenos, ¿Qué hay que tener para ser buen periodista? 

R. Yo estudié dos años de periodismo, lo intenté. Tengo dos años completos. Pero cuando fui a matricularme en tercero vi que el profesor de redacción era un redactor del periódico, yo era su jefe de sección. Era una situación muy antinatural y por eso lo dejé. Si no, pues hubiera acabado. Porque es de las carreras más fáciles, tontas e inútiles que existen. Es como si estudiaras carpintería en la universidad. El periodismo lo aprendes en una redacción o fuera de la redacción haciendo periodismo y copiando a otros. Pero yo no sé de nadie que haya salido buen periodista de la universidad. Y no conozco a ningún gran periodista que haya dado clases en la universidad. Ahora creo que la carrera son cuatro años. No sé si ayuda algo. No debe perjudicar, pero cuatro años para eso... No lo veo.

Ser bueno es difícil. Yo he conocido a pocos buenos. Pero creo que básicamente hacen falta curiosidad, honradez e inconsciencia. Las tres cosas. La curiosidad te lleva a leer, a enterarte, a hablar con la gente. La honradez te lleva a no hacer ciertas cosas o a hacer otras que te pueden perjudicar, pero haces lo que crees que es honrado en ese momento. Y luego la inconsciencia es la que te mete en sitios en los que no deberías meterte. 

P. ¿Tiene muchas de esas? ¿De cosas que hizo que no debería haber hecho?

R. Ya lo creo. Hay cosas que haces porque, ya que estás ahí... Una vez me metí en un campo de refugiados del Congo, del que no sé cómo salí. Y al día siguiente mataron a dos allí mismo. Pero en ese momento lo haces. Y como eso, un montón de cosas que alguien sensato no habría hecho. Luego hay gente que es muy buena haciéndolo, periodistas de guerra. Yo nunca lo he sido, si me ha tocado estar en una guerra ha sido por casualidad.

P. ¿Esa ha sido la ocasión en la que ha estado más cerca de la muerte?

R. No, la vez que he estado más cerca de la muerte fue en Fargo, en las Dakotas. Fui a hacer una historia cuando salió la película y estaba de moda. Era verano, se te comían las moscas, hacía un calorazo... Y estaba en una estación de mercancías hablando con un tipo cuando alguien me empujó a la vía mientras pasaba un tren. Pude agarrarme a un poste que había y el tren pasó muy cerca. Luego vi que era un indio que iba corriendo. Habría sido una muerte tonta. Alguien habría tenido que hacer una pequeña esquela y le habría salido rarísima.

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El periodista Enric González, de visita en Cádiz.  JUAN CARLOS TORO
P. ¿Puede tener el récord de menos horas en un medio, por las seis horas que estuvo en TV3?

R. Firmé por la mañana y por la tarde perdí el empleo. Fue un episodio más de una época un poco extraña. Con otros dos autores (Siscu Baiges y Jaume Reixach) hicimos un libro sobre Banca Catalana. El Pujol de la época mandaba mucho y no toleraba la disidencia. La verdad es que no me extrañó cuando me llamaron de TV3, que aún no emitía. La directora era Rosa María Calaf, que sigue siendo amiguísima mía, y que me llamara era un lujo. Pero luego el tipo de Pujol allí, Prenafeta (secretario general de Presidencia de la Generalitat) dijo que mi contrato no lo firmaban. Fue un poco raro volver a El Periódico de Cataluña, porque el día antes me habían despedido, me habían regalado una portada... Y dos días después volví a pedir trabajo al director, que me lo dio.

P. Es algo que sigue pasando, esos vetos políticos.

R. Cada vez más, porque las empresas son menos independientes. Por razones económicas, necesitan al poder político. Si no ganas dinero, dependes de todos los poderes que hay.

P. ¿Es un mito hablar de independencia en el periodismo?

R. Cuanto más independiente seas, mejor. Pero la verdad es un concepto filosófico, es algo que viene mezclado con otras cosas, la libertad o la justicia. Son conceptos. Antes decía que se trata de ser honesto y honrado. Y si quieres ser honrado necesitas ese mínimo de independencia. Al menos para decir no, me voy, yo esto no lo hago. Es el último rasgo de independencia que te queda. Cuando estás atado a una hipoteca, unos hijos, unas deudas... Ni eso te queda. Pues te jodes.

"Periodismo es de las carreras más fáciles, tontas e inútiles que existen. Lo aprendes en una redacción o haciendo periodismo, pero no sé de nadie que haya salido buen periodista de la universidad"

P. Y el medio atado a una serie de condiciones...

R. Cualquier medio tiene sus compromisos. Hay un consejo de administración que tira para un lado o para otro. Los directores deberían servir para amortiguar parte de los delirios de los consejos de administración. Pero claro, al director lo pone el consejo de administración... 

P. Hablando de mitos, ¿habría que acabar ya con ese mito de que para ser buen periodista hay que ser buena persona? 

R. Yo tendía a creerlo, porque uno quiere creer esas cosas, pero luego te encuentras a tipos y tipas que objetivamente son hijos de la grandísima puta y son buenos periodistas. Con lo cual, puedes ser buen periodista y mala persona. Pero creo que para el periodismo, y para todo, ser buena persona es aconsejable.

P. Estamos ante la enésima crisis del periodismo, esta vez por la IA. ¿Será la definitiva o es una más y habrá que adaptarse?

R. El periodismo lleva toda la vida teniendo una crisis cada tarde. El periodismo de calidad media-baja se verá muy afectado por la IA, porque es una máquina que te hace buenos resúmenes de material muy complejo en poco tiempo, en cualquier idioma. Ahora, no suple a un humano. Es incapaz de priorizar, yuxtapone cosas. Será muy útil en cualquier medio de comunicación para hacer cosas auxiliares. El problema es que el buen periodismo está quedando para los ricos, que generalmente son los que critican el periodismo, pero luego están suscritos y todos quieren saber si una subida de tipos en Japón va a alterar no sé qué, no sé dónde. Eso sería lo peor, que el buen periodista se convirtiera en una especie de detective privado que trabaja para unos pocos clientes que pagan muy bien.

P. ¿Al periodismo lo están matando? ¿O lo matamos los propios periodistas, con tanto periodismo de bufanda?

R. Ahí no somos los principales culpables. Los principales culpables son los consumidores del periodismo, el lector o el oyente, que no soporta que le lleven la contraria. Si publicas algo que va contra la opinión de tus lectores, que son cada vez más sectarios, el cabreo es enorme. Quieren que se les cuente esa visión del mundo que ellos tienen y que se les dé la razón. Que se confirmen sus prejuicios. Es la sociedad la que cada vez quiere menos periodismo, salvo la gente que sabe lo que valen los periodistas, que cada vez son menos.

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Enric González, sentado junto a una farola en la plaza San Francisco.   JUAN CARLOS TORO
P. ¿Cree que hay muchos periodistas que se han caído del pedestal con la irrupción de las redes sociales, cuando han perdido el monopolio de la información porque hay gente que se fía más de algunos influencers que de los medios?

R. En algún caso hacen bien, en la mayoría de los casos no. Hay mucho charlatán que vende crecepelo, igual que en la prensa. Yo leyendo periódicos tiendo a ser escéptico. A un periódico te lo crees si no has pasado mucho tiempo dentro de él, igual que una salchicha te la comes a gusto si no sabes cómo la hacen. Creo que la prensa, no el oficio, sino la industria, durante mucho tiempo ha tenido una arrogancia estúpida y se ha alejado de los problemas de la gente, de las cosas reales. La industria lo ha hecho bastante mal durante años. No me extraña demasiado lo que está pasando ahora. 

P. ¿Ha tenido alguna vez redes sociales?

R. No me interesan nada. Tengo una clave para entrar en Twitter, que ahora se llama X, y alguna vez la utilizo, pero nunca he tenido Facebook ni Instagram. No sé, soy muy antiguo. Si quiero hablar con alguien lo llamo por teléfono. No le he visto la utilidad, salvo ese punto de exhibicionismo que tiene la gente que a mí me parece pintoresco. Yo nunca he tenido ese interés. 

"Lo que haces no tiene ninguna importancia, ninguna relevancia. No eres nadie. Ningún periodista es nadie. Y si te crees alguien, estás jodido"

P. Ni para compartir sus artículos...

R. No, no, no. Y nunca me he leído a mí, nunca me he escuchado, no soporto eso. Vamos, es higiene elemental. O sea, hacerlo y olvidarte. Y no tomarte en serio nunca. Lo que haces no tiene ninguna importancia, no tiene ninguna relevancia. Lo haces porque te pagan y ya está. No eres nadie. Ningún periodista es nadie. Y si te crees alguien, estás jodido.

P. ¿Qué opinión tiene de Jan Martínez Ahrens, el nuevo director de El País?

R. Jan es muy buen periodista. Muy bueno. Cuando él era jefe de Local y yo corresponsal en París, detuvimos a un asesino. Hicimos una historia desde los dos sitios y le localizamos. Lo respeto mucho. Otra cosa es que si el Gobierno putea al que ahora mismo es presidente de Prisa (Joseph Oughourlian), lo normal es que el presidente de Prisa intente putear al Gobierno. Prisa ha intentado que la Ser produjera una tele convencional, y Bolaños no ha querido, ha habido bronca. Esa es la razón de que se perciba un cierto distanciamiento entre Prisa y el Gobierno. No creo que sea por Jan, sino porque la empresa, que hasta hace muy poco había estado muy ligada a Pedro Sánchez, ya no lo está. Y claro, el lector que es fan de lo suyo, es posible que se queje. En otra época, con Antonio Caño, percibí falta, no diría de calidad, pero sí de respeto al lector. De momento, El País hace buen periodismo, aunque no es tn entusiasta del Gobierno como solía ser.

"No me apetece nada un Gobierno de derechas, pero el día que pase tampoco me voy a tirar al río"

P. Perder el apoyo de medios con afinidad ideológica, sumado a las polémicas y las acusaciones de corrupción, ¿pueden suponer el principio del fin de Pedro Sánchez?

R. Las corruptelas llaman mucho la atención, pero son epifenómenos. El PP, normalmente, volverá al Gobierno y todavía tiene juicios por corrupción. Y tampoco creo que la gente de derechas sea más tolerante con la corrupción que la de izquierdas. El sistema favorece la corrupción, pero los partidos que viven de este sistema no van a tocar nada. Si el Gobierno acaba cayendo, que caerá un día u otro, será porque está en una coalición muy precaria desde el principio. Una vez tiras con las cuatro o cinco cosas que querías hacer... Junts y el PSOE no tienen nada que ver, Podemos vive en otro planeta, Sumar nunca he sabido lo que es... Es una coalición muy difícilmente manejable y cada vez se nota más. Otra cosa es si la corrupción llama mucho la atención, pero se olvida enseguida.

P. ¿A usted le da miedo un Gobierno de las derechas?

R. No me apetece nada. La verdad es que nunca he vivido con un Gobierno del PP, estaba fuera cuando Aznar y Rajoy gobernaron. Pero, por mi familia, creo que siguieron viviendo normalmente. Vox es el factor que puede alterar las cosas, pero es un signo de los tiempos. Las sociedades se están escorando hacia los extremos y con más fuerza hacia la derecha. No diré todo Vox, pero Abascal es un tipo que está trincando como un loco a través de su fundación y es un hecho evidente. Da igual, eso no se lo tendrán en cuenta. Propone expulsar a ocho millones de inmigrantes y a la gente le gusta. No me apetece nada un Gobierno de derechas, pero el día que pase tampoco me voy a tirar al río.

P. Viviendo tanto tiempo fuera de España, ¿se valoran más las virtudes o se ven más las carencias?

R. Se ven mejor las virtudes. Por un lado te pierdes información, hay cosas que no sabes y que un día descubres. Hace poco me enteré del crimen de Alcásser, que por lo visto fue muy famoso en su momento, pero no había internet. Eso te lo pierdes, pero por otro lado la perspectiva y la posibilidad de comparar con otras sociedades y otros países te hace ver las virtudes de tu país. La sociedad española tiene un defecto fundamental, que es muy mansa, se conforma con casi todo. Pero por otro lado, es un país donde la calidad del trabajo es bastante alta, la convivencia es buena, aparte del clima, de que se come cojonudamente, pero es una sociedad que funciona. También tendemos a dramatizar todo.

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González, durante la entrevista.  JUAN CARLOS TORO
P. A algún político le vendría bien viajar más, entonces.

R. No, lo verán igual. El trabajo del político exige tener un estómago blindado. Hay que mentir a conciencia. Yo no sería político.

P. ¿Cómo ha sido su relación con los políticos desde el periodismo?

R. No he hecho mucho periodismo político, solo en el extranjero, pero la relación es muy distinta. Con Berlusconi, por ejemplo, tenía acceso para comer a solas con él. Cuando estaba en Washington, el acceso a Bush era total, porque El País era el principal periódico de España y Aznar se había sumado a la guerra de Irak. Llamabas a la Casa Blanca y entrabas. Pero en España nunca he hecho política. Nunca me interesó mucho. En el extranjero sí, porque te afecta menos. La ves con más tranquilidad, estás de paso, y es todo mucho más folclórico.

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