José María González, Kichi (Rotterdam, 1975) es alcalde de Cádiz desde que, en 2015, quitara el bastón de Alcaldía a Teófila Martínez tras dos décadas como regidora. La suma de las izquierdas lo hizo posible y, en las siguientes elecciones municipales, Kichi rozó la mayoría absoluta, aunque gobierna con holgura. Pocos meses después de iniciar su segundo mandato llegó la pandemia y destrozó todos los planes. Ahora hasta abre la puerta a presentarse en 2023, cumpliendo más de ocho años en política, como prometió en un primer momento.
¿Cuál ha sido el peor momento al que se ha enfrentado en pandemia?
Sigo viviéndolo cada mañana. Cuando miro las cifras de contagios, cuando recibo una llamada, un mensaje o un WhatsApp, cuando llegan noticias de gente cercana que ha cogido el virus o que ha estado expuesto. El peor momento de la pandemia es la pandemia. Y encima está golpeando con más violencia que nunca. No puedo resaltar un momento, porque sigo viviéndolo con temor e incertidumbre.
¿Qué espera del 2021?
Salud y que volvamos a abrazarnos sin miedos (en plural).
¿Cómo definiría en pocas palabras su gestión durante la pandemia?
La necesidad, el esfuerzo y los recursos para cumplir una sola premisa que es que, a diferencia de la crisis anterior, en esta nadie se quede atrás.
"Recuerdo las lágrimas de Rafael Aguilera, alcalde de Alcalá del Valle, que eran las lágrimas del municipalismo"
¿Le han faltado recursos para hacer frente a la pandemia? ¿Qué ha echado de menos?
Muchos recursos. Demasiados. Recuerdo las lágrimas de Rafael Aguilera, alcalde de Alcalá del Valle, que eran las lágrimas del municipalismo. Los ayuntamientos, la administración con menos recursos, hemos tenido que afrontar en solitario la pandemia. No sólo es que se hayan echado de menos ayudas económicas, personal, incluso información y transparencia, es que además en el caso de Cádiz hemos tenido que asumir labores que le pertenecen y son de la competencia de la Junta de Andalucía. Por ejemplo, durante el estado de alarma fue este Ayuntamiento quien asumió la continuidad de los comedores escolares. Para combatir la brecha digital fue este Ayuntamiento, y no la Junta, quien adquirió tablets. Y para cuidar, porque esta crisis también es de cuidados, a las personas sin hogar tuvimos que asumirlo nosotros, a pulmón, sin ningún recurso autonómico o estatal.
¿Ha sentido impotencia en algún momento?
Y la sigo sintiendo. Cómo es posible que en otros países, como en los Países Bajos, los Gobiernos estén dando ayudas de 2.000 euros mensuales a sectores como el comercio local y la hostelería y aquí tengamos que echar sobre nuestras espaldas el paquete entero de medidas. Gobierno central y Gobierno autonómico se deberían replantear esta situación, porque si en 2007 se rescató a los bancos, ¿por qué no se puede rescatar a los vecinos y vecinas que levantan la persiana con sus manos cada mañana? A nuestros comerciantes, hosteleros y emprendedores tenemos que cuidarlos como oro en paño porque son los que enriquecen esa biodiversidad que componen, porque pagan los impuestos aquí, y porque le dan personalidad a nuestras calles. Nuestro centro comercial abierto cuenta con más de 3.000 años de historia y ahora atraviesa un momento muy complicado.
¿Cómo cree que afectará la crisis que se viene a Cádiz y a la provincia?
Pues afectará como afecta a una economía que tanto PP como PSOE condenaron a la precariedad y la dependencia del turismo. Afecta porque no se ha invertido en un plan de industrialización de nuestra Bahía, sino que nos han dejado las migajas, nos han convertido en el resort de Europa. Y, ahora, que vienen mal dadas, nos acordamos de esos planes de reconversión que aplicaron PP y PSOE y que dejaron a nuestros Astilleros tiritando. Sin embargo, se abre una oportunidad con los fondos europeos Next Generation. Una oportunidad que no podemos desaprovechar y que debe servir para invertir en un nuevo modelo verde, apostar por las renovables, apostar por la transición energética y dotar nuestra provincia de un trabajo sostenible y sostenido.
A nivel personal, ¿cómo cree que saldremos de esta crisis como sociedad?
Hay una lección que nos ha enseñado esta pandemia. Y es que cuando vienen mal dadas, no nos salva ni el individualismo ni el libre mercado, sino los lazos comunitarios y los servicios públicos. Y esa lección debe grabarse a fuego y salir como sociedad unida, defendiendo las relaciones, los lazos, los cuidados mutuos y nuestros servicios públicos.
Para terminar, traslade un mensaje optimista.
Decía José Saramago que “somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos; sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. Así que, con la memoria y el aprendizaje de lo vivido, es momento de asumir la responsabilidad colectiva de un mundo mejor.
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