Fresas con sabor a futuro en Conil

Jóvenes miran cada vez más al campo, incluso cuando han estudiado para otras profesiones, y favorecen gracia a su formación que se innove en los sitemas. "El campo me gusta y en la informática no vi salidas"

En la imagen, un joven agricultor en su plantación de fresas en Conil. El campo necesita 200.000 nuevos agricultores para el relevo generacional.
En la imagen, un joven agricultor en su plantación de fresas en Conil. El campo necesita 200.000 nuevos agricultores para el relevo generacional. JUAN CARLOS TORO

Pedro Gil nació en 1990. Su familia venía del campo, aunque él vio la posibilidad de estudiar un grado superior en informática. Un cambio de dinámica. El sueño del sector primario de abandonar el campo -“mi familia me dijo que estudiara, y yo he estudiado, pero he vuelto al campo”-. En el fondo, cuenta, algo le tiraba de la tierra. Lo explica mientras recoge sus fresas. Estamos en el Camino de la Florida, cerca de El Colorado, un núcleo rural a unos kilómetros de la playa, aunque también con mucha presencia de viviendas para el turismo, algo clave para mantener o no en el futuro su producción. “A mucha gente le sale más a cuenta construir y alquilar que poner su campo para el cultivo”, explica. Por eso, a día de hoy no podría permitirse comprar sus hectáreas, sino que lo hace en alquiler.

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Pedro, bajo el plástico trabajando.  JUAN CARLOS TORO

Según las cifras del Consistorio conileño, el 43% del suelo del municipio está dedicado al sector agrario. Son unas 3.600 hectáreas para este fin. No es para menos. Pocos puntos en España tienen tanta fama de calidad. Donde el rey es el tomate, Gil ha pasado a la fresa, que es más productiva, y en concreto a una variedad más sabrosa. “Prefiero un mercado más pequeño pero que lo pague mejor”. Es una eterna disyuntiva de cantidad o calidad, y este joven agricultor le ve más color a un cultivo de menos toneladas. “Está más rentabilizado ahora mismo, con la variedad splendor, que es la que tengo”.

“Me decidí por el campo porque me gusta, pero también es que no había salidas de técnico informático"

Aunque lo lleva en la sangre, se ha dedicado al campo en plenitud desde hace seis años. “Yo antes siempre he estado vinculándome, pero desde entonces es de forma profesional. Tengo dos hectáreas y media”. En ellas, ha repartido varios macrotúneles y microtúneles, plásticos donde casi todo el año puede mantener la temperatura. Son los invernaderos que han convertido a Almería en referencia, y que, gracias a la tecnología, como sistemas de riesgo más eficientes, siguen avanzando en la provincia de Cádiz. En segundo plano, aunque no los olvida, otros cultivos menos exigentes como el calabacín, la cebolla o la berenjena. 

“Me decidí por el campo porque me gusta, pero también es que no había salidas de técnico informático. Hice las prácticas nada más. Vi que no había salidas”. Acabó en 2011 sus estudios de grado superior, con 20 años. “Empezamos con los microtúneles”, más asequibles aunque menos eficientes. Son hileras de plástico a ras de suelo con agujeros por los que meter las manos para su recogida. El macrotúnel, por contra, “adelanta más la fresa, puede cogerse más temprana”. Y tiene menos riesgos, pues con los micro puede haber pérdidas de cultivo. “El choque de frío es mayor”. El coste, unos 4 euros por metro de macrotúnel, que pudo conseguir con ahorros de su trabajo, “sin deberle nada a nadie”.

Pedro Gil, joven agricultor de fresas en Conil.
Pedro Gil, joven agricultor de fresas en Conil.    JUAN CARLOS TORO

El futuro del campo, cuenta, pasa en parte por mejorar a la generación previa gracias a los avances en sistemas como el de riego. “Esto tiene un programador que va saltando. El macrotúnel tiene una cámara de calor que por la noche o durante el frío amortigua más. Siempre uno intenta mejorar, está claro. Me gustaría traer más variedades, no me importa seguir innovando”. Aun con todo, no deja de mirar al cielo. En su caso, las pérdidas solo se cubren cuando, por una riada, se declare zona catastrófica. 

En este inicio de 2021, “la crisis la estamos llevando peor que al principio”, lamenta. “Ahora los precios están más caídos”. Trabaja con todo un gigante de la zona, la Cooperativa Las Virtudes, un referente para los pequeños productores como él. Gracias a ese trabajo común, puede dar salida de forma más cómoda, rápida y satisfactoria a su producción. Son detalles que le permiten dedicarse más a fondo a su cultivo. El año pasado, 2020, produjo “94.000 kilos, 600 gramos por mata, más o menos”. En campaña de fresa, entonces, eran “tres más. Ahora solamente hay un trabajador. Iremos más cortitos y hay que aguantar el tirón”.

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Las fresas cultivadas.   JUAN CARLOS TORO

El empleo que ha autogenerado le permite vivir con ciertas preocupaciones de ser un pequeño empresario, pero con mejores condiciones de calidad de las que alguno podría pensar. “Yo trabajo ocho horas, aunque venga también algún fin de semana a echar un vistazo”. En los inicios “no es fácil nada para nadie, pero hay que tener un poco de suerte. Yo la he tenido, no me quejo”. Sí empezó trabajando más de esas ocho horas para aprender. “Al final la alternativa es irte fuera para trabajar más de ocho horas por un sueldo no tan alto. Al final no compensa, pare. Ahora ha habido un boom entre los jóvenes de aquí que le vemos una salida a esto por lo menos”.

2021, un buen año para renacer. Detalle de la portada de 'El Papel de La Voz', ya disponible. JUAN CARLOS TORO/DISEÑO: SALVARTESDESIGN.COM

 

Este reportaje se publicó originalmente en 'El Papel de La Voz', la revista de lavozdelsur.es, que renacía en versión papel y 'online' el 28 de febrero. Los suscriptores anuales de este periódico digital recibirán un ejemplar gratis en casa

Tampoco es una situación de ensueño. Recuerda, por ejemplo, las restricciones para “no echar fitosanitarios, que yo la veo bien, pero competimos con otros países que importan con esos fitosanitarios y nadie dice nada. Es imposible competir. No tiene sentido ninguno”. Y advierte: “Si no cambia la forma de comercialización, el campo no es el futuro de Andalucía. Tendrían que regularizarse los precios. Tenemos tierra buena para cultivar, pero… Hay que diversificar, eso sí. Con lechugas solamente será imposible. Tendremos que competir en calidad”.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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