Recientemente vimos, a través del artículo la guarnicionería, un oficio tradicional de Jerez, que esta profesión está muy ligada a la historia de nuestra ciudad y de nuestra región. Actualmente el oficio del guarnicionero está recogido en el repertorio de oficios artesanos de Andalucía, más concretamente en el Decreto 4/2008, de 8 de enero. Según esta disposición, el guarnicionero es la "persona que diseña, elabora y repara correajes y demás efectos que se ponen a las caballerías para que tiren de los carruajes o para montarlas o cargarlas, y también realiza talabartes y otros correajes”. Como puede verse, es un oficio muy amplio y abarca muchas cosas, por lo que, para profundizar en él, hemos querido hablar con el maestro guarnicionero y jefe de taller de la Fundación Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, Florencio Ruiz Castellanos, ya que resulta muy difícil encontrar trabajos o datos escritos acerca de esta profesión.

En este taller, en la Real Escuela, no solo trabajan en la elaboración y mantenimiento de las diferentes guarniciones sino que, además, llevan a cabo una importante labor de enseñanza del oficio ya que ofertan una titulación de guarnionería de tres años de duración, que es, posiblemente, la más larga e intensa impartida en nuestro país.  Para Florencio, el guarnicionero es “el sastre del caballo” y, su taller, la fábrica de elaboración y perfeccionamiento del oficio, porque cada día y cada año se va aprendiendo algo nuevo, uno nunca termina conociendo por completo esta profesión, que siempre ha estado ligada a Andalucía.

¿Qué es lo que más característico de este taller en la Real Escuela?

La diferencia que más importante es que aquí llevamos a cabo una labor de enseñanza con los alumnos, que aprenden día a día, e intentamos que puedan formarse en dos ramas: una que es la guarnicionería tradicional y antigua, manual, y otra rama dedicada a lo actual, que es definida por la moda del día a día, que es lo que realmente se hace en otros países. El oficio antiguo se está perdiendo por todas partes.

¿Son los materiales de este taller especiales o diferentes de los que podríamos encontrar en una empresa? 

El tema de pieles y materiales es muy complejo porque el guarnicionero tiene una amplia cantidad de pieles, desde pieles de pescado a pieles de vaca o pieles de animales salvajes, hay una gran variedad. La zona de Andalucía y del norte de África es la mejor para todo el tema de curtidos animales, sencillamente por el clima que hace aquí, por las corrientes de aire del estrecho de Gibraltar, que son las que les dan la calidad a estas pieles, y aquí trabajamos con ese producto.

"El oficio antiguo se está perdiendo por todas partes"

Pasa algo parecido con el vino. 

Más o menos, tenemos la crianza aquí en Jerez, y al igual que las temperaturas influyen en los vinos, también lo hacen en los curtidos.

Entonces, ¿Es difícil encontrar un buen material?

Bastante difícil, como los que había antiguamente ya no existen hoy en día porque, si pides una hoja de desfaldao, ya no la hace nadie, debido a la industrialización ya que se vende por partes cada la pieza. Se vende por un lado la falda y el desfaldao por otro, y así venden la piel dos veces. Esto supone un poco menos de calidad, pero mucho más beneficio.

¿Usted diría que hay en España una formación debidamente reglada que uno pueda seguir para aprender de este oficio o depende más del maestro o del profesor que esté ya dedicado al mismo? 

Podría decirte, e incluso afirmarte, que la guarnicionería no llegará a ser un estudio académico porque esto es la práctica y la sabiduría de cada profesional, eso es lo que le da una buena calidad al producto. Para que lo entiendas: podemos pedir cincuenta pieles de desfaldao pero si tu utilizas los tres sentidos del guarnicionero- que son vista, olfato y tacto-, verás que todas son diferentes. Ninguna es igual a la otra y cada una es distinta, por lo que para cada trabajo tú debes saber cuál es la que debes utilizar y, eso, no lo puedes aprender de un libro.

Esto una cosa hecha de forma natural y la naturaleza no atiende a una línea fija, siempre cambia un poco el color, la textura, la flexibilidad, etc. Hay infinidad de matices en cada piel y todo ello hay que verlo a través de esos tres sentidos. Eso debemos transmitírselo a los alumnos, y por eso el tema de curticiones y pieles se basa en la práctica, en muchos años de práctica. De hecho, a mis alumnos les suelo decir: “Vosotros vais a aprender mucho de mí, pero yo voy a aprender de vosotros también”, porque en este oficio siempre se aprende algo y nunca se deja de aprender. 

¿Diría que este oficio está lo suficientemente reconocido?

Para mí, mi opinión personal, es que no tiene ningún reconocimiento. Sería necesaria una buena titulación para el buen profesional, para aquel que demuestre de verdad sus habilidades, porque, desgraciadamente, hay muchos que no las demuestran porque deben competir con la industria. Entonces, se ven obligados a dejar a un lado el arte del guarnicionero y a trabajar de forma mecanizada. Lo bueno del buen guarnicionero es su arte y este, lamentablemente, no se puede desarrollar fuera de aquí porque tienen que competir con otras empresas del mercado, o del sector, que lo hacen todo industrializado.

"En este oficio siempre se aprende algo y nunca se deja de aprender"

Creo que el gobierno debería facilitar que el guarnicionero obtenga mayor reconocimiento, a través de ayudas o reglando la profesión debidamente a través de una buena titulación porque, al final, todas estas cosas afectan mucho a la persona que se dedica a este oficio. Por ello, si alguien se dedica a la guarnicionería, es porque realmente ama mucho su trabajo.

¿Qué cualidades o que características debe tener un buen guarnicionero o alguien que quiera dedicarse a esto? 

“Tienes que tener mucha paciencia y relajación, si tú tienes paciencia y relajación puedes llegar hasta lo que tú quieras”. El guarnicionero es el artesano que reparte todas las ramas que hay en las artesanías del cuero. El buen guarnicionero entiende un poco de marroquinería, de zapatería, de zahones, un poco de cada cosa. Lo engloba, digamos, todo, y a través de ese conocimiento general, luego se abre a una rama diferente o más específica: ha habido gente que se ha dedicado a la marroquinería, otros al deporte y caza, otros a polainas, otros a zahones, pero todos vienen del guarnicionero.

Aparte de por la falta de reconocimiento, ¿Qué cree que es lo que ha cambiado en Andalucía para que se esté perdiendo este oficio? 

Una de las claves es también es la falta de medios: no hay herramientas como las que había antes, tampoco tenemos métodos para hacer esas herramientas y, por ejemplo, no podemos usar los tintes que se hacían antiguamente por temas de salud o por el medio ambiente. Las asociaciones animalistas no permitirían que se curtieran pieles de animales neonatos y, por otro lado, los curtidos son mucho más avanzados. Se va progresando en la técnica para curtir las pieles y, por ello, se van mecanizando un poco más. 

¿Los alumnos que llegan a este taller vienen con una formación previa? 

Algunos sí, pero no siempre y, normalmente, el guarnicionero tradicional era una persona muy tímida, por lo que no le interesaba que viniera alguien sabiendo de fuera, sino que prefería enseñar a una persona desde cero. Hoy en día, la sociedad se ha puesto de tal forma que te va haciendo una pregunta por detrás de otra y, al final, eso es pérdida de tiempo en este oficio porque no hay entendimiento. El entendimiento, en la guarnicionería, viene con la práctica. Yo te puedo decir mucho de pieles, pero hasta que no aprendas a mirar bien, oler bien y palpar bien, no sabrás de pieles. En los libros podrías avanzar un poco, pero, al final, la realidad pura y dura es que esto es mucha práctica.

¿Cuánto tiempo pasan los alumnos en el taller? 

Están de siete de la mañana a dos de la tarde y les damos una hora de hipología semanal, para aprender como es el dorso del caballo y saber cómo y dónde le pueden hacer daño al animal. Esta asignatura la da el veterinario y, luego, dan una hora teórica de guarnicionería. Estas clases teóricas son de los nombres, las medidas y los apuntes generales. Luego, el resto del día, lo dedican a horas prácticas porque siempre he opinado que todo esto se debe basar en mucho trabajo manual. Hay que estar muy preparado y son necesarias muchas horas para aprender a trabajar bien la piel. El guarnicionero de verdad, admira el material, más que el patrón o el diseño porque la piel hace que cada cosido no sea igual, que el tintado no sea mismo y que, en definitiva, nada sea igual.

Una vez que el alumno da algo teórico pasa directamente a darlo y trabajarlo en la práctica. Cuando yo veo que están muy cansados, cambio a algo más ligero, pero creo que es importante relacionar ambos contenidos.

Algunos alumnos vienen con la idea de que hacer en un futuro, porque piensan en montar un taller y saben dónde comprar cada cosa para dedicarse a un tema específico. Comprarían las piezas que necesitarían y luego las montarían, pero aquí, yo intento borrar esa idea. Hago que trabajen todo desde cero. Creo que es importante que conozcan todo lo posible del oficio y que tengan libertad, que pasen mucho tiempo solos, para que aprendan y sepan hacerlo de forma independiente. Que al final no dependan de nadie, pero con mi supervisión, no al lado de ellos, sino retirado para intervenir si veo que van a cometer algún error grave.

La paciencia es una virtud, si no te sale algo no insistas, déjalo y sigue mañana con eso y verás cómo sale, pero claro, teóricamente; ¿Cómo se lo explicas tu a ellos? Si estás siempre con ellos, siempre los estás corrigiendo y respondiendo a sus preguntas, pero a veces es bueno equivocarse. 

¿Es posible realizar fuera de aquí una guarnicionería prácticamente artesanal? Con todo lo dicho. 

Se podría hacer para alguna persona que no necesitara una gran partida económica. Todavía hay gente que aprecia la artesanía, pero también es verdad que hay gente que no diferencia la artesanía de la industria. El guarnicionero le teme mucho a eso, no puede competir, si quiere vivir medianamente bien y tener un buen nivel de vida en general, no podría hacer solo artículos artesanos porque no llegaría a vender todo lo que sería capaz de fabricar.

Tiene que adaptarse un poco a los nuevos tiempos, pero en esta escuela tenemos suerte porque no tenemos que competir con otras empresas en nada y por eso a los alumnos les hacemos mucho hincapié en la artesanía, para intentar no perder el oficio.

¿Aquí en la Real Escuela realizan algún trabajo de conservación o de mantenimiento de las guarniciones antiguas? 

Sí, mantenemos y, además, nuestra misión en la Real Escuela es, aparte del trabajo diario, fabricar, impartir clases, mantener y reparar para los dos museos que tenemos aquí. Además, de todo lo que hacemos, pasamos algunos artículos a la tienda de la Real Escuela y bajo pedido también hacemos artículos, siempre que tengamos tiempo, claro, porque aparte de los alumnos, aquí estoy solo, pero, como no tenemos que competir, podemos mantener bien el oficio y el aprendizaje de los alumnos.

"Tengo la esperanza de que algún día eche la vista atrás y veamos que, igual que miramos mucho por nuestros mayores, se mire mucho por nuestros oficios"

¿Qué futuro le ve usted al oficio?

Yo siempre digo que nunca se debería acabar y tengo la esperanza de que se va a revalorizar, no sé cuándo, pero tengo la esperanza de que algún día eche la vista atrás y veamos que, igual que miramos mucho por nuestros mayores, se mire mucho por nuestros oficios. Que son muy buenos y que son referencia para muchos países.

¿Cuántas horas tiene una silla de montar artesana? 

Un alumno puede tardar seis meses entre horas prácticas y teóricas para aprender a hacer ese trabajo, pero una persona que ya sepa puede tardar 15 o 20 días en hacer una montura vaquera antigua, manteniendo el verdadero oficio, y sabiendo el tiempo que tienes que dedicarle a cada cosa. Hay partes que haces y debes dejarlas paradas, tienes que darle su tiempo para la piel que se seque, para que se recupere, y hasta entonces tienes que dejarla quieta.

¿Cuánto tarda, en cambio, una persona que trabaje de forma mecanizada o como hoy día se trabaja? 

En cuatro días te hacen una montura, por lo que es una diferencia importante, y pueden cobrarte 600 o 700 euros. Las monturas artesanas, hoy día, las vendes a 2.000 euros y ya hay muchísima gente que no las compra porque son muy caras, imagínate que tienes que vivir de esto, por eso digo que se está perdiendo el oficio.

Muchas veces me preguntan por el precio de los zahones y le he dicho que entre 6.000 y 7000 euros y se han echado las manos a la cabeza, pero yo les digo: “Te haría unos zahones a ti y no quiero que me los pagues”. Tienes un buen trabajo, así que solo te pido que esas horas del trabajo vengas aquí, sin cobrar nada, y que te pongas a hacer esos zahones. Entonces vas a valorar lo que vale eso. Hay gente a la que se lo digo para que reconozca este trabajo y, al final, unos buenos zahones, hechos a mano, sin ningún tipo de herramienta y bien hechos, puedes tardar en hacerlos entre dos o tres meses.

¿Y la calidad? 

Muy diferente, ese zahón te puede durar cincuenta o sesenta años, un zahón que te puedes comprar hoy en día por 300 o 400 euros te puede durar tres o cuatro años, y cuidándolo mucho.

Yo siempre digo que el que se vaya a comprar una montura artesana que tenga heredero, porque puede durar 100 años. Aquí, por ejemplo, las monturas vaqueras que tenemos se hicieron hace más de 40 años y se utilizan diariamente, pero se hicieron al principio, cuando se inauguró esto. Están perfectas, solo tenemos que realizar el mantenimiento y, de hecho, una montura mecanizada dura unos tres años porque no son artesanas, se hicieron con maquinaria, no llevan lo que lleva una montura artesana por dentro, que es totalmente natural. Al final una montura artesana es mucho más económica, pero, también es cierto, que el bolsillo de cada persona es un mundo.

Tras hablar con Florencio estuvimos conversando con algunos alumnos del taller y, por ejemplo, Álvaro empezó a adentrarse en el mundo de la guarnicionería antes de llegar a esta escuela, debido a que comenzó dando clases con un vecino suyo, que ya trabajaba desde hacía muchos años en la profesión, y que le recomendó terminar su formación en la Real Escuela. En cambio, Fernando, no tenía ningún tipo de experiencia en el ámbito de la guarnicionería, aunque sí mucho interés por el mundo del caballo. Pero lo que todos los alumnos tienen en común es que esperan que, al finalizar sus estudios, puedan dedicarse a trabajar en este oficio.

Sobre el autor:

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Emilio Ciprés

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