Prometeo, en la mitología griega, fue un titán que sufrió todo tipo de castigos por ser amigo de los mortales. Zeus tomó represalias contra él. Quizás la más llamativa de todas fuera una por la que un águila le devoraba el hígado, que se regeneraba y volvía a ser pasto de las aves al día siguiente. Algo parecido le pasa al movimiento vecinal en Jerez. El que podría llamarse síndrome de Prometeo hace que el asociacionismo jerezano vuelva a (re)surgir una y otra vez sin terminar de consolidarse. Bien es cierto que vivió su época de máximo apogeo en los 80 y parte de los 90, pero las águilas que anidaron en el Ayuntamiento fueron minando una y otra vez su fuerza, sin dejarlo desarrollarse. El águila fue cambiando a lo largo de los años, pero el resultado, que no las formas, ha sido el mismo. A los águilas nunca les ha interesado un movimiento fuerte, reivindicativo. Por eso siempre ha intentado controlarlo. Devorarlo.

Como un cortijo. Un lugar en el que la política ha entrado para debilitarlas hasta dejarlas dando boqueadas, casi sin aliento. Sin vida. Con escaso margen de maniobra y sin apenas financiación para realizar actividades por su cuenta. Así ven muchos a las actuales asociaciones de vecinos. Salvando honrosas excepciones, claro está, el hecho de ser la piedra en el zapato de muchos gobernantes y advenedizos al poder ha granjeado a los activistas vecinales –a más de uno le gusta llamarse así– muchos dolores de cabeza y no pocas trabas para conseguir financiación o ayuda municipal.

Juan Andrés Ortega: "Los partidos usan el asociacionismo para conseguir votos"

Para saber qué será del asociacionismo jerezano hay que echar primero la vista atrás. A los gloriosos años 80. A mediados de esta década, entre otras cosas, se creó en la ciudad la escuela municipal de animación sociocultural. Gracias a ella surgieron nuevas asociaciones, los jóvenes se implicaron en la vida vecinal, se organizaron, se interesaron por su comunidad, por su barrio. La participación ciudadana estaba en auge. Así, se crearon los primeros centros cívicos en la ciudad y nació a final de los 80 la federación de vecinos Solidaridad, que tras un comienzo esperanzador y muy reivindicativo, fue perdiendo fuelle poco a poco con el paso de los años. Una vez más, el águila devorahígados tuvo la culpa.

“Era una herramienta muy importante para los vecinos, estábamos todo el día en la calle luchando”, dice Emilio Quintana, presidente de la federación a final de los 90. “Hubo fracasos pero muchísimos triunfos”, rememora. Pero ahora, reconoce, “no hay el mismo empuje”. La federación se ha acomodado y no es extraño escuchar a gente decir que “se ha vendido”. Quintana cree que actualmente “no existe el mismo espíritu” que hace dos décadas y mira hacia la clase política a la hora de buscar culpables. “Ha hecho que la gente deje de creer”. La estrecha relación entre el asociacionismo y la política, con continuos fichajes de dirigentes vecinales por partidos de la ciudad o el uso de estas plataformas para dar el salto a éstos, ha hecho que muchos jerezanos “dejen de creer” en este tipo de movimientos. El propio Quintana, después de presidir Solidaridad, fue candidato a la Alcaldía por el PA. La línea es fina y muchos no dudan en atravesarla. O en romperla directamente.

En la Zona Norte lleva muchos años haciéndose oír Jesús Palomo, quien fuera presidente de la asociación de vecinos Palos Blancos. Él también echa de menos la escuela de animación sociocultural y la pérdida de “apasionamiento” de la federación. “Cuando empezó, el sombrero de lo político se dejaba en la puerta, después empezó a politizarse”, dice. No, no tardaron en aparecer los águilas dispuestos a picotear y comenzar a deformar el pujante movimiento vecinal. “Si sigues en la Coordinadora no te doy nada”. La frase, pronunciada por cualquier miembro del gobierno local de pasadas legislaturas, la repite Elisa Chamorro, que lleva más de 20 años implicada en asociaciones de la Zona Sur.

Allí, que nunca han pecado de conformistas, se decidió crear una plataforma que aglutinara asociaciones vecinales para que sus reivindicaciones fueran escuchadas. El punto de inflexión fue un terrible suceso: dos vecinos perdieron la vida en octubre de 1999 tras desatarse un incendio en los bloques de El Pandero, en Federico Mayo. El mal estado del edificio y su falta de mantenimiento quedaron de manifiesto. A día de hoy, poco ha mejorado. “¿Por qué no se termina de una vez por todas con las viviendas indignas que hay en Jerez?”, se preguntaron entonces desde la Coordinadora. Una pregunta que sigue sin respuesta. Con Existe, sus impulsores quisieron “dignificar la vida del barrio”, dice Chamorro.

“La Zona Sur ha sido siempre la niña fea a nivel corporativo”, admite a su vez Emilio Quintana. Por eso no paran de reclamar su sitio. Quieren dejar de ser “jerezanos de segunda”. O mejor dicho, de ser tratados como tales. Por eso han aguantado muchas presiones. Se les nota al hablar de épocas pasadas. “Pacheco y el pachequismo han hecho mucho daño al asociacionismo”, dice sin pelos en la lengua Juan Andrés Ortega, párroco de Torresoto y uno de los fundadores de la Coordinadora Existe. “Quisieron manipularnos”, cuenta. Él ha vivido en primera persona numerosos intentos de politización de los movimientos vecinales. Débiles hacen menos daño y el político siempre ha sido consciente de eso. “Los partidos usan el asociacionismo para conseguir votos”, añade Ortega, que está harto de tratar con águilas con el pico afilado. Él, que forma parte activa del tejido social de la ciudad, es muy crítico con algunas actuaciones que ha presenciado: “Hay muchas asociaciones de vecinos que son un cortijo de amigos”.

Diego Almodóvar: "Pedro Pacheco me dijo que el Ayuntamiento no podía mantener a tantas barriadas rurales; No entiendo cómo pudo decir eso"

El problema es que no sólo él piensa así, hay mucha gente que lo cree. El si no te quejas te doy una subvención o el ayúdame que vienen elecciones son canciones que conocen demasiado bien quienes se mueven en estos ambientes. La cesión indiscriminada de locales a asociaciones sin apenas actividad –al menos reconocida– y la discriminación a otras con mucho más movimiento pero más incómodas para el gobernante de turno, constituye un capítulo que se ha repetido demasiadas veces en los últimos años. “Pacheco supo utilizar a las asociaciones de vecinos colocando a familiares y amigos”, dice Manuel Jiménez, otro de los fundadores de Existe. Muy crítico con el desarrollo del Plan Urban –“todo lo que se ha hecho es mentira”–, Jiménez asegura que ha preguntado en varias ocasiones a políticos de la ciudad: “¿Cuántos puestos de trabajo va a dejar el plan Urban en la Zona Sur?” Pocos o ninguno, se responde él mismo.

“El gran problema es que somos Jerez, pero no estamos en Jerez”

Si en el núcleo urbano la organización y la movilización vecinal ha encontrado todo tipo de obstáculos y trabas, a lo largo del extenso término municipal de la ciudad las poblaciones menores no lo han tenido más fácil. Las siete pedanías –ahora Entidades Locales Autónomas– y 16 barriadas rurales también han contado con asociaciones vecinales. No les quedó más remedio con el paso de los años. Hasta nació, después, su propia federación: Unión Rural. “Las barriadas rurales han estado y siguen estando totalmente olvidadas”, dice sin dudar Diego Almodóvar, quien fuera durante 16 años delegado de Alcaldía de El Portal. A él no se le olvida una frase que escuchó una vez de boca de Pedro Pacheco: “El Ayuntamiento de Jerez no podía mantener a tantas barriadas rurales”. “No entiendo cómo pudo decir eso”, sostiene Almodóvar, que cuenta las luchas que tuvieron que abanderar para conseguir un colegio, un ambulatorio o mejoras en el transporte público, carencias que compartía con otros núcleos del Jerez rural. “No te puedes hacer una idea de lo que hemos luchado”, añade. Hasta le llegaron a mandar una carta a Franco en una ocasión para pedirle que instalara una cabina telefónica en El Portal: “Le decíamos en la carta que con Nueva York se hablaba en dos segundos, pero nosotros para hablar teníamos que ir de aquí a Jerez andando”.

“El gran problema es que somos Jerez, pero no estamos en Jerez”, apunta José Barriga, ex presidente de Unión Rural. Y pone un ejemplo: “Jerez es un municipio y tiene a 30 kilómetros a Gibalbín. La cuestión es: ¿tú tienes un hijo o no lo tienes? Si lo tienes, lo debes cuidar”. Barriga es claro: “No por hacer clientelismo a destajo con las subvenciones y regalitos se mantiene un gobierno”. Y, cómo no, llama a la participación: “Cuando los ciudadanos no nos movemos, como yo suelo decir, el guerrero del antifaz no va a venir a solucionar nuestros problemas”.

Con este panorama, ¿qué deparará el futuro?

Con la escasa presencia de gente joven en el asociacionismo jerezano, la intromisión de la política que ha terminado por mermar a muchas asociaciones y la compra de votos o silencios con subvenciones, ¿qué futuro tiene el movimiento vecinal en Jerez? Difícil averiguarlo. Aquí hay que jugar a ser adivino. “El futuro lo veo negro. O hay un milagro o el asociacionismo desaparece”, sostiene un pesimista Juan Andrés Ortega, que luego matiza: “La salvación va a venir por las mujeres”. Para Elisa Chamorro el futuro pasa por “formar militantes vecinales” y crear conciencia colectiva para “analizar y ver la realidad buscando soluciones globales”. Apuesta Emilio Quintana por trabajar a pie de calle para “estudiar de manera sociológica o antropológica el perfil de la ciudad”, aunque termina reconociendo que “es una utopía”. Pero como decía el periodista Eduardo Galeano, la utopía “sirve para caminar”. Caminemos pues. Esta vez, sin águilas de por medio.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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