Ana Garrido, testigo clave de Gürtel: "Siento que he dejado un legado para que la corrupción se penalice"

Ana Garrido Ramos, quien fuera técnico del Ayuntamiento de Boadilla del Monte durante los años en los que las empresas de la trama que implicó al PP campaba a sus anchas por la Comunidad de Madrid, inicia una nueva vida en la provincia de Cádiz, donde recibe a lavozdelsur.es

Ana Garrido Ramos, posando para lavozdelsur.es tras la entrevista. FOTO: JUAN CARLOS TORO
Ana Garrido Ramos, posando para lavozdelsur.es tras la entrevista. FOTO: JUAN CARLOS TORO

A Ana Garrido Ramos (Málaga, 1966) apenas hace falta preguntarle para que empiece a contar su vida, concretamente, los últimos doce años, muy convulsos a nivel personal y profesional. “Me da pereza hacer entrevistas”, confiesa al inicio de la que concede a lavozdelsur.es, “aunque ahora estoy más tranquila”, añade, y por eso accede. Su nombre y su cara, desde hace más de una década, han copado multitud de titulares de prensa, horas de televisión y de radio, muy a su pesar, porque Ana Garrido Ramos es denunciante de corrupción y testigo clave del caso Gürtel. Un dossier de 200 páginas que elaboró mientras se encontraba de baja por depresión, tras sufrir acoso laboral, ayudó a desenmarañar una trama que campó a sus anchas por la Comunidad de Madrid bajo gobiernos locales y autonómicos del PP, y por la que la Audiencia Nacional condenó a 351 años de cárcel a 29 de los 37 acusados en el juicio por la primera época del caso —entre 1999 y 2005—.

Siendo técnico del área de Juventud del Ayuntamiento madrileño de Boadilla del Monte, gobernado por el PP, Ana Garrido empezó a ver comportamientos extraños. “Una vez recibí una llamada de un cargo de Alcaldía que me dijo que teníamos contratar los seguros para excursiones o conciertos con la misma empresa”, cuenta Garrido. “En ese momento pensé: si contrato con esta empresa y han dado la orden a todas las concejalías, eso es un fraccionamiento de contrato, que tendría que ser sacado a concurso, ya que estaríamos hablando de un contrato que se puede disparar a no sé cuantos miles de euros”, aclara. “Eso me chirrió”, dice, pero siguió haciendo su trabajo y concediendo los contratos a las empresas que presentaban mejor oferta. Hasta que un día dijo no… y empezaron sus problemas.

Las negativas de Garrido a firmar y conceder contratos a empresas a dedo, como querían sus superiores y permitía el entonces alcalde, el popular Arturo González Panero, el Albondiguilla, alcalde desde 1999 y uno de los principales protagonistas de la trama Gürtel, provocó que la trabajadora se diera de baja por depresión. El acoso laboral al que se vio sometida, incluso tras su reincorporación tras pedir una excedencia, cuando ya gobernaba el también popular Antonio González Terol, obligó al Ayuntamiento de Boadilla a indemnizarla con 96.314,15 euros por la "extinción del contrato de trabajo" y por el "daño moral" sufrido, como confirmó el Tribunal Supremo. Eso fue en 2017, diez años después de iniciar una lucha que todavía continúa.

Mucha gente me dice que lo mío es para escribir un libro; me han pasado tantas cosas que sería un thriller

Como denunciante de corrupción y activista —“aunque lo estoy dejando”— ha sufrido de todo: amenazas de muerte, persecuciones en coche, noticias falsas… “Mucha gente me dice que lo mío es para escribir un libro”, apunta Ana Garrido, quien confiesa que “se pusieron en contacto conmigo unos guionistas para hacer serie de Netflix, pero no salió”. El libro, sin embargo, asegura que lo escribirá tarde o temprano, pero cuando no le duela tanto. “Me han pasado tantas cosas que sería un thriller”, señala. Sin embargo, tras sufrir acoso laboral, amenazas de todo tipo, intentos de asesinato, perder su trabajo, su casa… lo que más le duele es la “traición” del equipo con el que trabajaba en el Ayuntamiento. “Mintieron en el juicio, me pusieron en contra de todo el mundo”.

Desde que se animó a denunciar, tuvo que vender su casa, estuvo viviendo como okupa, ha tenido varios negocios y ha llamado a muchas puertas laborales que se le han cerrado antes de entrar por atreverse a mirar debajo de las alfombras. La entrevista se realiza una mañana de julio, en la terraza de un bar cercano a su nueva residencia, tras reinventarse una vez más, y ya van unas cuantas, y trasladarse a la provincia de Cádiz, donde trabaja para una inmobiliaria. Ana Garrido viste para la ocasión una camisa de colores vivos, pantalón vaquero y una mascarilla azul y blanca, con los colores corporativos de su nueva empresa. Se sienta, va a por tabaco —“lo estoy dejando, como el activismo”— y se pide un café, que apenas toca durante la charla, porque no para de hablar y de rememorar vivencias de unos años que le han cambiado la vida para siempre.

¿Cómo acaba en la provincia de Cádiz? ¿Por qué aquí?

Mi idea era irme a Málaga, siempre he querido volver a mi tierra, porque aunque no tenga acento, soy boquerona total. Con lo que me quedó de la venta de mi casa quería buscar un terreno y montar un negocio de turismo rural, es lo que siempre me ha gustado, pero Málaga es muy cara y fui mirando hasta que encontré en Cádiz. Siempre me ha enamorado Cádiz, hace muchos años veraneaba en los Caños de Meca, en El Palmar… recuerdo esa época con mucho cariño. Quiero recuperar esa parte interna de mí que he perdido. Ahora vivo en mitad del campo, con un gran jardín para mis perros.

¿Cómo ha vivido el confinamiento?

Llegué poco antes de que empezara y al principio pensé en volverme a Madrid, pero luego lo pensé y quise aprovechar para organizar la mudanza y para formarme. He estado entretenida, con mi nuevo empleo, y con los arreglos que necesita la casa. Los denunciantes de corrupción estábamos entrenados para el confinamiento. Tenemos una forma de vida muy diferente. La parte social se vuelve inexistente durante mucho tiempo, porque estás pendiente de juicios, con el activismo... Casi todos hemos pasado por una depresión. Esto ha sido una prolongación de lo que ya sabíamos hacer. Aquí vengo a cambiar de vida después de doce años de persecuciones.

Ana Garrido, tras la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Hace unos meses grabó un vídeo reconociendo lo mal que lo estaba pasando, física, mental y emocionalmente, ¿está mejor?

No me gusta mostrar mi parte débil, pero en ese momento lo hice era porque toqué fondo. Me he reinventado no sé cuantas veces ya: he tenido una tienda online de venta de bisutería, he vendido por mercadillos, monté una tienda de comercio justo… Cuando pensé en vender mi casa estaba tan agotada que decía, ¿para qué continuar? Me considero una persona bastante fuerte, pero todo tiene un límite. He tenido tentativas de suicidio porque no podía más. Quizás esto es muy duro y no es el mensaje que me guste transmitir, pero es mi visión personal. Son doce años de tu vida. ¿Sabes lo que es perder doce años de tu vida? A una persona que sufre cada día le puedes contar lo que quieras, ¿pero merece la pena vivir si no eres feliz y ves que por mucho que luchas te van poniendo barreras? Lo que más me gusta de mi momento actual es que mis problemas son cotidianos, los que puede tener cualquiera, no que te puedan imputar —aunque luego me desimputaban—, que se contaran mentiras en prensa… Han manipulado titulares para que parecieran cosas que no son. Pero ahora tengo los problemas de cualquier persona que sufre esta crisis, con el agravante de que soy una persona que ha dedicado unos años a luchar contra la corrupción.

¿Ha pasado miedo?

Hubo momentos en los que pasé miedo, claro. Si te amenazan de muerte y te intentan echar a la cuneta… Cada vez los ves más cerca. Yo vivía en una urbanización cerrada y me reventaron las cerraduras del coche tres veces. Ahí empecé a salir en los medios, porque era la única forma de proteger mi integridad física.

¿Qué ha sido lo peor de todo lo vivido estos años?

La traición de los que eran mis compañeras y mis amigas. Hubo una de mis mejores amigas, que fue concejal, que decía en los plenos que a mí lo único que me importaba era el dinero, cuando sabía que el dinero es de lo que menos me importa del mundo, valoro otras cosas mucho más. Mis compañeras mintiendo en el juicio, gente que ha comido en tu casa... todavía sigo teniendo pesadillas con ella. Muchas veces pienso en escribirles una carta simplemente para expresarles mi dolor, para que sean conscientes de que ha sido lo que más daño me ha hecho y lo que todavía no he superado. Y es que hasta tuve una pareja que, presuntamente, se metió en mi vida infiltrado para pasar información a la parte contraria. Y ha sido testigo de la parte contraria. Conviví con él un año, estuve viviendo con el enemigo. Era encantador, voluntario en comedores sociales, activista en Greenpeace, el típico perfil de buena gente. Vino a una manifestación de apoyo a mi caso, decía que vivía en Boadilla, nos conocimos y tuvimos una relación de pareja. Lo acogí en mi casa porque lo acababan de desahuciar y luego me enteré, después de haberlo dejado, que estaba aportando información. Me quedé perpleja, no daba crédito.

¿Cuando fue la primera vez que dijo no en el Ayuntamiento de Boadilla?

Me lo han preguntado varias veces y, si te digo la verdad, no lo recuerdo. Sí recuerdo que me llamó la atención que una persona de Alcaldía me dijera que teníamos que contratar los seguros de responsabilidad civil con una empresa. Como era un contrato de obra menor pedíamos presupuestos y lo adjudicábamos al que tuviera la mejor oferta, y si era del municipio se priorizaba para generar empleo en la zona. Me acuerdo de que la empresa estaba en Villalba y el dueño me saltó luego en mi dossier de investigación. En ese momento pensé: si contrato con esta empresa y han dado la orden a todas las concejalías es un fraccionamiento de contrato, pero siempre he ido a mi aire. Yo pedía tres presupuestos y me daba igual que me hubieran dicho que contratara con una empresa, si había otro presupuesto mejor, lo contrataba.

Lo peor de todo ha sido la traición de mis compañeras y amigas, que mintieron en el juicio. Y eso que hasta tuve una pareja que, presuntamente, se metió en mi vida infiltrado para pasar información a la parte contraria. Pero lo que más me ha dolido fue la traición"

¿Cuándo le dio problemas por primera vez esas negativas?

Era un continuo. Yo no tragaba, no pasaba por el aro y continué con mi forma de trabajar de siempre. Siempre digo que no hay corrupción si no hay políticos corruptos, funcionarios corruptos y empresarios corruptos. Igual que hay compañeros que hacían lo indecible para no meterse en ese berenjenal, el miedo es libre y había otros que hacían la vista gorda y quien estaba encantado de entrar en la rueda. Siempre me pregunto por qué se han imputado tan pocos funcionarios en el caso Gürtel, porque podría dar una lista de gente que ha firmado adjudicaciones irregulares, técnicos que casualmente ascendían de categoría o cobraban un plus de por vida desmesurado tras estas prácticas. Sin embargo, a los que no firmábamos nos degradaban de categoría. Si dices que no, después te intentan comprar de muchas maneras, con una plaza que tenga un sueldo suculento, pero hay muchas formas. A mí me intentaron hacer el lío y me di cuenta demasiado tarde. Tenía una papelería y un día me llama un político diciendo que no hay folios en la empresa municipal del suelo y la vivienda, y le vendimos unos paquetes. Ese mes, haciendo la contabilidad del negocio había muchos más pedidos, unos 1.000 euros a lo mejor. Yo no quería ser la suministradora de papelería del Ayuntamiento porque me metía en un lío, pues ha salido en los medios diciendo que me he beneficiado de la Gürtel. Otro día me dijeron que fuera a la nave de obras, que sobraba material por valor de dos millones de pesetas, y seguro que algo podía utilizar para la reforma que estaba haciendo. Hay muchas formas de comprarte, no hace falta poner un maletín encima de la mesa.

¿Se premian estas prácticas?

Esa es la contradicción en la que vivimos, que se premia al corrupto y se castiga al justo. Es contra lo que he intentado luchar. A cada uno nos han educado de una manera, y yo tengo una serie de principios. Es que me repugna todo eso, ni siquiera tenía tentaciones, me da tanto asco la gente que compra a la gente, que no podría. Es superior a mí. Que la gente se gaste el dinero público en cosas innecesarias cuando hay tanta gente que lo necesita no me entra en la cabeza. El empresario puede ser un tirano, que los hay, pero que gente a la que has votado, que se supone que está ahí por vocación de servicio para gestionar el bienestar de los demás, utilice el dinero público para irse a comprar casoplones, tener dinero guardado en las Islas Vírgenes y sacar patrimonio fuera de España, me pone enferma.

Llegado este punto de la entrevista, Ana Garrido hace una pausa. Se acuerda de una canción que, durante sus momentos más difíciles, la saca a flote. Vivir, que interpretan Rozalén y Estopa. La busca en el móvil. Y suena: “¿Sabes?, he pasado mucho miedo / este bicho es un abismo / se me cansa el cuerpo / se me parte el alma y a llorar / pero ¿sabes? He aprendido tanto, tanto / esta vida me ofreció / una nueva oportunidad / Y ahora, ¿sabes? / sé bien que es vivir / no hay tiempo para odiar a nadie / ahora sé reír”. Para ella, la canción refleja en parte la historia de su vida. “He estado muerta en vida, necesito volver a sentir y a vivir”. Y vuelve a repetir que se está “quitando del activismo”, porque todo este proceso le ha dejado secuelas, como trastornos del sueño. “Voy a intentar vivir en mi burbuja por un tiempo porque lo necesito, quiero respirar buena gente, sentarme a mirar el mar y no tener ninguna preocupación”.

Ana Garrido Ramos, tras la entrevista. FOTO: JUAN CARLOS TORO

La entrevista prosigue:

¿Cuándo se dio cuenta de que no estaba ante un caso de corrupción local?

Justo antes de presentar el dossier, por eso quise preservar mi anonimato y lo hice muy mal. Cuando empecé a investigar a mi Ayuntamiento para denunciarlo ante la Fiscalía Anticorrupción elaboré un dossier de unas 200 paginas durante el año que estuve de baja por depresión. Probar una mordida es muy difícil, es como probar una infidelidad, así que intenté dar toda la información posible para que la Policía investigara que el alcalde de Boadilla tenía un patrimonio infinitamente superior a los ingresos que percibía. A él —Arturo González Panero— lo conocía muy bien, porque había sido mi primer jefe, conocía muy bien su forma de ser, y estuve cruzando datos de adjudicaciones. Le conté a compañeros del Ayuntamiento lo que iba a hacer.

¿La ayudaron?

Sí, me ayudaron. Y sus nombres nunca han salido a la luz, excepto una vez que el juez De la Mata me obligó a revelarlos. Que un juez te obligue a dar nombres de gente a la que pones en peligro… En fin. Su ayuda me sirvió para ver que había empresas que tirando del hilo conseguían adjudicaciones de municipios de la zona Noroeste de Madrid, y me salían nombres como los de ex ministros del PP como José María Michavila y Ángel Acebes. Contacté con dos periodistas de investigación y fueron quienes me abrieron los ojos. Hoy todo el mundo sabe quién es Bárcenas, pero también había otros nombres como el de Ramón Blanco Balín, entonces vicepresidente de Repsol. El gran error que cometí es que me equivoqué de interlocutor, esa es la clave de la protección a los denunciantes de corrupción.

¿Se refiere a Manos Limpias?

Sí. Cuando hablé con ellos no sabía ni quienes eran los de Manos Limpias. Alguien me dijo que había un sindicato que protegía a funcionarios que quieren denunciar corrupción. Fui a Miguel Bernad —secretario general de la organización ultraderechista— y le conté lo que tenía entre manos. Estuvo súper amable. La segunda vez que lo vi, justo cuando salía, me dice: El otro día me reuní con Esperanza Aguirre y con Juan José Güemes —secretario de Comunicación del PP de Madrid— y me han dicho que tires para adelante con este tema. Yo, además, le había escrito una carta a Esperanza Aguirre, de forma anónima junto a otros compañeros, contándole lo que estaba pasando.

¿Es de lo único que se arrepiente? ¿De haber hablado con Manos Limpias?

Tengo claro que lo volvería a hacer. No puedo ser de otra manera. Pero fui una inconsciente. Jamás me imaginé el alcance que iba a tener esto para mi vida y lo largo en el tiempo que iba a ser. Cometí errores y he aprendido mucho, por eso cuando asesoro a otros denunciantes les digo que no denuncien con nombre y apellidos en la Fiscalía Anticorrupción, que no se lo digan a sus jefes…

Tengo claro que lo volvería a hacer. No puedo ser de otra manera. Pero fui una inconsciente. Me equivoqué de interlocutor"

Con la perspectiva que dan los años, ¿cree que le ha merecido la pena tanto esfuerzo?

Igual que me he llevado palos, la vida me ha hecho un regalo para que valore lo que es importante y lo que no. Es con lo que me quedo. Nunca he sido muy materialista. Desprenderme de mi casa era más por el valor sentimental y por lo que suponía, porque era lo que me quedaba.

¿Tendrá España alguna vez una Ley de protección al denunciante de corrupción?

Es lo que me queda pendiente conseguir. Eso es en lo único en lo que estoy participando. Pero no hay voluntad política, eso de entrada. Es mi percepción. No creo en la clase política, nunca he estado en ningún partido y no me siento representada por ninguno. Dentro del activismo he elegido luchar por esa ley, en Europa lo hemos conseguido y en España me he reunido con distintos grupos parlamentarios y todos dicen que sí. Hay partidos que buscan colgarse la medalla y hay políticos a título individual que se lo creen, pero luego está la disciplina de partido y dependiendo de quién lo proponga, saldrá o no. Hay voluntad por parte de determinadas personas que forman parte del sistema político, pero no hay voluntad política. Eso sí, nos utilizan como quieren para la foto. Invito a cualquier político a que pase 24 horas con una persona que haya denunciado corrupción, eso es saber la importancia que tiene.

¿Qué le supuso el premio que le concedió Transparencia Internacional después de tantos años de malas noticias?

Fue como ser reina por un día. Un subidón. Fue un reconocimiento a nivel personal tremendo. Y era cambiar roles, premiar a la gente que es honesta y no a la corrupta. Aunque mi vida real no cambió, luego tienes que volver a calentarte una lata donde puedes, porque he estado de okupa durante un tiempo. Si hubiera sido un premio con un plus económico me habría ayudado a no pasar hambre, sinceramente. Hay un dilema entre la gente que protege a los denunciantes, unos no quieren incentivarlo económicamente y otros sí. ¿No os dais cuenta de que a la gente se le arruina la vida? Yo me he gastado en abogados dinero que no tenía. Cuando gané el juicio por acoso laboral lo primero que hice fue repartir dinero. No es que te premien como si fueras un cazacorruptos, simplemente que te ayuden a restablecer tu vida, a encontrar empleo.

Ana Garrido, en un momento de la charla. FOTO: JUAN CARLOS TORO

¿Se le han cerrado muchas puertas laborales por ser denunciante de corrupción?

Si supieras la cantidad de gente que me decía en la primera entrevista que mi currículum era bueno y al día siguiente que habían recibido una llamada y no podían contratarme… ¡Lo he oído tantas veces! Hasta en organismos públicos.

¿Qué sintió cuando vio caer el Gobierno del PP después de conocer la sentencia de la Gürtel?

Lo viví como si fuera una forofa de un equipo y cantara un gol. Aquel día estaba en el Ayuntamiento de Tarragona porque me iban a dar un premio. Estaba sentada, compartiendo auricular con una periodista de investigación, y cuando se conoció la votación nos levantamos las dos como dos locas. ¡Bieeeeen! Entonces empezó a sonar el teléfono, empezaron a llamarme periodsitas. Me daba vergüenza, no quería que me atribuyeran el mérito de que cayera el presidente del Gobierno, porque no es por lo que he hecho yo. E insisto, si hubiera denunciado a un partido de izquierdas hubiera reaccionado exactamente igual, es algo que quiero dejar claro, no tengo nada en contra del PP. Si hubiera trabajado en un ayuntamiento del PSOE, y hubiera pasado por mis manos, habría actuado igual. Hay gente que me dice, ¿y los ERE qué? Pues hubiera hecho lo mismo.

¿Cree que se ha hecho Justicia?

No, en absoluto. Mi alcalde, al que empecé a investigar, todavía está en la calle, dentro de poco va a salir el juicio. Desde el momento en que la Justicia está politizada y es lenta, sobre todo que es lenta, no es Justicia. Lo es porque no tiene medios y eso no es casual, hay mucha gente a la que le interesa que sea así. Aunque me he quitado del activismo, en teoría, siento que he dejado como un legado para generaciones futuras, que no lo voy a ver, pero espero que se proteja a los denunciantes y la corrupción sea penalizada. El día que me muera pensaré que he dejado algo en este mundo que ha servido para algo.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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