La desinformación y el secretismo, el terror del sistema al cambio y la presión europea definen los primeros pasos del nuevo ciclo político.
La propuesta de Gobierno PSOE-Podemos-Confluencias-IU emitida el viernes 22 de enero por Podemos permite una lectura de lo que está pasando. Posiblemente, tan solo eso. Gracias a ese golpe escenográfico -no se puede negar que poseedor de cierto genio-, se pueden ver, en funcionamiento y a tiempo real, ASPECTOS DE LA POLÍTICA DEL NUEVO CICLO. Un ciclo que se prevé, por otra parte, largo. Para situarnos sobre la posible longitud de este periodo, del que apenas hemos vislumbrado el primer acto: finalizará, en su tercer acto, con una ampliación de derechos y de la democracia llamativos, con un cambio territorial o/y en la forma del Estado, con el fin de los partidos de la Transición, y con un cambio institucional europeo que gestionaría la prevalencia de esta nueva democracia y este nuevo bienestar frente a la deuda. Sí, parece una juerga, pero lo verdaderamente divertido es que también puede culminar en todo lo contrario: en postdemocracia, bipartidismo vertebrado en cuatro partidos, nuevas fórmulas de recentralización -cosa importante, pues en España, desde el XIX, cualquier evolución democrática ha significado, precisamente, una evolución descentralizadora-, renovación de la propaganda y la mitología local, que durante 35 años ha suplido la información y el control democrático, y la consolidación de una UE sin ISO democrático, que intensifique la formación fatal de dos Europas: un Norte rico, y un Sur desindustrializado y endeudado y, posiblemente, incluso, el fin -o, al menos, un notorio ERE- de la UE y de su juguete, el euro, esa moneda que corre el riesgo de ser un festival sólo en el Norte. Da miedo, eh. Bueno, al turrón. ¿Qué esta pasando?
En primer lugar, es preciso señalar que no se sabe. La información es confusa. Unos sujetos del pacto aseguran que ya se ha producido, mientras otros califican la propuesta de póquer o de invitación a someter al PSOE a contradicción. Es posible que todo ello esté ocurriendo sincrónicamente. Es decir, está sucediendo EL SECRETISMO, ese broche de oro de la política española. En cualquier caso, en esta emisión, el secretismo está siendo gestionado por unas ÉLITES DIFERENTES. En el caso de Podemos, por ejemplo, la toma de decisiones ha ampliado su núcleo. No sólo participa el staff del Podemos estricto, sino que integra también a las confluencias, puntos de vista diferentes dentro de una lógica común. Es posible que la ampliación del núcleo de toma de decisiones no suponga una dificultad para tomarlas. Pero sí que puede influir en su cariz y en su rapidez -parece ser que, en esta emisión de toma de decisiones secretistas, el despacho será más grande y menos vertical-. Verbigracia: En Comú parece intensificar puntos de vista que el Podemos estricto tal vez no hubiera considerado estructurales para establecer un pacto gubernamental, o iniciar una negociación. Eso es importante. A su vez, las confluencias parece ser que se están verbalizando institucionalmente. El paso, anunciado esta semana, de En Comú, que pasaría de lista y coalición a partido, es un ejemplo. La relación de ese nuevo partido con Podemos puede ayudar a ver, cuando tengan formalizada su relación, cómo se verbaliza esta nueva relación centro-periferia.
PSOE, a su vez, no es ya un organismo monolítico. Para ser un partido típico de la Transición, cuyo principal patrimonio es la verticalidad -antes de los 80 ya estilizó y adelgazó el proceso participativo en las tomas de decisiones, hasta hacerlas ágiles, rápidas, personales-, parece que se está fragmentado. Además de los fragmentos descritos por los medios, falta por ver la relación de todos ellos con otros factores. Se ignora, por ejemplo, la relación de este nuevo PSOE fragmentado con Europa. El partido que más ha modulado la integración europea -esta crisis, entre otras, es la crisis de un modelo europeo no democrático, que ha vertebrado economías en el Sur con final trágico-, parece ser que carece de ese contacto íntimo que antes tuvo con los protagonistas de la deslocalización de la política en Europa. En 2010, así, cuando el PSOE de ZP abandonó el bienestar, lo hizo, por ejemplo, tras recibir una carta del BCE. Un sistema de comunicación antiguo, amenazante, y que delata poca fluidez de comunicación, poca información y cierta docilidad por parte del destinatario.
Esto prefigura un problema para establecer un gobierno de izquierdas, que tendría que acometer reformas puramente internas -Ley Wert, Ley Mordaza y Derecho a Decidir; parece ser, y esto es importante, que el pack Podemos-Confluencias, está emitiendo, en su propuesta para la solución de la crisis catalana, cierto republicanismo del siglo XIX, muy sexy para quien firma estas líneas: democracia radical y reparto de la soberanía entre el municipio, el Estado y la Federación-; sí, pero también reformas dictadas por instancias no democráticas europeas -reforma laboral, pago de deuda y recortes estructurales que parecen ser, en primera instancia, de 16.000 millones de euros-. ¿Hasta qué punto el PSOE posee la SOBERANÍA, la capacidad, la lectura y la voluntad para meterse en ese lío? Se sabe, por ejemplo, que ante un referéndum en Catalunya, PSOE y Podemos-Confluencias pueden llegar a acuerdos. Establecer un referéndum sobre una reforma constitucional en todo el territorio, y otro, con una pregunta más, en Catalunya. PSOE optaría por esos referéndums tras una reforma constitucional. Podemos-Confluencias, antes de un proceso constituyente. Pero no se sabe nada sobre políticas -las más importantes y determinantes, y en las que, como se vio en Grecia, hay poco tramo de soberanía para acometerlas- que chocarían, directamente y sin pasar por la casilla de salida, con Europa. Y en las que el pack Podemos-Confluencias se juega su razón de existir. ¿Serían posibles en un Gobierno con el PSOE?
A esa perplejidad ayuda la INFORMACIÓN LOCAL. Los medios en papel y tradicionales, por ejemplo, no informan sobre ello, sino que más bien parecen prestigiar o desprestigiar opciones, modulando un rol que ya no les corresponde tras su fracaso en 2011, cuando, a pesar de los medios, se coló en la agenda y en la realidad el 15M, una ruptura cultural que ni nació ni participó en los medios. Desde que la formación de un gobierno, tras el 20D, se va complicando, los medios locales parecen transmitir puntos de vista institucionales europeos, según los cuales la ausencia de gobierno lo es de estabilidad, y eso, a su vez, se traduciría en una desconfianza que intensificaría la crisis, al intensificar el terror de los mercados. Se establecen relaciones de nuevos sujetos políticos con Venezuela. Incluso, con ETA, ese llenapistas del pasado. Se ofrecen soluciones que pasan por la Gran Coalición, posiblemente presidida por algún político retirado. Para poder realizar esos giros y análisis, los medios deben cerrarse a los nuevos sujetos políticos. No decribirlos ni cederles la palabra. Lo que crea unos medios acotados ideológica y generacionalmente, que avanzan con paso demográfico decidido hacia su disfuncionalidad y cierre. Y un efecto secundario llamativo. La TELEVISACIÓN de la información. O, al menos, los nuevos sujetos políticos apuestan por los medios más populares y directos -los únicos, por otra parte, a los que tienen acceso real-, en ocasiones a través del gran género local informativo -la tertulia-, con lo que sus mensajes ganan efectos inmediatos, pero pierden anchura, profundidad, transparencia y, en ocasiones, quedan delimitados a ser estados de ánimo.
Uno de los hechos más divertidos de concentrar la información en declaraciones ha sido, no obstante, el puenteo del REY. Tanto Iglesias como Sánchez como Rajoy parecen haber elidido la casilla rey en sus declaraciones, avanzando en cada declaración varios tramos políticos no previstos. Algo, por otra parte, poco importante. No hay precedentes de una crisis en la formación de un gobierno, por lo que todo el mundo hace lo que puede para gestionar sus intereses, sin que ello suponga un fallo de protocolo o institucional importante. Pero todo ello, a su vez, puede ser un indicio de problemas futuros si pensamos que esta crisis, que ha sacado a la superficie una corrupción estructural que, si no estuviéramos en guerra, hubiera significado un torpedo en la línea de flotación del PP -Gürtel/Púnica/Bárcenas-, -PSOE (ERE), CDC (Palau/3%)- y Monarquía -Nóos-, sólo ha tenido, por ahora, una víctima política. El anterior rey. Un indicio de que, de todos los partidos e instituciones afectados por este cambio de época, la Monarquía puede ser el eslabón más débil, o el fusible que puede saltar para mantener la instalación.
En ese sentido, el TERROR político, periodístico, financiero y europeo ante un Gobierno de izquierdas implica que este primer acto del ciclo político esté modulado por el terror a daños en la instalación. Asimismo, parece que se están modulando dos campos que gestionarán ese terror. PP, PSOE y C's parecen dibujar terrores del pasado. Sorprende, en ese sentido, que las arrugas en el cerebro colectivo de esos grupos, del grueso de los medios y de algo que podríamos llamar la cosa IBEX aún no hayan creado respuestas al futuro. Es decir, nuevos terrores. Parece ser que están utilizando el stock que crearon en los últimos 35 años -ingobernabilidad, separatismo, antidemocracia-. En ese sentido, sus propuestas parecen retrotraerse a la Transición como modelo a reeditar y, literalmente, a mantener. El pack Podemos-Confluencias parece estar dibujando el miedo al futuro. En ese sentido, posee una mejor agenda y más informada -creada por el 15M y el post15M-, y un incipiente itinerario para Europa -el Plan B para Europa se presentará, en Madrid, el próximo mes-.
Esto, lo dicho, va a ser, incluso si no es, muy largo.
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